Delirante el especulativo ejercicio de los caza tesoros y Galeones de tanta ingenuidad cargosa, retando a no soñar. Escribimos muchas veces sobre el tema en los medios brindados durante el siglo pasado, en un aprendizaje de curiosos de aquellos tiempos. Y nos acostumbrábamos a desgranar las cuentas de aquellos ilusionistas que contaban ante el mundo que tras el letrero flamante de la Sea Search Armada esculcaban las verijas de la mar oscura y profunda donde yacían los despojos del náufrago Galeón San José.
Realizamos varios viajes incluido uno en los confortables asientos de mirones en el mobiliario del Congreso de Colombia, cuando acompañábamos a Víctor Renán Barco López, Daniel Mazuera Gómez (entre otros de ese puñado de interesados), que no dejó rincón sin auscultar, ni palmo de esa arena profunda de mar colombiano por donde se esparcían las leyendas del tesoro con morrocotas de oro y muchos desperdicios de afortunados viajeros del siglo dieciocho, casi tres atrás del nuestro… Pero nunca mostraron una sola pieza o algún trozo de palo miao que hiciera creíble el cuento.
Pero con el tiempo las tonterías maduran y las bobadas se profundizan: Ahora un equipo moderno saca imágenes más nítidas de cañones, chorotos y no se qué mas imaginados (porque por allá no debe haber nada material), para deslumbrar parroquianos y engañar bobos.
Cada cierto tiempo (cuando es oportuno) revuelcan esa nadería, con guijarros que posan incólumes ante el paso corrosivo del tiempo y pulen ese olvido para hacer mear a aficionados en esa ilusión náufraga y profunda. Cualquier pieza sometida al agua salina, a la intemperie y al vaivén mecedor de los olvidos, sufriría. Pero estos ilusionistas (magos no declarados) hacen ver espejismos al que así lo desee, mostrando hasta la difusa pasta fina de una ilusión china que no puede ser sino cuento chino… Y pondrán nuevamente en elaboración algún inventario sobrado de briznas y hasta de babas preservadas de piratas de entonces, restregables en los cachetes de los crédulos de ahora. Con esas sales y colágenos, no inducen ni un aborto en esos mares.
Manecerá y veremos, pero ya ni Museo, ni urna de tesoros, ni arcas contenedoras de las cacas de tiburón y orcas encalladas competirán contra los cardúmenes de sobrevivientes a esas boberías. Nada es esperable, sino risas….
La imbecilidad se vende cara o barata, dependiendo de los idiotas de cada tiempo.
Muy buen articulo