Quienes desde hace muchos años asumimos de manera decidida la defensa de los intereses de la comunidad y nos comprometimos como veedores en la lucha contra la corrupción, tenemos claro cómo le incomodamos y producimos urticaria a esos personajes funestos que se echan a los bolsillos el dinero de todos. Les dañan el rato en sus exclusivos festines las denuncias de procesos no muy claros, las inconsistencias en los números y la visibilización de falta de transparencia en muchos otros.
Prueba reciente de ello la denuncia realizada por el exgerente de Megabús, Álvaro Beltrán Álzate, en su columna del diario digital, “EL OPINADERO”, donde con cifras, hechos, detalles y argumentos jurídicos, denunció cómo desde diciembre de 2020, el gerente de INTEGRA, Ramón Toro Pulgarín, presidente y mayor accionista de la empresa operadora de la cuenca Dosquebradas de MEGABUS, le montó una persecución como retaliación por sus decisiones cuando figuraba como Gerente de esta entidad. Situación similar acusa el director de COMFAMILIAR Luis Fernando Acosta, pues miembros del Consejo Directivo y su presidente Ramón Toro, le han montado una implacable persecución, pues no se ha plegado a los caprichos de quienes desde este órgano se creen Dueños, Amos y Señores de esta entidad que administra los parafiscales del subsidio familiar de los trabajadores.
La persecución de que es víctima Álvaro Beltrán Álzate, no nos puede llevar a reflexión distinta sobre el papel de las veedurías en estos procesos que demandan mayor control y fiscalización de la ciudadanía, de una respuesta pronta y oportuna por parte de los organismos de control a sus denuncias. No solamente se requieren veedores, se demanda un fuerte aparato de justicia. Las Leyes 134 y 850, como mandato de la constitución política, reglamentaron las Veedurías Ciudadanas. Estas organizaciones democráticas le permiten y garantizan a los ciudadanos vigilar la gestión pública, que ejercen entidades públicas, privadas, y no gubernamentales, logrando prevenir, vigilar, controlar, sancionar y proponer, para mejorar y garantizar calidad en los servicios públicos, y el buen destino de los recursos públicos.
La tarea y papel de los veedores y las veedurías y de los medios de investigación periodística, es hoy la principal herramienta para denunciar los graves e innumerables hechos de corrupción que se presentan a diario en esta nación. Hoy son los ciudadanos, que directamente intervienen en escenarios públicos para informarse, opinar, presentar iniciativas, fiscalizar la gestión pública o tomar decisiones. Es una participación directa y responsable de la ciudadanía, informada y argumentada. El papel de las veedurías ha tomado más importancia, ante la grave situación que se presentan en las corporaciones de elección popular, donde sus miembros, en su gran mayoría, convirtieron sus curules y su vocería, en vil mercancía negociables por canonjías, puestos, y contratos, sumado a la politización y corrupción de la justicia y los organismos de control.
El trabajo del veedor, está al conocimiento y escrutinio de todos. Esta noble e importante tarea demanda autonomía, transparencia, responsabilidad, objetividad y legalidad, entre otros principios, por parte de quien la ejerce. Su ejercicio requiere garantías por parte de autoridades, funcionarios y contratistas, lo que poco se garantiza en la sociedad colombiana. No por algo defender el patrimonio público, los recursos ambientales y vigilar la función pública es una labor de alto riesgo en Colombia. Esta labor reglamentada por la ley no dispone de garantías de seguridad y remuneración, no obstante, su importancia para enfrentar la corrupción.
La ausencia de una cultura ciudadana de respeto, valoración, defensa y reconocimiento de la labor que cumplen veedores y líderes sociales, incita a que las personas u organizaciones mencionadas como partícipes o responsables en los hechos denunciados, utilicen su potencialidad, recursos y relaciones con los círculos de poder público y privado, para amenazar o perseguir a estos. Todo vale en la tarea de acallar. La primera arma o herramienta para utilizar, es la conquista, mediante ofrecimientos, razones o mensajes con personajes influyentes. Cuando esto no funciona, se pasa a la tarea de calumniar y perseguir al veedor o su círculo familiar, social o económico, y presentarlo como una persona poco propositiva o conflictiva. Muchos ciudadanos, optan por cortar su vínculo o amistad con el denunciante. Si estas herramientas no logran el resultado esperado, lo que se desata es su persecución judicial. Si no es sujeto de control por parte de la Contraloría y Procuraduría, se echa mano de la Fiscalía y de un abogado mañoso y astuto, con vínculos en los despachos judiciales, y queda como pago por su labor de veedor, empapelarlo. Hasta ahí llega su noble y desinteresada labor. Puedo decir con mucha seguridad, que a mí me han aplicado todas al anteriores, incluido un atentado donde perdí mi dentadura inferior.
Tenemos derecho a tener una Colombia donde exista la transparencia y el respeto a las opiniones de columnistas y opinadores, y donde no se pretenda imponer la máxima de que tenemos todos que tragar entero, y no tener derecho a disentir y opinar de los que ejercen funciones públicas.
Lamentable todo ello.
Es que manipular, en cualquier institución de carácter oficial, ya sea de orden municipal o departamental se volvió paisaje y eso es lo triste. Todo está cooptado desde que son elegidos. Son funcionarios colocados, de acuerdo con el nivel de «inversión» o cooperación, que le hicieron al alcalde o gobernador. Por eso callan, tapan, manipulan y solo buscan el bien para algunos, no para lo que debía ser: El bien común.
En el mismo sentido, requerimos una veeduría aguda hacia la Secretaría de Cultura de Pereira y la dirección departamental de Cultura. Es inconcebible que con todo el potencial artístico y patrimonial, sigan administrando con criterios parroquiales y destinando presupuestos infames para las convocatorias y demás procesos.
Además, la indolencia e insolidaridad de la mayoría ciudadana.
La independencia vale más que mil contratos.
Además de independientes, los veedores debemos ser respetuosos y responsables. Abrazo cívico pachopareja Veedor Ciudadano Armenia Quindío Colombia
Una radiografía exacta de lo que les pasa a quienes opinamos y hacemos propuestas para que los ciudadanos tengamos mejores niveles de vida, optimizando los escasos recursos públicos. Es una labor que se volvió de alto riesgo.