La reforma política ya venía siendo contemplada hace años, siendo especialmente sugerida y concluida por la comisión de expertos en el marco de la firma de los acuerdos de paz. En este gobierno ha sido radicada de nuevo después de diferentes intentos, confiando que el presidente Petro tiene las mejores intenciones por mejorar el sistema político colombiano que presenta muchas falencias de configuración, financiación, control y sanciones por parte y en contra de los partidos políticos que incumplan con la ley, por tal motivo se encuentra en trámite y discusión en el Congreso el proyecto de reforma política, el cual tiene mensaje de urgencia por parte del gobierno que con suerte y según lo planeado en el próximo periodo legislativo sería aprobado en el mes de junio, siempre y cuando su respectiva reglamentación y asignación de recursos se hagan de manera ágil y efectiva. Iniciativas como la paridad de género, el control de financiación de campañas con mayoría de recursos públicos y el límite de periodos para los congresistas, dan buenos mensajes para la democracia colombiana. Sin embargo hay artículos que definitivamente no convencen y más que favorecer el control y la transparencia política, favorecen a prácticas que a la luz pública se ven amañadas especialmente para los congresistas y el gobierno que no envían un buen mensaje de ejemplo para los ciudadanos. Entre estos articulas se encuentran el que promueve el trasfuguismo, que permite que políticos que ostenten una curul política a nombre de un partido puedan hacer cambio por única vez hacia otro partido. Esta iniciativa se ha visto más como una jugada con intereses que permita consolidar la gobernabilidad por parte del gobierno, sumando mayor número de aliados que en algún momento no votaron la candidatura del presidente Petro. Esta práctica a mi consideración es poco responsable con los electores que en algún momento votaron y depositaron su confianza por los diferentes candidatos de los partidos en los que fueron inscritos y se presta para una doble moral en la aplicación del espíritu de la ley. Sería muy bueno conocer los motivos y que tipo de intereses llevan a un político que milita en cierto partido a fugarse hacia otro, ¿dónde queda el discurso ideario que defendió en campaña por el cual voto su electorado?, ¿acaso prevalece el inconformismo con el partido por no hacer parte del gobierno o los intereses burocráticos?. Otro aspecto que me parece una verdadera alcahuetería promovida por el gobierno y los políticos amañados, es permitir que los congresistas hagan parte del gobierno. ¿Porque esta iniciativa de caramelos y dulces?, acaso los congresistas electos cuando hicieron campañas y propuestas de gobierno no tenían claro que no querían estar en el legislativo sino en el ejecutivo?. ¿Entonces para que fueron elegidos?, ¿o fue un engaño al electorado?, ¿ acaso esta iniciativa tan caramelizada no rompe con el principio de autonomía e independencia de poderes?. Esta misma situación también se presenta con la propuesta de permitir que los congresistas puedan participar en las elecciones territoriales del próximo año. Indudablemente estas iniciativas más que mostrar una intensión sincera de transformación y cambio político, por mucho que se disfracen, tienen el tinte y la cara de oportunismo y conveniencia política tanto para los congresistas como para el gobierno. Una reforma diseñada a la conveniencia y la medida de los intereses de unos pocos y en eso se está equivocando el gobierno. Considero que con el fomento de estas prácticas politiqueras no se está dando ejemplo de responsabilidad y seriedad a los colombianos y estos ejercicios que se criticaron y tildaron de doble moral política en campaña, se están trayendo a colación en el ejercicio de este gobierno.