Cumplen los gobernantes regionales y locales los primeros cien días de la posesión de sus cargos, a partir del primero de enero. Con tal motivo se ha vuelto en colectivo informar qué han hecho en ese tramo no por orden alguna, sino por profusión mediática, a fin de verificar su ocupación, sus victorias tempranas, sus tropiezos en el difícil arte de gobernar. Hay quienes quieren saber si existen o están ausentes o perdidos, o constatar con el dicho popular que por el desayuno se sabrá cómo será el almuerzo. Pero en serio, el objetivo es dar cuenta de los detalles encontrados y de acciones previstas enunciadas en las promesas de sus campañas, significadas en gestión del tiempo y la productividad lograda al momento o en marcha. La ley 91 de 2005 contiene normas que pueden seguirse en relación con el manejo de fondos y bienes del Estado (art.2), para dar razón de lo que reciben y de sus observaciones en esos pasos. Se afirma que cuando se denuncian irregularidades recibidas o captadas, producen efectos investigativos, además de los políticos que generan. Lo que sí resulta corto es el periodo total de cuatro años por cuanto uno se va en la preparación, consulta y participación comunitaria del respectivo y obligado Plan de Desarrollo, quedando tres para su ejecución debida. De todas maneras, la gente sufre con gobiernos deficientes o corruptos.
Cien días son breves dirigidos a una medición seria y profunda. Más importantes resultan las reuniones cíclicas que por ley tienen que realizar para rendir los mandatarios informes a los ciudadanos y sus organizaciones; allí hay un examen vinculante para aplaudir, corregir o repudiar. Este principio participativo consignado en la Carta Política del 91 debe difundirse y hacer uso de él como derecho inalienable. Lo destacable en el terreno risaraldense y el área metropolitana, lo descifra el ánimo de entendimiento y articulación de los despachos. Hay que recalcar el caso del gobernador y el alcalde de Pereira, no siendo ellos llave electoral, que han dado muestra real de trabajar en armonía, coherencia y cohesión por determinar causas comunes, progreso, obras de desarrollo con el apoyo de los sectores sociales y económicos, sin dogmatismos, vanidades estériles, firmes en sus quehaceres, acompañados de buenos gabinetes profesionales de los cuales se espera no desmedren la confianza puesta en sus integrantes. La unión en igual sentido de los municipios circundantes es definitiva ante la conurbación que sociológicamente se está sintiendo. Algo más: el continuar con obras o planes de administraciones pasadas, les dan carácter y reconocimiento, pues grandes proyectos han caído en olvido en falsa razón de ser otros sus iniciadores. Este es el mejor tributo anunciado por Juan Diego Patiño y Mauricio Salazar en el acto conjunto de sus posesiones y en diferentes escenarios lo han ratificado, como parte de sus gestiones.
Muchos éxitos para ellos, y como decía el periodista Juan Guillermo Ríos: “¡BUEN GENIO!”.