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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadSeamos más humildes

Seamos más humildes

No son pocas las veces que tenemos la oportunidad de ver como una persona al cambiar de status social, económico o laboral asume una actitud despótica con quienes lo rodeaban y lo consideraban una persona humilde llena de valores y principios que acataba las normas y lo hacían acreedor a una sincera amistad y afectividad duradera.

Es bien particular como el ser humano tiene esa facilidad y vulnerabilidad de cambiar cuando su vida  en los diferentes planos mejora y lo sitúa en una aparente superioridad frente a los demás, pareciera que el hecho de que su vida material, profesional y afectiva al sufrir estos cambios se fuera a perpetuar en la eternidad y las condiciones que la vida le ha brindado para su bienestar, no fueran a cambiar, algo que en realidad sería muy bello y un ideal deseado por todos, siempre y cuando se aprendan a asimilar, sin que esto altere nuestra real forma de ser, de comportarnos y de mostrarnos a los demás como realmente somos.

El ser humano, conlleva una serie de normas o requisitos que no son nada del otro mundo, pues simplemente  lo único que nos pide la vida es seguir dejando traslucir y mostrar esa sinceridad en nuestros sentimientos para con nosotros mismos y para con los demás.

No por cambiar una actitud humilde, carente de orgullos vamos a ser menos que nadie, todo lo contrario, ello se convierte en un valor agregado como el alimento del espíritu y que hace que nuestra vida aprenda a tener un norte definido sin sufrimientos que nos angustien o nos depriman y en cambio sí un mundo lleno de grandes satisfacciones.

En muchas ocasiones conocemos personas cuya posición o condición a cualquier nivel no les afecta para nada su esencia de ser humano y sí por el contrario, generan en nosotros un deseo de admiración, pues pareciera que al verlos, tratarlos e incluso compartir con ellos irradiaran  esa luz propia y llena de un positivo resplandor que solo invita a ser en realidad lo que somos, pero ante todo con un gran sentido de sencillez y humildad.

En la feria de las vanidades de esta sociedad en la cual existimos, la vida nos muestra cómo todo aquello que creemos aparentemente importante y esencial, no es más que eso, vanidades, que no dejan absolutamente nada constructivo y si un gran vacío, difícil de llenar y no propiamente de forma material. 

Mientras más humildes seamos, más sinceros somos con nosotros mismos y en verdad nos podemos mostrar con originalidad y verdadera autenticidad, logrando que nuestras vidas sean regidas por las leyes naturales del equilibrio, compensando todas las dudas, miedos y temores que la misma razón de vivir, dia a dia nos tiene reservada, haciéndonos más fácil el recorrido por un mundo lleno de superficialidad.

Así pues que siga siendo el mismo, no cambie su forma de ser, ni de sentir, ni de expresarse libremente, pero eso sí hágalo con el respeto que cada persona merece, sin agredir o maltratar a nadie, usted no tiene que mostrarle a nadie lo que no es usted y si desea cambiar que sea para bien, para mejorar, fortaleciendo esos valores que lo han hecho acreedor a ser una persona querida por sus semejantes y que no desean ver en usted una máscara de lo que no es y ante todo, no se deje llevar por ese falso ego que muy en su interior lo incita a cambiar negativamente, póngase la mano en su corazón y sienta que esa grandeza espiritual que posee le va a hacer sentir que es más humilde que antes y que seguirá siendo muy apreciado por lo que hasta al momento ha podido brindar.

Este es un camino muy saludable tanto físico como mental que debemos día a día reiniciarlo, si bien no es fácil al menos hagamos la parte que nos  corresponde, pero con responsabilidad y una sana convicción de excelencia bajo todo punto de vista.

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