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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

EditorialY volví a la vida

Y volví a la vida

Por LUIS FERNANDO CARDONA

El fino cordel que separa la vida de la muerte se volvió rutina en tiempos de pandemia cuando “enterramos” seres queridos en medio de la soledad que obliga el aislamiento. Debido a esa rutina, fue que dudé en contarles mi historia, una más de las muchas que a diario saltan en los titulares de los medios.  Lo haré, sin embargo, no por vanidad, que creo haberla perdido por completo, sino por respeto a quienes les prometí hacerlo, desafiando aquel estribillo que reza: “nunca segundas partes fueron buenas”.

Finalizaba el año 2020.   Viajé, acompañado de mi hermano a disfrutar la noche de San Silvestre en la colonial Villa de Leyva, para mi gusto la ciudad más bella de Colombia, que basa su encanto en el adoquinado de sus calles, su gran Plaza Mayor, la iglesia del Rosario que data del siglo XVII y la Casa Museo Antonio Nariño, donde falleció este héroe de la independencia, así como la casa del Primer Congreso de las Provincias Unidas, donde se redactaron las primeras leyes que rigieron nuestra patria, por allá en 1912.  No era mi primer viaje a esa bella población boyacense.  Ya había estado en Villa de Leyva otras tres veces, siempre descubriendo nuevos atractivos tanto en la ciudad como en localidades cercanas.  Entre éstas, Ráquira, capital indiscutida de las artesanías.  Y como siempre, me quedaban por conocer otras poblaciones, para las cuales el tiempo se hizo insuficiente.

Lejos estábamos de imaginar que por dos semanas habríamos de someternos al aislamiento voluntario ante el temor de haber sido contagiados.  Debo aclarar, sin embargo, que nunca pude confirmarlo ni descartarlo, en razón a la forma cómo opera el sistema de salud en Colombia.  A estas alturas, 25 días después de lo ocurrido, y luego de haber pedido ya desde mi casa una cita a la IPS todavía no recibo el llamado del médico.  Así que diagnóstico, quién sabe para cuándo.

Volvamos, pues, a la noche de Año Viejo, cuando la lluvia y la falta de transporte público presagiaban lo peor.  Unas pocas cuadras que separan la casa donde nos alojábamos del Terminal de Transporte se hicieron eternas por el frio y la humedad.   Al llegar al hogar de mi hermano y anfitrión, los síntomas nos pusieron en sospecha:  Dificultades respiratorias, diarrea, altas y bajas temperaturas, dolor en las costillas y una debilidad inusitada nos llevaron, al igual que a aquellos a quienes pedimos consejo, a presumir que habíamos adquirido el Covid 19.  En las dos semanas siguientes, el día y la noche transcurrían de igual forma.  El malestar nos invadió.   Deliciosas y bien servidas comidas se quedaban en la mesa sin ser probadas porque a la debilidad de nuestros cuerpos se sumaba una total inapetencia.  En medio del encierro, no teníamos las fuerzas suficientes para ponernos en pie, menos habría sido posible caminar hasta el hospital más cercano a solicitar un examen o una consulta médica.  Dimos por hecho que estábamos contagiados y comenzamos a consumir los remedios que a otros han servido para superar la enfermedad.  Los pedíamos a domicilio a la farmacia más cercana o en ocasiones, algún buen amigo o vecino nos los proporcionaban.  Por celular mantuvimos la comunicación con amigos y conocidos que nos hablaban o escribían para preguntar por nuestro estado de salud, pero pocos o ninguno se aventuraban a visitarnos por temor al contagio. 

Al final, Dios nos concedió la fuerza interior que nos impulsó a salir a buscar un rayo de sol y la convicción de que lo peor había quedado atrás.  Las piernas y los brazos recuperaron su movilidad, mejoraron los niveles de respiración y los latidos del corazón ya eran estables. 

No lo pensé dos veces.  Compré mi boleto de regreso a casa.   Hice escala en Bogotá, donde me embarqué a Pereira y aquí estoy desde enero 16 al lado de mi esposa, recibiendo sus cuidados personales.  ¿Víctima o no de la pandemia? Solo puedo decirles que estoy recuperado y que no hay mejor terapia que el trabajo.  Gracias a quienes se enteraron de lo sucedido y me compartieron sus buenos deseos.  Aquí estoy para seguir cumpliendo mi misión. 

2 COMENTARIOS

  1. Me alegro mucho poder saber que estas fuerte y listo para seguir la marcha,la vida nos sorprende con acontecimientos que nos hacen valorarla mucho mas y rebindicar el valor de vivir para contarla,adelante amigo siempre valiente y tan brillante mentalmente,te necesitamos muchos días más en medio de este mar de acontecimientos ¿!

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