Por: Jerson Andrés Ledesma Valencia
Una vez puesto el candado y cerrada la reja que conduce al pasillo, las cuatro paredes del pequeño calabozo avivan el interés por algunas preguntas. -Cucho ¿qué nos va a enseñar? -¿usted de dónde viene? En medio del silencio, la pedagogía se deshace para luego reinventarse.
Para hablar con los cinco jóvenes sentados al frente, es necesario recurrir a sus metáforas, percibir sus códigos, captar los tropos sobre los cuales se deslizan sus verbos y comunican con efectividad. -¿Qué es copear? -¿qué diferencia hay entre copiar y copear?, uno de los chicos no evadió la pregunta, -mire pa, copear es que no le como cuento, por eso digo, no le copeo a nadie- La palabra copiar no es de un uso técnico en la cárcel de los jóvenes, los tecnicismos mueren para dar paso a fórmulas lingüísticas más precisas en su entorno; -Lo importante es que entre nosotros aquí nos entendemos- Sentenció el chico.
Pasada la hora, el maestro, sin esperarlo, se halla en un universo de expresiones populares, extraños adjetivos como pintapelucas, muñeco, calvorio, frases propias como –lo mató un pajarito- Entre las estrechas paredes del lugar rebotan los adverbios que determinan modos de ser, conductas de rechazo o aprecio ante la vida. Entonces, ¿qué significa el habla?, así lo expresa el lingüista Edward Sapir en su obra El Lenguaje: “El habla es una actividad humana que varía sin límites precisos en los distintos grupos sociales, porque es una herencia puramente histórica del grupo, producto de un hábito social mantenido durante largo tiempo”. Pasadas casi las dos horas, se hizo una pausa en el ambiente para disfrutar de unos refrigerios, tiempo suficiente para entender que a veces la clase es simplemente escuchar al otro. –Profesor, no termine la clase. Si termina la clase nos encierran
Hola, Rafa. Claro que sí, discutir temas del lenguaje nos enriquece a todos. El mundo de las palabras nos envuelve. Un abrazo.
Maestro
Cada clase debería convertirse en un conversatorio.
Que sea una oportunidad de; (punto y coma) con-versar. Versar-con otros.
Además, una posibilidad de aprendizaje mutuo. Nadie es dueño del conocimiento.
También no hay nadie más copion- copeon que el maestro.
Jajajaja me acuerdo que en un colegio yo solía hablar mucho a los estudiantes y cuando les decía que comenzáramos ya, ellos me decían: «No profe, siga hablando». O algunas veces me decían: «profe, no trabajemos hoy, hablemos». Por eso me dio risa, porque me vi un poco retratada en ese artículo.
Hola, Blanca. Buenas tardes. El salon se vive como un aprendizaje siempre, por eso allí reflejamos parte de lo que somos.
Excelente el texto, gracias profe por seguir inculcado ese amor por las letras en aquellos que aún vibramos con una buena lectura.