Por: Felipe Nauffal
Las redes sociales, en este caso Facebook, permiten plantear debates como el que a continuación transcribo. El muy bien reputado periodista y escritor Sergio Ocampo Madrid publica en su muro: “ El aleve crimen en la persona de Galán no puede ser mirado como un atentado más de la terrible ola de violencia que nos agobia, sino como el más grave de todos los hechos que contra la democracia se hayan cometido en los últimos tiempos pues se trata de alguien con el cual se podía discrepar pero a quien toda la nación le reconocía su probidad y su formidable contribución a la renovación de las costumbres políticas».
El párrafo, expedido por alguna oficina de prensa el 19 de agosto de 1989, cobra toda la vigencia en estos días en que andamos básicamente preocupados por huirle al Covid 19, y el resto de la vida está pasando sin mayores aspavientos.
El miércoles de la semana pasada Alberto Santofimio, el co asesino de Luis Carlos Galán, junto con Pablo Escobar, quedó libre.
Ese comunicado salió de la oficina de prensa del entonces senador Santofimio para lamentar la muerte de Galán. ¿Ah? Debería haber un crimen en el Código Penal que sancionara el delito de lesa humanidad de burlarse de la gente, y con esa categoría no tendría prescripción.
Este servidor comenta así la citada publicación:
Voy a sacar a bailar a la más fea, pero mi conciencia me impulsa a ello, sin que Santofimio, aclaro, sea santo de mi devoción.
Aunque opinar sobre un asunto penal sin conocer el expediente no resulta fácil, algunos elementos que rodean el asunto, hechos públicos por la prensa a lo largo de los años, le otorgan a la duda metódica aplicable al caso, un amplío espacio.
He aquí algunos :
1) La llamada prueba reina del famoso episodio judicial parece ser el testimonio de “Popeye”, sicario al servicio de Pablo Escobar que declaró haber oído en 1982 a Santofimio, aconsejar al jefe mafioso sobre la necesidad de eliminar a Galán.
2) El citado consejo vino a ser atendido entonces siete años después, pues Galán fue asesinado, para tristeza de todo el país, el 18 de agosto de 1989. ¿Será posible que la malhadada circunstancia en el improbable caso de ser cierta – la calidad del testigo, permite también dudar – , haya sido el móvil determinante del crimen ? ¿Demostró Escobar a lo largo de su funesta trayectoria necesitar consejos para cometer los más alevosos y horrendos crímenes ?.
3) En el proceso penal seguido a Santofimio hubo decisiones encontradas. El Tribunal Superior de Cundinamarca lo absolvió y la Corte Suprema en última instancia lo condenó. Dos decisiones colegiadas bien diferentes. Se impuso como es lógico la de la Corte, por su supremacía. Pero surge otra vez la duda. ¿Era tan rotunda, tan incontestable, la prueba para tomar una decisión tan trascendente para la vida de cualquier persona como lo es privarlo de su libertad por un lapso de veinticuatro años ?
3) No ha sido poca la presión mediática y social que ha rondado el citado proceso. ¿Hasta donde influenció dicha presión el resultado final del proceso ?
Reconozco que el personaje condenado es controvertible por muchos aspectos, especialmente por corrupto, como lo son el noventa por ciento de nuestros políticos, pero me niego a creer que un hombre de su demostrada talla intelectual pueda albergar en su alma al determinador de tan execrable crimen.
Surge entonces una necesaria pregunta. ¿Que es más grave para la sociedad y la justicia misma: Absolver a un culpable o condenar a un inocente ? Ahí queda el interrogante por ahora. Espero no ser crucificado por atreverme a decir lo que en mi fuero interno pienso sobre el controversial caso y si alguien conoce argumentos que validen la tesis opuesta, espero poder leerlos sin prevención ninguna.