Por Hugo Ocampo Villegas
La ansiedad provocada por la incertidumbre no puede llevarnos a la precipitud. Hay que volver a la actividad pero sin apresuramientos.
El mundo del deporte, en el que yo me muevo, está siendo presa en esta emergencia sanitaria y social de la incertidumbre y la ansiedad que peligrosamente puede llevarlo a la precipitud.
El receso en el entorno del deporte profesional se mueve entre las opiniones sobre la condición física y técnica del deportista y las cifras con signo de pesos de los eventos deportivos que se han convertido en lucrativas empresas.
La presión tanto de los intereses económicos como del deseo humano de volver a la actividad cuanto antes puede llevarnos a transitar atrevidos escenarios de riesgo que traerían consecuencias mas calamitosas.
Los organizadores de eventos, los dueños del fútbol, los empresarios del deporte se sienten amenazados ante la eventualidad de una quiebra económica de sus negocios. Los deportistas profesionales también viven la misma preocupación de perder sus ingresos si la actividad para. Mientras, los deportistas aficionados se sienten arrinconados y estresados por el obligado aislamiento que conspira contra sus planificadas metas competitivas pues para ellos el deporte es una oportunidad de progreso como también de una forma de vida.
Una explosiva combinación que obliga a la prudencia, a volver a la actividad sin apresuramientos.
Ahora, en el plano doméstico el deporte risaraldense oscila entre la afanosa búsqueda de sus dirigentes por encontrar alivios económicos provenientes del sector gubernamental, la preocupación de los profesionales del alto rendimiento, la actividad física y la recreación por el disparado desempleo y los esfuerzos de los deportistas por no perder su forma física y técnica pero sin un norte definido pues en el horizonte no se vislumbra nada seguro.
Es evidente que los presupuestos de los entes del deporte, que de por sí son limitados en un departamento pequeño como es Risaralda, no alcanzan para atender la emergencia del recurso humano. Por eso la búsqueda de soluciones debe ser coherente con la realidad. Si en circunstancias normales no alcanza para cubrir todas las necesidades mucho menos ahora que algunos ingresos con destinación específica para el deporte han disminuido.
El alto rendimiento es competencia que involucra exclusivamente al deporte, pero la actividad física y la recreación también les competen a la educación y al desarrollo social. ¿Quiénes son los directos beneficiados con las escuelas de formación deportiva…?. Los niños y jóvenes estudiantes. Y ¿a dónde llega principalmente la actividad recreo deportiva…?. A poblaciones específicas como los adultos mayores o de comunidades marginadas.
Por ello, en estas dos últimas áreas el esfuerzo debe ser transversalmente compartido para procurar las mejores respuestas que ayuden a enfrentar la crítica situación. No se le puede exigir únicamente a los precarios presupuestos del deporte sino también de la educación y de la atención social.
Y en crisis de proporciones mayúsculas como la que estamos viviendo, si bien el estado está obligado a ofrecer las mayores respuestas, también es claro que en el deporte se requiere del liderazgo y esfuerzo colaborativo de sus organismos –léase federaciones, ligas y clubes- para mediante su propia iniciativa encontrar caminos diferentes a los que llevan sólo al ‘papá gobierno’.
En este encierro un amigo me envió un chiste que no me provocó ninguna risa pero si me dejó un mensaje: la necesidad de reinventarnos en tiempos de crisis. Dice así: “Un gato maullaba y ningún ratón se dejaba atrapar. Entonces el gato cambió de táctica y empezó a ladrar y los ratones iban saliendo de sus escondites. El gato atrapó un ratoncito y éste le dijo: ¿Si eres un gato, por qué ladras…?. El gato muy serio le respondió: Mijo, es que hoy en día el que no sepa dos idiomas se muere de hambre”.
Y traigo a colación un ejemplo: El ex futbolista Julián Parra antes de la pandemia trabajaba con su esposa en dos empresas familiares, una orientada a enseñar a nadar a los niños desde edad bien temprana llamada Aquavida y otra recreativa denominada Granja Carrusel Móvil en la que brinda la oportunidad a las personas de interactuar con los animales. Y la declarada cuarentena le obligó a cerrar temporalmente sus actividades, pero Julián y su núcleo familiar no se quedaron cruzados de brazos. Se dedicaron a elaborar tapabocas personalizados con llamativas figuras. Y bien que les está yendo porque ya tienen pedidos de otras ciudades.
El mensaje: Nuestros dirigentes del deporte deben tener voceros no solo para exigir sino también líderes para actuar.
Prudente camino , en el que nos conduce el columnista, para no avanzar irreflexivamente, tanto a directivos, empresarios, gente que vive del fútbol, y nosotros los hinchas.
Ojalá llegue a muchos lectores,