«Donde hay lucha ideológica, hay lucha revolucionaria,» decía Lenin subrayando la importancia del análisis teórico sobre los problemas políticos. Aspecto que el ELN habría perdido de vista debido a que practican un militarismo hirsuto_ financiado hasta con el narcotráfico_, que constituye la negación de cualquier ideal revolucionario.
Desde hace décadas no existe un país marxista que exhiba resultados económicos positivos. La China debe su poderío a la existencia de un feroz mercado capitalista. Y ¿Qué tan sinceramente marxistas pueden ser donde el presidente y secretario general del Partido Comunista posee una fortuna calculada, por lo bajo, en unos 2.700 millones de dólares y cuyos colegas del comité central amasan capitales similares?
En Hanói y Saigón los obreros de las fábricas levantadas por el capital extranjero toman Coca Cola y comen hamburguesas Mac Donals. En Cuba emigran porque tienen la certidumbre de que el régimen es insostenible. Quedaría Corea del Norte, una increíble «monarquía comunista» cuya potencia nuclear se mantiene mediante una atroz dictadura, y cuyo hambriento pueblo envidia los niveles de vida alcanzados por sus compatriotas del Sur.
Si esos son los resultados de centenares de años dedicados a subvertir el orden capitalista, es claro que el marxismo_ al menos en su aspecto político_, parece fracasado históricamente.
Tal es el panorama ideológico que acompaña a la subversión colombiana. La realidad de esta situación política, sumada a su escasa influencia sobre las masas urbanas de Colombia_ en un país donde más del 80% de la población es citadina_, hace inviable la lucha armada desde el punto de vista de la teoría revolucionaria.
Si no se puede ganar una guerra, si además las únicas perspectivas son de naturaleza política, entonces, hasta el más recalcitrante de ELN debería aceptar que se firme una paz de compromiso, que permita utilizar otros medios.
La lucha continuará_ por otros medios no violentos_, mientras haya humanos que se sientan responsables por otros humanos que sufren. Al fin y al cabo, el profeta barbado lo sentenció en su oportunidad: «El marxismo es una doctrina que se supera a sí misma».
AGM-6-II-2024