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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

PolíticaRecurso de última instancia

Recurso de última instancia

Jorge H. Botero

Habrá que ver si el préstamo del Fondo monetario llega pronto y es suficiente para atender la crisis económica que la pandemia ha desaatado. De lo contrario, habrá que mirar hacia el Banco de la República

No tiene mucho sentido especular sobre cuál será la magnitud de la contracción económica de este año. Aún estamos soportando el encierro colectivo, no hay certeza de cuándo finalizará, de que manera se realizará la reapertura gradual por regiones y  sectores. Ignoramos si las medidas de flexibilización hay que restablecerlas más adelante, así sea de manera parcial.

Descongestionar a los contribuyentes de obligaciones exigibles, fiscales o parafiscales, les ha dado un cierto oxígeno a las empresas para que ellas y sus trabajadores intenten sobrevivir. Muchas colapsarán si no se toman y ejecutan pronto medidas de mayor calado. Los empleos vulnerables en el sector formal superan los 3 millones.  Hay que aplaudir la reconducción de ahorros públicos hacia el sector salud y al fortalecimiento de la liquidez del sistema bancario para que apoye con celeridad las empresas en dificultades. El gobierno necesita también más recursos. La reducción del encaje bancario, y la creación de una inversión forzosa en papeles del gobierno,  son medidas justificables en el contexto actual. 

Como lo mucho que hasta ahora se ha hecho podria no ser suficiente, es natural que surja la propuesta de crear nuevos impuestos o reformar los existentes. Cuando la economía se encuentra en caída libre, y no sabemos cuánto nos va a costar ponerla a marchar, ¿a quién y cómo  le cargamos la mano?  Por fortuna, Duque clausuró ese debate prematuro. La urgencia de la hora es mantener la nave a flote. Cuando podamos reabrir la economía se van a requerir estímulos, no gravámenes. Es lo que ha dicho la Gerente del Fondo Monetario:  “Cuando las medidas para estabilizar la economía se consoliden y las empresas comiencen a normalizarse, necesitaremos movernos con rapidez para impulsar la demanda. Será fundamental un estímulo fiscal coordinado”.

¿Qué otras fuentes utilizar? Un documento reciente que Eduardo Lora y éste columnista hemos remitido a las autoridades, plantea una opción para salvar masivamente empleos mediante trasferencias gratuitas y urgentes de dinero a los trabajadores de empresas formales. Para esos fines planteamos usar recursos de emisión monetaria, si no hubiere otros disponibles de inmediato. Los mecanismos crediticios usuales, por rápidos que sean, pueden ser tardíos o ineficaces.

Se pregunta Martin Wolf en el Financial Times, si se justifica en ciertas circunstancias la expansión monetaria en gran escala para soportar las políticas gubernamentales generadas por la pandemia. Su respuesta es afirmativa: “En circunstancias excepcionales, tales como tiempos de guerra, recesiones profundas o pandemias, la tarea del banco central consiste en apoyar la abrumadora necesidad del Estado de proteger la vida de la gente y sus condiciones de vida. Sólo el más radical de los ultraliberales estaría en desacuerdo. En tanto órgano del Estado, el banco central, debe ayudar”.

Lo anterior implica reconocer, como Wolf lo anota, que el financiamiento monetario acarrea peligros. “La emision incontrolada puede conducir a un gasto irresponsable, a tributación escondida bajo la modalidad de alta inflación por la vía de creación excesiva de dinero base, o incluso, a híperinflación”.  En nuestro entorno cercano han ocurrido  fenómenos de inflación desbordada en Cuba, Ecuador y Venezuela. La cura para esta situación, adoptada en todos ellos, es la dolarización, la cual restablece la posibilidad de los intercambios económicos, pero que empieza a funcionar una vez se han destruido la moneda y los ahorros financieros de la gente. Los colombianos tenemos poca sensibilidad frente a esta patología. La última híperinflación  que tuvimos sucedió en los albores del siglo XX.

En general, la mayoría de los bancos centrales ya se encuentran activos aportando cuantiosos recursos para la solución de la crisis. Sin embargo, no todos actúan de la misma manera. El Banco Central Europeo solo puede hacerlo para preservar la estabilidad de los precios. El Banco de Inglaterra y la Reserva Federal en los Estados Unidos gozan de potestades mayores.

Según la Constitución, el nuestro tiene una misión única: velar por “el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de la moneda”,  la cual ejercerá “en coordinación con la política económica general”. Como el Banco es autónomo, a su junta directiva corresponderá establecer el alcance  exacto de su mandato, lo que, por supuesto, está bien: la política monetaria raras veces funciona bajo piloto automático, y menos  en la gravísima coyuntura actual.

Al Banco le está permitido otorgar prestamos al gobierno; al hacerlo está obligado a controlar el riesgo de emitir moneda sin respaldo, que es la simiente de la inflación. Razonable que  esa facultad solo puede ejercerse con el voto unánime de la Junta. Nunca la ha ejercido. Conviene que la utilice  en la critica situación actual como último recurso y bajo reglas estrictas: (i) Debería tratarse de un paquete único solicitado por el gobierno para fines predeterminados; (ii) su cuantía  debería ser tal que no se produzca una expansión excesiva de la base monetaria; (iii) la Nación debería pignorar para el servicio de esa deuda sus utilidades futuras en el Emisor; (iv) debería contarse con una fuente de pago cierta; (v) los plazos para el servicio de la deuda serían estrictos; (vi) habría que definir una tasa de interés razonable; no se puede mandar el mensaje subliminal de que el uso del dinero carece de costo.

Viene un cuantioso préstamo del Fondo Monetario que, al parecer, se desembolsaría al Banco de la República quien le “pasaría” los recursos al Gobierno. Aunque en tal caso  la expansión monetaria estaría respaldada en nuevas reservas internacionales, lo cual excluye el riesgo inflacionario, las cautelas aquí propuestas son validas para cualquier credito de emisión. Ahora o más adelante. No hemos superado la crisis.  

Briznas poéticas. No es gran poesía, pero si una gran verdad, esta frase de Víctor Hugo: “Los grandes peligros tienen esta belleza, que traen a la luz la fraternidad de extraños.”

Publicado inicialmente en Semana y reproducido en El Opinadero, previa autorización expresa del autor

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