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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Actualidad¿Y el narcotráfico qué?

¿Y el narcotráfico qué?

Las vertiginosas velocidades con las que el actual gobierno anuncia casi día a día revolucionarias e irresponsables iniciativas, tienen en total perplejidad a los colombianos, de tal manera que, cuando se trata de entender o de asimilar una de las mismas en particular, se anuncia una nueva iniciativa, asediando la capacidad de comprensión, de reacción y de derecho de réplica, hasta el punto inclusive, de ignorar problemáticas históricas y agudas que siguen afectando considerablemente en todas las dimensiones los intereses nacionales, como lo es el narcotráfico.

Colombia, primer productor de clorhidrato de cocaína de acuerdo al seguimiento mundial que realiza la ONU (Organización de Naciones Unidas), en el 2022 expandió a 204 mil hectáreas los cultivos de hoja de coca, la cifra más alta registrada desde el año 2001, en el que se inició el seguimiento estadístico a este fenómeno de crimen transnacional.

Para tener una idea de lo que se menciona, es importante conocer que una hectárea de hoja de coca produce un kilo de cocaína, y haciendo un cálculo lineal, hablamos entonces de cerca de 204 mil kilos de cocaína anual (204 toneladas) si se recolectara la hoja de coca una sola vez al año, pero debido a la tecnificación que le han dado a estos cultivos ilegales, en la actualidad pueden tener hasta 5 recolectas anuales, eso equivale a cinco veces 204 toneladas, para un producido superior a las 1000 toneladas anuales de cocaína (un millón de kilos aproximadamente).

Las cuentas exorbitantes de este crimen revelan que un kilo de cocaína en Colombia llega a tener un costo superior a los cinco mil dólares ($22.5 millones de pesos), al transportarlo a Panamá por la frontera (Golfo de Urabá y Pacífico norte colombiano), en un viaje en lancha de 15 a 20 minutos, allí su valor asciende a 12 mil dólares ($54 millones de pesos). Puesto en Centro América, vale decir, Nicaragua u Honduras, se negocia a 18 mil quinientos dólares ($83.2 millones de pesos), en México se cotiza a 23 mil dólares ($103.5 millones de pesos) y una vez entra al mercado norteamericano en Estados Unidos, se negocia el mismo kilo de cocaína que costaba en Colombia 5 mil dólares a 35 mil dólares ($157.5 millones de pesos). Y las cifras en el continente africano y europeo son astronómicas, 57 mil dólares por kilo y como para nunca olvidar esta pesadilla, en Australia se paga hasta 100 mil dólares por kilo ($450 millones de pesos).

Lo anterior equivale a decir, que si se exporta un millón de kilos al año y si todos llegan a Estados Unidos, estaríamos hablando de un negocio que puede llegar a mover anualmente 35 mil millones de dólares (168 billones de pesos), casi la mitad del Presupuesto General de la Nación para el 2023, entendiendo que se exporta más de un millón de kilos anuales, que cada kilo se negocia a más de 35 mil dólares y gran parte de ellos se destinan con preferencia a Gambia, Nigeria y Ghana en África y a España, Bélgica, Reino Unido, Alemania y Francia en Europa.

Las repercusiones del narcotráfico en el orden interno, a nivel social, dentro del contexto de la seguridad y la devastación del medio ambiente tienden a infinito.

En primera instancia, los cuantiosos ingresos ilegales que generan los cultivos de hoja de coca hacen que gran parte del campesinado mire como una mejor opción esta siembra que la de otros productos, más aún, si de parte del gobierno nacional no hay acciones para contrarrestarlos, considerando además que no requieren de sofisticados cuidados técnicos para su producción.

A nivel social, cada vez este delito llama más la atención, especialmente a jóvenes desempleados con ansias de conseguir altas sumas de dinero en forma rápida, convirtiéndose en transportadores, negociantes, miembros de bandas sicariales o terminan sumándose a clanes y carteles de la droga a nivel nacional e internacional, empeorando la actual descomposición social que vive nuestro país, reflejado en los altos niveles de criminalidad y violencia, constatados en asesinatos inclusive muchos de ellos de forma colectiva.

