Cada semana la profesora de teatro, busca el kiosko, la cancha, o cualquier espacio disponible dentro del conjunto habitacional donde vive. Carga libros, pinceles, máscaras, vestidos coloridos, pelucas y aderezos: comunidad ávida de arte y dejada al garete por los estamentos estatales. La profesora de teatro, hace lo que puede, es un voluntariado, son niños, niñas y jóvenes que piden a gritos otras miradas del mundo, otras acciones. ¡Auxilio!.
Vivir es esforzarse, no hay que guardarse nada o casi nada. Hay que dar de lo que tenemos. Ella tiene el tiempo, ese gran escultor de la vida. Hace cosas que pocos entienden. Labores silenciosas, intangibles, inútiles. Sale a danzar por los bosques, saluda a las flores, a los animales, comparte libros, habla con adolescentes, sabe de sus problemáticas, despojos e incertidumbres. Y como dice Alejandro Jodoroswky, al menos una vez a la semana, regala algo de lo que sabes. Y a renglón seguido, Clarisse Pinkola, nos recuerda que de nada vale el conocimiento si no se comparte.
Allí también vive Karim. Un Muchacho tímido, vehemente, taciturno. Un joven sensible, como envuelto en una lejana sombra, con predisposición a la melancolía, a la irrealidad, pero con un carácter y una singularidad sobresaliente. En el lapso que asistió a estos encuentros, jugaba a crear pequeños guiones, escenas cinematográficas. Sus palabras en murmullo, las traía de otros mundos. Karim un día partió con su madre para la tierra del Tio Sam. La profesora se despidió de él. En ese abrazo, ella siente como si el cielo se oscureciera. Y un día alguien cuenta noticias lejanas y luctuosas.
¿Qué agitación en el alma
te sacó de este tiempo asustado?
¿Qué fiebre densa deshilvanó tu aliento?
¿Qué ilusiones agotaste en la opulencia del Norte?
¿Qué desengaño llamó a tu muerte tan temprana?
Sátiro del viento, profanador de dioses humillados
¿En qué Olimpo habitan esos sueños
de camino cortado en la tierra sombría?
¿Desde qué abismo irremediable
Vigilas nuestro triste jardín?
Aleida Tabares Montes
Hermoso, expresa la triste realidad de los constructores de sueños y los jovenes del mundo, especialmente nuestros jovenes, que no encontramos muchas veces respuesta ante la crudeza de la vida.
Bellas y sabias palabras, de una constructora de sueños.
Aleida que maravilloso texto te felicito
Un bello texto que deja caer pétalos rojos sobre un tapete de agua.