Y ¿PEREIRA QUÉ TIENE?
Por los años 50 del siglo pasado (aún hoy se escucha), se hizo muy popular la canción: SANTA MARTA TIENE TREN, del compositor, cantante y acordeonero MANUEL MEDINA MOSCOTE, nacido en Zapayán, Magdalena, a finales del siglo XIX.
La canción -que se bailaba en todas las fiestas-, según historiadores, era una protesta contra los samarios por imponer muchas trabas burocráticas para construir buenas vías en la ciudad y no implementar el tranvía (eléctrico) como una gran alternativa de transporte público masivo, aun sabiendo del éxito del ferrocarril que fue fundamental en el transporte del banano en la región cultivado por la United Fruit Company.
La nostalgia que me trae la canción y su historia, me hacen acordar que Pereira tuvo TREN y también tuvo TRANVÍA. El tren desapareció, no solo de Pereira, sino de toda Colombia, por las malas decisiones de gobernantes mediocres que, mientras el mundo entero evolucionaba a través del fortalecimiento y ampliación de la cobertura férrea, en Colombia pensaron más en sus intereses de negocios personales mezquinos contribuyendo al desmonte de los ferrocarriles.
El tranvía en Pereira que funcionó desde 1927 hasta 1957 (según información del investigador Ferley Henao), desapareció, al parecer, porque se pensó que lo importante era pavimentar las vías para darle paso a los automotores de gasolina que representaban el «desarrollo» de las ciudades y se tomó el tranvía como parte del atraso y del pasado.
Ante el boom de la implementación en Bogotá del transporte Público Masivo Articulado Transmilenio, se dio inicio en Pereira al proyecto MEGABÚS, que integraría la totalidad de las empresas de buses urbanos de Pereira y Dosquebradas, en donde existían reglas claras de la adecuación de vías, construcción de las estaciones, conformación de los operadores y establecer una vida útil de los buses, respetando los estándares internacionales y legales reglamentarios.
Todo tuvo un buen comienzo con la apropiación ciudadana con el respeto y protección del sistema, así como del mantenimiento de los buses (tanto articulados como los alimentadores), lo que hoy pareciera haberse convertido en una quimera para la movilidad urbana y muy desastrosa para los que, como yo, somos usuarios habituales de tal modo de locomoción.
Hoy el servicio de MEGABÚS es escandaloso: buses en mal estado que ya debieron haberse cambiado por otros modernos homologados acorde con a las exigencias de los países desarrollados que los producen, que no admitirían que los vetustos ejemplares que hoy circulan en Pereira, estuvieran un solo día contaminando el medio ambiente, convirtiéndose en un estorbo en las vías e incomodando a los miles de «beneficiarios»; la demora en la frecuencia, pues en horas valle, hay que esperar mucho tiempo para que envíen un bus y en horas pico, toca viajar colgados como micos soportando la mayor incomodidad.
La fuga de usuarios del transporte público masivo, hacia otro medio de movilización: motocicletas por montones que las entregan con la fotocopia de la cédula, plataformas de servicio público sin reconocimiento legal ni control, piratería de todo tipo de automotores (desde moto ratones en adelante), más el aumento incontrolado de carros. Gran parte de este problema no existiría si se hubieran mantenido patrones de prestación de un buen servicio que incentivara el uso del bus urbano.
Pero existe algo más grave y malicioso. La forma como se ha dilatado tanto la vida útil del parque automotor de MEGABÚS (buses que en su mayoría están para chatarrizar), como la manera irresponsable y maloliente de extender uno de los contratos de usufructo al operador de la CUENCA DE DOSQUEBRADAS, violando todas las leyes y decretos reglamentarios de la Ley de Contratación.
Hace tan solo unos días, en plenas Fiestas de Pereira (o Fiestas del «Chupe», como estos magos del márquetin publicitario bautizaron), se firmó un OTROSÍ a dicho contrato, que extiende por dos años más la operación de esa troncal sin exigir la adquisición de nueva flota de buses como lo ordena la ley y como anhelamos los manoseados usuarios; lo que llevó a elevar denuncia penal por parte del otro operador al sentir violentados sus derechos de igualdad para hacer puja por la prestación de un mejor servicio público de transporte.
