Por JESÚS SALDARRIAGA GAVIRIA
En habilidades gerenciales siempre se recomienda a los administradores, gerentes y presidentes, en general a los líderes directivos, las formas, las palabras y la diplomacia con la que se comunican las diferentes decisiones. Puede ser el regaño más merecido o la tarea con el mayor sin sentido, pero el carisma con el cual el líder la comunica hace la diferencia. Es lo que se había perdido en cuanto al liderazgo en Estados Unidos durante los últimos cuatro años por la presidencia de Trump. A este presidente se le puede reconocer muchas metas como las relacionadas con la dinámica de la economía interna, la mayor generación de empleo, la disminución de la tasa de tributación para las empresas, etc., pero la falta de diplomacia y sobre todo de compasión por las diferentes personas, estremecieron los cimientos de la mayoría de las instituciones de la democracia de su país.
La forma tan descarada como expresaba mensajes para impulsar el odio llegó hasta cruzar los límites que muchos de sus defensores en el partido republicano terminaron como victimas de su propio invento. El asalto a la Casa Blanca por grupos de terroristas azuzados por Trump demostró que en el mundo del entonces presidente no importa sino él. Seguramente Trump seguirá estando en la agenda de Estados Unidos por muchos años más y quién sabe con qué estrategias polémicas aparecerá, pues con el mensaje de despedida al salir de la sede presidencial lo dijo muy claro, “me voy, pero volveré”.
Es cierto, como lo dicen muchos analistas, que la forma de actuar de Trump sirvió para sacar a flote muchas cosas feas y malas de la sociedad de Estados Unidos, y que los problemas no se solucionarán con su salida y con la llegada de Biden. Este señor que ganó con margen estrecho la presidencia de la potencia mundial, no la tendrá fácil, pero al menos la forma y la compasión por los seres humanos que muestra con sus actuaciones devuelve la esperanza a muchas personas en Estados Unidos (país de migrantes), para pensar y luchar por una mejor calidad de vida. Puede que Trump no haya deportado tantos inmigrantes ilegales en sus cuatro años de gobierno, pero con lo mal que los trataba y la forma en que insultaba a los mexicanos, a los cubanos, a las mujeres, etc. le sirvió para aumentar el rechazo de muchos.
Biden es un líder político con la mayor experiencia en lo público. Más de 30 años como congresista por el Partido Demócrata, dos períodos de vicepresidente con Obama. Esto sumado a su formación, espiritualidad y calidad humana, genera mucha confianza para afrontar los grandes retos que tiene Estados Unidos e influir en los organismos multilaterales para ayudar al mundo, de hecho, la mayoría de las bolsas de valores cerraron esta semana en cifras verdes. Sabemos que la prioridad es la solución de los problemas internos, pero el trabajo que hará en cooperación con otros países será con un tono más respetuoso y a partir del dialogo y la negociación.
Un cambio importante es el trato con las mujeres; cesó la horrible noche que generó Trump con la misoginia que domina su lengua para expresar palabras ofensivas contra muchas mujeres desde la Casa Blanca. A Biden, por el contrario, se le siente el respeto y la admiración por ellas y lo expresa por la carismática Kamala Harris que lo acompaña como Vicepresidente. Una mujer que representa la raza afroamericana, los grupos migrantes, los orígenes asiáticos y latinos, llega a tan importante cargo por sus méritos y liderazgo. Defensora de los derechos humanos como ninguna.
“Repararemos nuestras alianzas y nos implicaremos con el mundo de nuevo, no para encarar los desafíos de ayer sino los retos de hoy y mañana”. Con esta frase en el discurso de posesión, se resume el cambio de tono desde la Casa Blanca con sus nuevos inquilinos. Esperemos que el proceso de paz de Colombia tenga un nuevo empujón desde USA.
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