La literatura pereirana, o más bien la literatura que se escribe en Pereira, que no es lo mismo; pues la primera responde a una visión reducida y un poco chauvinista del fenómeno escritural, la segunda es más amplía, pero, en fin, discusión gruesa y profunda que ameritará debates más amplios en espacios académicos y culturales; decía, la literatura que se escribe en esta ciudad, empieza a mostrar una renovada generación de escritores jóvenes, entre los que aparece de manera muy afortunada Felipe Piedrahita con su primer libro de cuentos RETAZOS.
Conocí a Felipe como poeta durante el reciente paro nacional liderado por los jóvenes de todo el país y por diversos movimientos sociales, sindicatos, ciudadanos de a pie, diversas tendencias ideológicas, y por supuesto por el sector cultural que marchó en voz de sus poetas con una sola proclama, unida al clamor de cambio expresado y que dolió tanto por los muertos, los desaparecidos y la sordera gubernamental que sigue burlándose del pueblo.
Advertí en Felipe no solo un excelente poeta, que escribió como yo y muchos otros, poemas en la puerta del horno, quiero decir, en el fragor de la protesta, a los muertos, a los desaparecidos, a la minga, poemas publicados en volantes repartidos en las marchas, leídos en la plaza pública, ante miles de personas, poemas hechos en la inmediatez y el contexto de lo vivido.
Después, por aquellas cosas afortunadas del paro, terminamos compartiendo y departiendo con otros amigos de las letras en cafés y bares, donde pude conocer más a fondo su personalidad, su sensibilidad y su talento, entre charlas y días que pasaban, Felipe enviaba a mi correo por solicitud mía, relatos que había escrito en los días del paro, y otros de días atrás, todos de excelente factura y precisa extensión a los que no les sobraba ni faltaba palabra.
Así pues, fui entendiendo que este joven ingeniero industrial, además de su profesión, es ante todo un observador agudo de la realidad urbana de Pereira.
Retazos, su primer libro de cuentos publicado por autogestión, financiado por su bolsillo y hecho a pulso, así lo demuestra.
En estos cuentos el lector se encuentra con temas urbanos, cotidianos, comunes, pero silenciosos. Temas como el Alzheimer, el amor en la vejez, la eutanasia, el erotismo y el sexo entre personas de diferente edad, el suicidio, la indigencia, la pandemia del COVID 19 con todas sus recientes consecuencias y vivencias, las angustias existenciales, la medicina, las conversaciones desprevenidas en un bar de la ciudad, toda esta cotidianidad, atraviesan los relatos de RETAZOS de manera magistral, cuentos que invitan a conocer los intramuros de una ciudad muy perfilada en una sola idea monotemática y aburrida, cuentos que ponen el dedo en la llaga, que documentan lo que somos, sin caer en el costumbrismo conservadurista de otros cuentistas, ni en el nihilismo desarraigado de los contemporáneos, no, los cuentos de Piedrahita guardan el equilibrio entre la crítica política y la visión esperanzadora de una ciudad que pervive en las endejas de lo inadvertido.
Cercano al documentalismo social, al cronista de calle, al capturador de historias, un observador de lo que pudiera parecer intrascendente, para Felipe es materia prima de literatura, desde el carro mazamorrero del barrio, hasta el lustrabotas que busca unos pocos pesos por cafetines de la ciudad; retrata una ciudad que se parece tanto a si misma, como a cualquier otra, ciudadanos que cargan su complejidad de cada día, que son profundamente humanos y por eso ríen, lloran, se conduelen, quieren morirse, encuentran un escollo de esperanza, un trasegar.
Recomiendo la lectura de RETAZOS, un libro de cuentos importantísimo en el nuevo canon pereirano, como ya lo dije, editado, publicado y distribuido por autogestión, lo que lo hace doblemente meritorio, pues en el sólo hecho de mostrar a otros lo que hacemos en la intimidad del acto escritural y someterlo al escrutinio público y experimentado, subyace un acto profundo de valentía y audacia.
MIGUEL ÁNGEL RUBIO
@rubio_miguel