Para poder entender el porqué del miedo a la muerte primero tenemos que tener en claro que dicha palabra proviene del latín mors mortis y que según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se define como cesación o término de la vida. Con base en esto nunca se nos debe olvidar que, así como llega la vida también nos llega la muerte sea cual fuere su causa. Sin embargo, es un hecho que a pesar de que es irremediable no nos hacemos a la idea que en cualquier momento va tocar nuestras puertas con o sin autorización. La cultura de la muerte como un hecho evidente nos aterroriza y no queremos que ni siquiera se nos pase por la mente; las razones de ello son muy claras y es que el dolor, el sufrimiento y en especial el apego que tenemos a todo lo que nos rodea tanto a nuestros seres queridos como a lo material que supuestamente poseemos, no permite que tengamos el mejor de los conceptos acerca de la muerte. Hablamos con mucha propiedad de: mi casa, mi carro, mi familia, mi negocio, mis amigos, mi fortuna, etc. y lo que no hemos podido entender es que nada de lo que poseemos tanto en el campo afectivo como en el material es propio y todo se queda aquí en la Tierra ya que solo es prestado mientras estamos de paso por este mundo de sueños. Y la verdad sea dicha es que ninguno de nosotros queremos morir ya que consideramos que somos indispensables, pero la verdad, aunque sea dolorosa, es que la vida continúa sin nuestra presencia y resulta que no éramos imprescindibles. Pero es importante aclarar que cuando hablamos de la cultura de la muerte hacemos referencia a ese estado final que por determinada razón no importando su causa, tarde que temprano ha de llegar y por lo tanto no lo debemos confundir con el estado de naturalidad que conllevan a la anestesia, la analgesia y la amnesia mental que actualmente se vive entre una sociedad que ve cómo las muertes violentas son de lo más natural y no causan ningún tipo de asombro. La vida es un don preciado incalculable que en muchas ocasiones no lo sabemos valorar porque en nuestra sociedad nos preocupamos más por mostrar a los demás lo que no somos y por atesorar riquezas, dejando de un lado nuestra felicidad interior. Por ello es importante recordar que cada día lo debemos vivir no solo como si fuera el último sino también como si fuera único, ya que a pesar de que todos los días parezcan iguales son totalmente diferentes. Es increíble ver cómo, por ejemplo, encuentra uno personas que desean o anhelan morir ya sea porque su situación física, económica, familiar o emocional no es la mejor y a la hora de enfrentarse a la muerte son las primeras en pedir que por favor no las dejen morir. Llama la atención cómo en muchas culturas orientales la muerte se toma como un renacer y un paso de evolución a otro estado sin que genere tanto temor e incertidumbre como sucede en nuestra cultura occidental. De allí que la forma de iniciar una buena preparación ante un hecho tan inminente como la muerte es estar en paz con uno mismo frente a nuestras propias acciones y brindar a los demás lo mejor que podamos dar. Muchos se preguntarán cuál sería la mejor forma o método que nos ayude a afrontar el miedo a la muerte física como un hecho natural dentro del proceso biológico del ser humano y es aquí donde debemos de traer a grata recordación la memoria del eminente médico alemán Samuel Christian Friederich Hahnemann, creador del sistema terapéutico conocido como homeopatía, que tanto bien le ha hecho a la humanidad. Y es que, en el proceso de la muerte, los medicamentos homeopáticos juegan un papel importante en las diferentes fases de la misma como son: La negación, la afirmación, el resentimiento, la negociación, la depresión y la resignación; y es que estos productos, pueden ser de gran ayuda sobre todo en aquellos casos de pacientes en estados moribundos y con enfermedades terminales. Así pues, que no le tengamos tanto miedo a la muerte física y más bien preparemos nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo para que cuando llegue dicho momento de transición, lo podamos hacer de la mejor manera teniendo siempre a ese Dios como lo quiera llamar cada uno, como pilar número uno de dicha transformación.
Muy interesante su artículo doctor Guacaneme. Nadie quiere la muerte y mucho menos preparse para su aceptación. No quieren pensarla porque ese solo hecho ya les genera, a través del miedo, una gran ansiedad y desconcierto.
Cuando se tiene madurez y algún mínimo de espiritualidad: bienvenida la muerte!!
Muy acertada la información, debemos estar preparados para lo ineludible, la muerte, y más bien ayudar a nuestros hermanos si se tienen suficientes recursos económicos, pues nada nos vamos a llevar