La mente humana es como un laberinto de múltiples caminos. La forma como hemos vivido tradiciones y arquetipos nos ha aconductado para poder estar en la sociedad. Si no fuese así, seríamos una estampida salvaje que atropella a los demás para luego ser atropellados. Aún quienes dicen no aceptar las normas, construyen una estructura normativa compleja, de tal forma que aceptes o no las normas, tu viaje comienza en un lugar donde se trifurca tu camino.
El primer camino es el camino de la culpa, éste simplemente debería llevarte a un punto de prevenir el daño propio y ajeno. Sinembargo cuando te pierdes en el camino de la culpa llegas al salón del sufrimiento y la soledad, una habitación oscura y triste aislada de todo y de todos. Es un salón de derrota, lágrimas y quejas donde se justifica la pérdida del valor humano, comienzas identificando las cosas malas que suceden en la vida y culpando a otros, a tu Dios y a ti mismo. El odio a todos y a todo, y nadie tiene valor, tus experiencias son infelices.
Si retrocedes desde ese camino, aparece otro camino: el camino del miedo. Este camino está hecho solo para protegerte en momentos de peligro, pero si lo has adoptado como estilo de vida, este camino no tiene un color definido y a veces es lento para viajar y a veces es demasiado rápido porque no quieres tener contacto con nada ni con nadie. Es un camino de escondites, huidas y pérdidas donde no se logra nada, no se concreta resultado alguno, no se define ninguna meta, no se tiene claridad de nada. Este camino también conduce al salón del sufrimiento, aunque en muchas ocasiones ni siquiera se llega a ninguna parte, te das cuenta que estás en el camino del miedo cuando no llegas a ninguna parte en las principales dimensiones de tu vida, aun sabiendo que eres capaz, no aceptas ninguna reflexión, nadie que piense diferente y ningún riesgo de cambiar tu percepción será aceptado, tu principal consigna será no ver y no sentir, no vivir lo que sucede. Tal vez ni siquiera puedas pasar de este párrafo porque sentirás las palabras como fuertes latigazos que te duele, pero a la vez quieres saber si en los siguientes párrafos encontrarás una alternativa porque en el fondo sabes que este no es el camino que quieres para tu vida.
Si retrocedes nuevamente y entregas tu sufrimiento y tu miedo como ya has entregado tu culpa, si sueltas y dices me interesa la vida, la alegría, la paz interior, la armonía y el progreso, entonces encontrarás otro camino: el camino hacia el Salón de la Fama.
En el Salón de la Fama encontrarás todas las cosas buenas que han sucedido en tu vida. Encontrarás lo que te decían cuando eras bebé, los deseos y esperanzas de tu familia y amigos que te han querido. Encontrarás a aquellas manos que te han ayudado y todas las cosas que te han hecho sonreír. Este camino tiene tus mayores logros, momentos felices, momentos en los que has experimentado paz y sucesos que te han asombrado. Este camino muestra tus habilidades, aquellas que te han ayudado a superar problemas, dificultades y riesgos. Las herramientas para entender tu valía, lo que puedes hacer, lo que tienes y quién eres, lo que necesitas para construir tu bienestar y lograr tus sueños. En el Salón de la Fama, cada pared muestra fotografías de lo que ha sucedido en tu vida y las personas que has amado.
Cuando pasas un corto tiempo en el Salón de la Fama, recuperas tu poder interior y encuentras personas esperándote en la salida para acompañarte en la vida. Aquí es donde encontrarás el valor, el conocimiento, el amor propio y el amor de otros que necesitas.
No necesitas pasar todo tu tiempo en tu Salón de la Fama porque podrías enfermarte u olvidarte de tus alrededores, misión o personas debido a la amnesia producida por una sobredosis de egocentrismo.
Pero puedes entrar al salón de la fama y darte un baño de autoestima, amor propio y poder interior antes de salir a construir, porque mientras construyes existes y tienes valor.
Entonces cuando la vida parece desmoronarse y te preguntas adónde ir siempre dirígete hacia el Salón de la Fama para redescubrir el valor de tu vida. Te invito el día de hoy a desprenderte de la idea de culpar, de las ideas de miedo, a cerrar tus ojos e imaginar lo que está exhibido en tu salón de la fama, por el tiempo que desees regalarte de contemplación y amor por tu propia vida.
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