Por: Alba Nury Orozco
¿Qué tienen los hombres para decir de la violencia? ¿No les afecta el conflicto ético al que nos enfrentamos cada día mujeres y hombres por disminuir la diferencia de poder enquistada en todos los espacios de socialización? ¿No les afecta la desproporción equitativa de la justicia en la sociedad? ¿No les afecta la degradación humana a la que nos lleva la violencia contra el cuerpo de la mujer, cada vez más desmedida, más espectacularizada y más cruel?
¿Qué tienen los hombres para decir? ¿Por qué no dicen, no nombran, no expresan cómo afecta la violencia masculina sus vidas, sus cuerpos, sus deseos, sus relaciones con el mundo? ¿Por qué si la violencia es ejercida principalmente desde los hombres -no solo contra las mujeres- no les genera ninguna necesidad de reflexión, de movilización, de cambio, de cuestionamiento a lo que llaman humanidad?
¿Creen los hombres que la violencia es realmente una forma de edificar una vida, de construir humanidad, democracia o justicia social? ¿Cuál es la apuesta de los hombres colombianos en la trasformación de la violencia de género? ¿Es la violencia Masculina solo un asunto de mujeres? ¿Qué decir de los hombres que violan, que violentan, que transgreden, que cosifican la vida? ¿No debe ser su humanidad y su daño una preocupación de todos y de todas, no es nuestra su imposibilidad y su vergüenza?
¿Por qué las organizaciones de mujeres y los movimientos feministas insisten, torpemente, en excluir a los hombres de una conversación franca sobre la Masculinidad y sus efectos en el sufrimiento y la infelicidad de hombres y mujeres?
¿Por qué no hablan? ¿Por qué temen narrar cuando se sintieron frágiles y lloraron? ¿Por qué siguen disfrazando su impotencia y negándola con más violencia? ¿Por qué se muestran incapaces de reconocer como problemático aquello que les corroe el alma y la vida? O es que ¿Realmente creemos que en este relato hay víctimas solo de un lado?