La obra del maestro Ronald Holguín Gil es una apuesta sensible y rigurosa por rescatar el espíritu de la ciudad y de su tiempo. En sus formatos horizontales, el claroscuro no es solo una técnica: es la huella del paso del tiempo, la atmósfera de una memoria que se revela en capas de grises sutiles, en tonos que respiran historia y emoción.
Holguín no dibuja desde la distancia del artista encerrado en su torre, sino desde la experiencia del caminante, del cronista, del coleccionista, del padre y del amigo. Con lápiz y papel, ejecuta una arqueología visual que traduce en imágenes la arquitectura emocional de Pereira: la antigua estación del tren, la antorcha del Bolívar desnudo, la cúpula de la catedral, el tranvía cruzando la ciudad, las casonas coloniales y republicanas, el rostro del campesino, la casa del poeta… Cada trazo es un acto de rescate, una expedición íntima hacia lo que fuimos y lo que aún somos.
Sus dibujos evidencian un dominio técnico impecable: contornos precisos, estructuras con aplomo, una línea que sostiene no solo formas, sino también significados. Su trazo, firme y sereno, recuerda a los grandes maestros del claroscuro colombiano, pero va más allá: hay una carga emocional, una delicadeza ética que convierte cada obra en un gesto de amor por lo colectivo.
Esta muestra no solo representa un ejercicio estético; es también un acto político. Nos habla de la ciudad —La Perla del Otún— como escenario de gestos libertarios, como espacio común tejido por las manos de mujeres, jóvenes, campesinos, obreros y artistas. La ciudad aparece aquí no como postal, sino como refugio, como territorio en disputa, como memoria viva. En medio de un presente fragmentado, Holguín vuelve la mirada hacia lo perdido: el hábitat, lo cotidiano, lo que nos cobija y nos envuelve.
Ronald Holguín propone una estética de la pausa, de la contemplación. Su arte no grita, susurra. Desde el encuentro, la conversación, la filosofía y la calma —esa que tanto nos falta—, nos invita a imaginar otros mundos posibles. Y lo hace desde lo mínimo, desde lo sencillo, desde lo que muchos no ven.
El coleccionismo no es un simple gesto de acumulación ni una obsesión personal, sino un componente esencial de su propuesta estética y conceptual. La muestra actual despliega una verdadera tramoya visual, donde objetos, estampas, monedas, billetes (notafilia), y curiosidades urbanas dialogan con sus dibujos, revelando la edificación íntima de su mirada.
Estos elementos, que podrían parecer accesorios, funcionan aquí como metáforas materiales del rigor y la minuciosidad con que el artista aborda la historia de la ciudad que lo vio nacer. Cada objeto recolectado se convierte en una huella, en una pieza del rompecabezas simbólico que da contexto y profundidad a sus composiciones gráficas.
Lejos de ser anecdótico, el coleccionismo en Holguín opera como una ciencia afectiva que enriquece y fortalece la carga estética de su obra. Sus dibujos no flotan en el vacío: emergen de este archivo físico y emocional, adquiriendo una densidad narrativa que trasciende lo visual.
Así, el espectador no solo se enfrenta a una serie de imágenes bien ejecutadas, sino a una experiencia completa, donde lo gráfico se potencia con lo histórico, lo íntimo con lo colectivo, y lo visual con lo táctil. El resultado es un deleite sustantivo y no perecedero, una apuesta por la memoria en tiempos de fugacidad.
El maestro nos recuerda que el arte puede ser también un dispositivo de conservación, de resistencia y de construcción simbólica. En su obra, el coleccionismo se convierte en una ética del cuidado y en una forma de narrar la ciudad desde lo que otros descartan.
Como subrayó Walter Benjamin: “No hay documento de cultura que no lo sea también de barbarie”. Holguín, en cambio, nos entrega un documento de ternura, una contracultura de lo humano, un arte que no olvida su responsabilidad con la vida.
James Llanos Gómez
Curador
EXELENTE crónica del maestro Holguín, maestro Llanos, no pude apreciar su obra, hay algún sitio donde pueda verla?
Saludos y caluroso abrazo
Pilozo
Grandiosa homenaje a uno de los seres más sensibles que conozco, creo que el maestro James Llanos hace una semblanza de el maestro Ronald Holguín como hace con sus dibujos sin descuidar ningún detalle de la obra y de devenir del maestro. Holguín. Felicitaciones a ambos. Saludos.
Un excelente artículo que le hace justicia a un excelente artista, historiador, coleccionista y ante todo a un gran ser humano.