Pero, hay algo más repugnante todavía: la entidad MEGABÚS, de la cual hacen parte los municipios de Pereira, Dosquebradas y La Virginia, entre otros, y subsidiada por el gobierno nacional; aceptó como válidos los certificados de REVISIÓN TÉCNICO-MECÁNICA y DE GASES de los buses, otorgados ilegalmente por concesionarios y constructores de las carrocerías; desconociendo que esa función es exclusivamente de los CENTROS DE DIAGNOSTICO AUTOMOTOR acreditados ante el Ministerio de Transporte; y si lo que dichas empresas hicieron fue la labor de peritaje de los buses, no podían haberle otorgado certificaciones de conformidad a vehículos que ya cumplieron la vida útil para prestación del servicio de trasporte público (como ya previamente está estipulado) y menos como soporte para un proceso de prórroga u otrosí de un contrato, ni menos para presentarse a una nueva licitación pública.
Yo no entiendo cómo las «respetables» empresas Motorysa, Chevrolet Caminos y Busscar de Colombia, asentadas todas en Pereira, se prestaron para esto. Aaah, y se niegan a responder un derecho de petición de un ciudadano argumentando que no tienen por qué entregarle información confidencial de una empresa privada a solicitud de un particular; desconociendo que al momento de que dichas empresas le certificaron la aprobación de las revisiones de los buses que prestan un servicio público, así lo hubieran hecho suplantando la autoridad de los Centros de Diagnóstico debidamente acreditados, dicha acción los convierte en parte de la actuación de un accionante que reclama por un desempeño en lo público sobre el cual deben responder.
Darío Acosta, gerente de MEGABÚS, un siniestro personaje que llegó a Pereira traído por Israel Londoño, y, que ha permanecido pegado como rémora de la teta pública por más de 30 años, y, adicionalmente, fue gerente del Centro de Diagnóstico Automotor de Risaralda, tiene que responderle a la ciudad del por qué aceptó dichas certificaciones y por qué firmó un otrosí para la operación de la Cuenca Dosquebradas con el actual adjudicatario sin cumplir los requisitos mínimos, y por qué no hizo convocatoria pública para una nueva licitación. Cualquier accidente ocasionado por uno de los destartalados buses –a los cuales no se les echa más que pinturita y adornitos del Día de los Niños o de Navidad-, será responsabilidad suya y de los firmantes de ese entuerto.
En esta contienda política de desprestigios y despilfarro, en donde las dos campañas que representan lo mismo y a los mismos (MAURICIO-MAICOL), que se han dicho de todo y señalado mutuamente de cosas horribles como la interferencia del narcotráfico en sus campañas, han pasado de agache los dos con la prolongación de este contrato, teniendo muy claro que el daño que se le hace a Pereira, al medio ambiente y a los usuarios de tan desmejorado servicio puede tener consecuencias muy graves. Como dice el filósofo antioqueño Fico Gutiérrez: «PLATA ES PLATA».
Pereira, una de las ciudades con más tradición cívica del país no se merece este destino. No es justo que se esté decidiendo el futuro próximo entre dos irrelevantes concejales con cara de mansas ovejas, pero rodeados de una jauría de hambrientos lobos.
Parafraseando la canción de «SANTA MARTA TIENE TREN, PERO NO TIENE TRANVÍA, si no fuera por las olas (caramba), Santa Marta moriría»; yo le cambiaría a: PEREIRA NO TIENE TREN, NI TAMPOCO TIENE TRANVÍA, sino fuera por las REDES (sociales), de la corrupción nadie sabría.
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«Ningún hombre debería tratar de obtener un beneficio a costa de la ignorancia de otra persona.»
CICERÓN
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AÑADIDURA 1. A mí me produce rabia ver como se han colocado locomotoras de trenes o vagones en sitios estratégicos de ciudades colombianas (hay en Pereira), como trofeos de la muerte de tan importante medio de movilización de pasajeros, pero fundamentalmente del transporte de mercancías, en un país que tiene dos océanos que debieron estar interconectados por medio de ferrocarriles.
jorge Diego Hernández V.
Gracias, Jorge Diego.
Esta historia, sobre el desmantelamiento del ferrocarril en Colombia, es vergonzosa.
Se narra como los gobernantes de turno del orden nacional y local, encontraron las propinas de los transportadores privados para que se implementara el uso obligatorio de sus vehículos.
Los transportadores hacian su negocio y los políticos se llenaban los bolsillos con esas autorizaciones sin importarles que arruinaban la economia del país al permitir a encarecer todo por el alto costo del transporte.