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ActualidadSin límites, ya no es protesta

Sin límites, ya no es protesta

Por JAMES CIFUENTES MALDONADO 

En un barrio popular de Pereira, el joven salió de su casa con premura, llevaba terciado a su espalda un bate de beisbol; el vecino, un señor ya de avanzada edad, le preguntó que si iba a volver a los desmanes a lo cual el muchacho, que tendría unos 17 años, le respondió que qué más hacía, que tenía que rebuscarse, que tenía que ir al alboroto a ver que pescaba; el señor lo despidió con la cantaleta de los abuelos diciéndole cuídese mijo, las cosas están muy jodidas, no busque que lo que no se le ha perdido, no le vaya a causar un dolor a su mamá.  

En otro lugar de la ciudad, una vecina le dice a otra, pero qué raro, los muchachos del bloqueo ya no son los mismos, los que están ahora no se me hacen conocidos, y su interlocutora le responde, claro mi señora, al parecer son de afuera, dicen que vienen unos de Cali y otros de Santa Rosa y dicen que por cada desmadre les dan 80 mil pesos.  

Yendo desde Neiva, antes de llegar a Pitalito hay un paraje llamado Altamira; hace unas semanas en ese lugar habían apostadas, a la lado y lado de la carretera, unas doscientas personas con sus carpas y sus fogones, además de los vestigios de lo que eran las barricadas que impedían el paso hacia el sur del país, hacia los departamentos de Caquetá y Putumayo. El conductor del vehículo, sin que yo se lo preguntara, me dijo, mire, esas personas no son de acá, nunca las hemos visto; al parecer vienen fletadas con todos los gastos pagos, dicen que desde San Vicente; lo particular es que cada cierto tiempo llegan unos camiones con nueva gente y se llevan los que estaban y así se van rotando.  

Las anteriores reseñas, aunque anónimas, corresponden a conversaciones reales, que muestran la dinámica que tomó la movilización social dos meses después de su inicio el 28 de abril. Ese día y las semanas siguientes al sentir de muchos fueron los tiempos más álgidos que ha vivido el país, lo más cercano a un ambiente de revolución, quizás lo más parecido recientemente puede ser el «Bogotazo» en 1948 con la diferencia de que lo sucedido ahora tuvo manifestaciones pacíficas y violentas prácticamente en todo el país, con mayor intensidad en algunas ciudades dentro de ellas Pereira.  

No sé, si por desgracia o por suerte, lo del 28 de abril ya pasó, y no sabemos si se repita; primero porque lo que flota en el aire ya no es la sensibilidad social exacerbada por los conatos de la reforma tributaria y al sistema de salud, en el marco del rechazo al gobierno Duque. No, lo que hay ahora son otras ganas y es otro el cansancio; la gente no quiere saber de bloqueos ni vandalismo; la prioridad ahora, cuando la efervescencia pasó y ya estamos seguros de que no hubo revolución, es reactivar la economía y que la vida siga, cuando se le quiebre el espinazo a la pandemia.  

Por eso, jóvenes de mi ciudad, si hoy los invitan no solamente a marchar sino a desordenar y a destruir, entiendan que eso ya no corresponderá a la movilización social del 28; el próximo 20 de julio no reeditemos la violencia, como lo están anunciando, o por lo menos, si eso llega suceder, tengan claro que sus actos irán más allá de la protesta, que estarán en los terrenos de la ilegalidad e incluso, quizás sin saberlo, de la subversión. 

2 COMENTARIOS

  1. Inevitable en un país donde se logró tumbar lo que más perjudicaba a los que poseen. Mientras los desposeídos siguen aún más miserables que antes y bajo un panorama sombrío.

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