Está de moda el uso oficial de las palabras “marchitamiento” y “decrecimiento” como compendios para significar acciones que frenen el desarrollo del modelo “extractivista” de combustibles, gas natural, carbón, con el pretexto de salvaguardar el ecosistema local y mundial, además de factores para proteger al medioambiente de la generación y uso de emisiones de gases de tipo invernadero que almacenan calor solar, aumentando temperaturas que esparcen dióxido de carbono y metano que influyen en el cambio climático, agregando la tala de bosques para “potrerizar”, sembrar coca; trayendo basureros intransformativos, escasez de agua, incendios, deshielos, marejadas y otras catástrofes.
La ONU y científicos abogan por no pasar de 1.5°c el momento térmico global y poder mitigar un daño mayor. De ahí que se aprobó el Acuerdo de París con el fin de contener el terrorífico devenir. Implantar energías limpias, renovables, solares, eólicas, servirá para sustituir a los combustibles fósiles y a disminuir el referido 1.5°c en un 6% cada año entre 2020 y 2030. Esto requiere grandísimas inversiones de los Estados y el sector productivo, y de los ciudadanos del orbe en razón de sus conductas. El caso colombiano, en cuanto a la mínima porción que en la problemática le corresponde, exige tiempo, ya que es un proceso largo, lento, costoso, formativo en lo tecnológico y cultural que transformará costumbres, usos, apetencias, disciplina social, convencimientos individuales y colectivos. Por eso, aunque hoy es un pilar político de lucha por el Poder, incumbe a todos la conservación del planeta, las especies y la biodiversidad.
Entonces hay necesidad de dar los pasos con mesura y seguridad, midiendo correlativos, distancias fenomenológicas, incluyendo los pesos y contrapesos en la balanza, sin que ello signifique retroceder pero sí procediendo en paralelo con el objeto claro y discernido de avanzar con recursos suficientes. No es un golpe seco que se dé, porque podría crear una crisis inimaginable en el territorio nacional. La instrumentación debe lograr el éxito y no convertir la zona en desastres económico y social, aspectos que serían nefastos como el mismo rigor climático. El decano del Externado, Julián Arévalo, apunta: “Si bien la transición energética es una realidad, debemos actuar con serenidad y responsabilidad en el país y los colombianos, pues la transición no es solo energética sino económica”.
La desfolización y descarbonización son actos a muchos años; hay investigadores que las ven a veinte lustros por puentes concomitantes. Por desgracia, existen mentes obsesionadas y obcecadas, en ministerios pertinentes que parecieran ignorar el descarrilamiento que provocarían al tener una visión con tapas laterales al igual que los cabezotes que les ponían a los caballares que halaban carretas.
El cuidado lleva a preguntar por el indicador ambiental del efecto invernadero para saber la porción propia en que se encontraba el país a 2020 en las emisiones de CO2 (kt), y según el Banco Mundial en la medición 2019 muestra el total en 34.344.006 (kt), América Latina y el Caribe en 1.652.376, miembros OCDE 11.610.640. Algunos otros: China 10.707.220, E.U.A. 4.817.720, India 2.456.300, Japón 1.081.570, Corea 610.790, Canadá 580.210, Brasil 434.300, Francia 300.520, COLOMBIA 81.040. Lo anterior demuestra dentro del contexto, que el país no es un inmenso depredador, que no descuida el propósito de las empresas de reducir sus emisiones a Carbono Neutro; pero sirve también para que el referido “marchitamiento” o “decrecimiento-económico” sea apresurado, castigado el sector asimismo con excesiva tributación, cierres de exploración, reducción de la canasta principal de exportación y fuente en los años venideros de divisas para la determinación de sembrar en lo más hondo la equidad, la igualdad y el bienestar comunitario.
No se puede “marchitar” o “decrecer” de la noche a la mañana un camino recorrido, ni enfrentar sin preparación adecuada el riesgo que conlleva lo abrupto del hecho. Ojalá no se dé en parábola el peligro descrito por Paulo Coelho: “La rabia y el coraje de un pájaro son inútiles delante de un gato”.