Cuando nos sentimos parte de algo, adquirimos un objetivo común, tenemos una razón para activar nuestras capacidades entorno a actividades para lograrlo.
Se ve con claridad el confuso concepto del bien y el mal. Se entiende como bien cualquier cosa que solicite o beneficie al grupo y mal todo aquello que afecte sus lineamientos…
En este punto, el ser humano abandona su identidad, adquiere un criterio colectivo; puede hacer obras sociales, acciones espirituales y desarrollar integralmente su entorno, dando un sentido positivo a la vida asume un rol útil e importante en la comunidad.
Sin embargo, no todos los colectivos son conducidos por líderes buenos que deseen construir vidas prósperas, amores sinceros y bienestar colectivo. Muchas decisiones de gobiernos, instituciones, organizaciones y grupos generan dudas sobre la existencia de trampas que benefician solo el interés particular de alguien influyente para ese colectivo o comunidad quien aprovecha el poder de la masa viva. Si eso es muy notable se pierde la confianza en la organización, se promueve el individualismo y el egoísmo debilitando la sociedad al punto de la percepción de impotencia y dependencia para resolver los problemas.
Algunos colectivos tienen objetivos ocultos o modifican su naturaleza en el camino, induciendo a los excesos, abusos y agresiones que aprovechan la necesidad de afiliación y el deseo de validación frente a un grupo y a sus líderes más notables.
Como resultado de esa «facipulación» (termino usado por Gilbert Brenson para señalar a quien aparentando ayudar al desarrollo de un sistema lo somete en favor de su voluntad», el ser humano se adapta a la influencia externa, permite y realiza injusticias contra su propio ser como el niño que entrega su «lonchera» a los demás para sentirse aceptado, el jóven que roba o asesina a una persona por demostrar su valía frente a sus «parceros», el adulto que consume un alimento o una sustancia aunque sabe que le es dañina por aceptación social..
La toxicidad de este ambiente lleva al individuo a cometer injusticias contra los demás, un ejemplo de esto fue el holocausto nazi en 1939 cuando Hitler invadió Polonia consiguiendo el respaldo de su nación con una mentira, también sucedió en nuestro país entre 1812 y 1815 con los asesinatos entre centralistas y federalistas de la patria boba, el conflicto bipartidista en la guerra civil colombiana entre 1899 y 1902, así como los sucesos ya conocidos de nuestra actual Colombia en la cual muchas familias han entregado a sus hijos. Colectivos enteros se acogen a decisiones de barbarie contra sus propios hermanos, suicidios colectivos como el del «Templo del Pueblo» en Estados Unidos 1978, secta que asesinó a cinco personas y luego 918 de sus integrantes se suicidaron.
Algunas religiones, corrientes políticas, ideologías y diferentes grupos crean dinámicas que exigen sacrificios, afectan la dignidad, la integridad de la persona o de otras personas; les obliga a seguir a un líder haciendo caso omiso a cualquier lógica o auscultación de verdad, cualquier cuestionamientos es opacado con consignas aceptadas por el colectivo y se anula la posibilidad de realizar análisis crítico de cualquier propuesta, principio o acción con persuasión, transformación de las conductas, condicionamientos o cohesión.
Se justifica cada hecho con frases de cajón o con argumentos como «son efectos colaterales«, «así se hizo y se hará», «es una política de…», también se acude a pactos comunes de lealtad, se sataniza a otros sectores, tergiversando hechos, discursos y acciones, se castiga a quien actúa por fuera de los lineamientos del grupo o de sus líderes en el caso de los más alienados, sin importar si lo que hace tiene o no una buena intención, la libertad es totalmente anulada.
Es como empeñar el tiempo presente en busca de una recompensa futura que probablemente sea pospuesta o nunca llegue, la recompensa va desde algo ideal, mágico hasta el cumplimiento de un sueño de vida o una ambición particular.
Aquí podemos hablar del más grande pecado de la humanidad, la pérdida de las posibilidades de vivir el tiempo presente, el disfrute pleno del camino, el desarrollo pleno de potencial y talentos, la negación a construir su propio futuro y vivir bajo la sombras de un oscuro e insatisfactorio pasado que ha sido robado bajo la anuencia de su dueño quien usa cada momento creativo alimentabdo odios y miedos con noticias y sucesos que sean solo aceptados por su sector.
Despierta, no empeñes tus sueños mientras otros te utilizan para construir los suyos, analiza a fondo cada información que llegue antes de asumir una posición y sospecha de toda situación en la cual te intentan persuadir con ideales, tonos de voz altos o de meloseria artificial que siembren miedos, odios y chismes que construyen enemigos comunes o a través de imágenes monstruosas de otros
Es muy cierto lo que escribes esto se puede desde un niño hasta un adulto, se deber tener un criterio para no caer en lo que dices, gracias por compartir tus pensamientos
Muchas Gracias Luis Alberto, Es verdad los monstruos y los fantasmas con los cuales nos criaron y nos educaron generan grandes bloqueos que impiden nuestro avance y truncan nuestra felicidad.
El artículo resulta muy pertinente para estos tiempos, sobre todo cuando empieza a surgir un despertar una resistencia de las mentes subalternizadas – no es fácil la lucha con el monstruo que le hace el trabajo a la clase dominante.