Por ONÉSIMO VÁSQUEZ POSADA
Tres cantos, tres nocturnos
COMO UNA INMENSA LLANURA ES LA NOCHE
Como una inmensa llanura es la noche;
habitada por sombras y ramas con abrojos;
gritos de lechuzas y cantos antiguos.
Transitada por ecos de bosques moribundos;
antiguos lamentos de los sacrificados,
ángeles caídos en las praderas;
campos iluminados por lunas eternas.
Se escuchan lejanas lluvias acercándose;
martillos pesados en cielos espectrales:
tambores que anuncian los diluvios.
Llueve, llueve…
Las lluvias invocan muros,
mazmorras nocturnales,
recintos de ensueño o pesadilla,
cárceles que el tiempo ha congelado
protegidas por musgos entre cascadas.
Llueve a torrentes sobre la tierra virgen,
sobre los campos afligidos de la indigencia,
ropajes sombríos de la penuria.
En un relámpago.
El prodigioso cielo renace brillando con estrellas,
bóvedas de ébano y oro en las cordilleras
donde se enjambran los ojos del tiempo,
mirándonos.
Asimismo, es la noche amorosa de los amantes
cómplice de los que cantan a la vida
en quejidos de fertilidad y de lujuria.
Tantas vidas por ti noche,
creadas y desaparecidas en un instante;
el gemir y el cantar unidos a ti
en los caminos nocturnos poseídos por las tinieblas.
Goces y dolores germinando en ti;
naufragando en ti.
¡Oh noche eterna!
Onésimo Vasquez Posada, Agosto 4 2021
ALAS NOCTURNALES
«Hay quien cruza el bosque y solo ve
leña para el fuego»
Leon Tolstoi
La noche edificando sus muros y sus torres,
sobre la ceniza de lo verde.
Dosel insondable que envuelve la tierra,
yerma por la savia derramada.
Alas nocturnales, sombras de la noche,
testigos fueron del paso del metal,
cómplices mudos de la crueldad de los hombres,
siluetas espectrales, alargadas
en catedrales de infamia.
Bosques boreales traslúcidos en soles moribundos,
sonoros en el gemir del riachuelo,
escapando hacia el mar
entre las hierbas húmedas de sangre.
Un frío glacial apuñala la piel en fisura de cielos,
atravesando la selva anochecida con historias crueles.
¿Qué fue de los antiguos bosques
temblorosos de vida?
anteriores a la luctuosa floresta violada por el hacha,
¡ah, la lujuriosa avidez humana ¡
El quejido inocente, la sangre esparcida.
El invierno entrelaza su vestidura de lluvias,
bajo cielos plomizos; entre reinos del asombro.
Onèsimo Vasquez Posada
LA NOCHE EN FÁBULA DE SUEÑOS
La noche en fábula de sueños en riachuelos que Caen
Más allá de insomnes ríos que desembocan en Ciudades
Guiando la inercia en filas de supermercados
En los buses con sus eternos círculos
Hacia los precipicios del tiempo en átomos ignorados
Noche iluminada por lunas
Lagos serenísimos en selvas de durmientes
Noche fluyendo entre pasos de insectos
Prisionera en los ojos del gato
Aristócrata cautiva bajo las marismas del cielo
Sencilla hija de las esferas
Oh noche anterior al universo
Partera de mundos, inspirada madre de planetas
Letal comadrona de almas
Levitando en la liviandad de los bohemios
Hacedora de huérfanos
Noche silenciosa en amantes viudos
En esquinas abandonadas
Sombras de las esperas
La luz te persigue pero te ama oh noche
Grácil bóveda de estaciones del otoño
Dosel ignorado en bosques de jaguares
Silenciosos dioses milenarios te copulan
Oh gran náufraga en los mares del tiempo