El abandono a la lucha contra las siembras de hoja de coca y contra el narcotráfico en general, da “libertad” a los grupos narcotraficantes para negociar casi que libremente la cocaína a nivel mundial, facilitando el ingreso de considerables divisas ilegales a Colombia, expandiéndose en el alza de los precios de inmuebles en la zonas de lavado de activos, aumentando el mercado de bienes de consumo (bebidas alcohólicas, vehículos y otros bienes de lujo), financiando el déficit externo y fortaleciendo indebidamente el PIB (Producto Interno Bruto), para al final concebir una burbuja económica que si llegara a reventar nos dejaría en los rines a nivel internacional, por estar soportando del narcotráfico la economía nacional. Además, no se puede ignorar los drásticos daños ecológicos que se han venido generando en forma creciente, debido a la deforestación que causan estos cultivos ilícitos, promediando en los últimos tres años (2019 – 2022) cerca de 170 mil hectáreas por año.

Ahora, para terminar de empeorar el tema, en la última semana se ha conocido de una propuesta de resolución que está circulando en el Consejo Nacional de Estupefacientes, con la intensión de legalizar los cultivos de hoja de coca a los llamados “pequeños” cultivadores y permitir a los clanes de la droga comprar la cocaína de manera legal al menudeo. En el mismo articulado se ordena suspender la actual erradicación manual de cultivos de los cuales supuestamente depende la subsistencia de una familia y que a la vez produzcan ingresos alrededor de los tres millones y medio de pesos. Los interrogantes a esta otra nueva iniciativa son: ¿Quién verifica?, ¿Qué autoridad sería competente para determinar a los verdaderos beneficiados?, ¿Quiénes cumplen en realidad los requisitos?, ¿Cómo hacer para evitar que los clanes del narcotráfico no se aprovechen y salgan beneficiados de estas medidas?, lo anterior demuestra lo porosa que sería la medida y por ende fácilmente vulnerable.

En conclusión, parece ser que seguimos rumbo firme y a pasos agigantados para convertirnos en un Estado socialista-comunista, con grandes dosis de impunidad con el objetivo de conseguir a raja tabla la paz total, y ahora adicionando un elemento supremamente venenoso, como lo es la permisividad al narcotráfico, visionando a mediano plazo una narcoeconomía si no se razona sobre las medidas contempladas, o por el contrario, muy seguramente habrá efectos negativos en el contexto internacional, para finalmente ahogarnos solos en la pobreza, la miseria, la violencia y el desprestigio total.

17 COMENTARIOS

  1. Señor Andrés buenas tardes.
    En vista de los últimos acontecimientos que han pasado con el presente gobierno como lo es la preocupación del Gobierno de los EE.UU. por las altas cantidades de coaina que están inundando sus calles y el la suspensión del cese al fuego con el Clan del Golfo. Me gustaría saber desde su experiencia y perspectiva el futuro que tendríamos como Estado.
    Agradezco su tiempo y apreciación.

  2. Así o más claro!!!! . Excelente artículo. Describe exactamente el impacto no solo en lo económico sino en lo social. Felicitaciones.

  3. Muchos personajes detras de esos negocios tanto como de izquierda derecha donde los que tienen las armas terminan siendo pelagatos de los de corbata solo por avaricia humana

    • Exactamente señor Otoniel, de ese crimen se benefician muchos, inclusive los que uno menos piensa. Mil gracias por su comentario, mi Dios lo bendiga

  4. Excelente artículo. Una realidad que siendo ya dramática perse, viene sumando matices que incrementan vertiginosamente el riesgo de afectación a gran escala para nuestra sociedad, algo totalmente nefasto.

    • Así es señor Leonardo “nefasto” para el mundo entero, y colombia llevará la peor parte por ser el primer productor mundial. Mi Dios le pague por su aporte

  5. Gracias señor Rojas.
    Es una verdad que desconocen muchos y que deberíamos saber todos para dimensionar los verdaderos alcances del narcotráfico.

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