A repartir condones

Por: John Harold Giraldo Herrera

Docente Universidad Tecnológica de Pereira

El orden de las prioridades en nuestros días ha cambiado, tanto para los individuos como para las naciones, el hecho de proteger la vida humana, se ha volcado en lo esencial, una paradoja en Colombia que ha sido ejemplo por menospreciarla. Suelo pensar que los extraterrestres nos miran y se preguntarán con cierta extrañeza qué es lo que nos hace mutar, ahora de manera repentina, de un momento a otro estando más en nuestras casas, lo símbolos esgrimidos son el miedo, el abrazarnos más desde el interior, y el papel higiénico. En unos cuantos meses superado el confinamiento, seguro habrá necesidades y desafíos no pensados o no planificados. Haciendo un poco de prognosis, en Colombia y en el mundo, el encierro reventará en más nacimientos. Estar en casa, supone pensar y desarrollar una serie de actividades muy diversas, el rey sin duda es el smartphone y con él y la gran autopista planetaria de la internet, las relaciones gestadas en video llamadas, chat, fórmulas desde la virtualidad para hacer del “calor” o el pixel del encuentro, más pasables los días. Por supuesto, sabemos que el capital no para y las apuestas por unos aislamientos inteligentes, suponen la muerte para quienes crean la riqueza: el trabajo humano.

El hecho puntual es que al subsanar las prioridades básicas (comida, sobre todo) no resueltas por una buena parte de la población es parte de lo esencial. Atizadas un poco, en Pereira, por ejemplo, con el pago de los servicios públicos, al estrato 1, 2 y 3. Adicional sobresalen las solidaridades de cientos que han permitido que los días avancen sin que muchos padezcan sus encierros, aunque por lo visto, lo que hacen ciudadanos y empresas para ayudar, no alcanza. O lo de dirimir las deudas con el sector privado y financiero, entre otras; resultan paliativas y ahí en medio de un declive político, en donde pocas figuras parecen ser las que lideren con ecuanimidad, la improvisación y la toma de medidas sin mucho fundamento, se reventarán en un posible estallido social.

El caso es que no tenemos una sociedad que reparta libros para asumir el encierro, ni esté entregando agendas culturales, lo hacen los creadores de modo desinteresado. La más alta de las programaciones se la llevan las pantallas y con ellas el volumen de información ha crecido tanto como el tráfico por internet, en el que se llama a priorizar y no enviar demasiados vídeos o imágenes, sino lo más liviano, como el texto y los pod cast. Tampoco se nota una campaña para repartir preservativos, primero lo esencial. Pero, de avanzada, sería que las secretarías de salud del país, y en particular la de Pereira lo hiciera, no a secas, sino acompañada de una estrategia articulada para prevenir la llegada de seres que no se encuentran pensados o decididos. Sabemos que una buena parte de colombianos, no fue primero pensado, sino que salió, producto de fiestas, imprevistos, y nada mejor que un ser humano sea traído por la voluntad, decisión y con la conciencia universal.

El caso es que la curiosa forma de vivir refugiados, agrava la situación de las mujeres vulneradas en sus casas, quienes padecen por la horda de acosadores y abusadores, hecho que llama mucho la atención, debido a que el problema se encuentra en los propios ambientes, donde la seguridad y la calma, la tranquilidad y las relaciones afectuosas a veces no es lo que prima; hasta la fecha van 15 mujeres asesinadas en sus casas y existen serias preocupaciones por el alza de llamadas a los sitios de atención y las denuncias efectuadas.

Una de las actividades intensas ejecutadas por estos días, es el incremento de las relaciones sexuales, tanto que el Ministerio de la salud en Colombia, emitió un comunicado despejando dudas, y muchos dedujeron que ante la especificidad y lo detallado de la circular, el Ministerio es nada mojigato al tratar el tema: Abc sobre las relaciones sexuales y las enfermedades por Coronavirus. De manera explícita se habla sobre el sexo anal, las prácticas poligámicas, lo importante de no transmitir saliva por medio de los besos y otros contactos, y usar preservativos y otros métodos para evitar los embarazos no deseados. Los baby boom, serán la prueba de ese confinamiento.

Lo que aumenta es muy curioso, así como lo que disminuye. Los divorcios y las situaciones de violencia intrafamiliar, las decisiones que estaban en pausa, ahora se desatan… el abrazo no dado, el viaje no hecho, aunque nos damos cuenta que un montón de cosas sobraban y lo más placentero y dichoso se encontraba cerca a nosotros y no nos habíamos dado cuenta. Saldremos distintos y menos distantes del encierro, pero también con más población. La que se anda gestando pondrá nuevos números sobre el planeta, mientras podemos acercarnos a medio millar de muertos, habrá que ver la equivalencia de la natalidad.

Así que las administraciones locales y sus instituciones de salud, deberían repartir preservativos, muchos de ellos agotados en los supermercados, también idear campañas para que se tomen decisiones responsables y que, en medio de esta incertidumbre, los planes de planificación familiar, los de prevención de la violencia al interior de lo hogares, deberían ser parte protagónica de la agenda.

He leído a muchos hombres y mujeres decir que no traerían más personas a sufrir al mundo, lo cierto es que la vida siempre será sinónimo de esperanza y que dependiendo cómo establezcamos prioridades, la vida humana prevalecerá, y será el símbolo social, de fuerza y el emblema de lo que somos. No todos somos culpables y responsables sino una clase y unos grupos que acaban con lo que hemos construido, así que bienvenido el hecho si de repartir condones y propaganda para impedir que nazcan quienes no son deseados.

haroldgh@utp.edu.co

[1] Docente asociado. Docente universitario. Periodista y documentalista independiente. Entre sus experiencias investigativas se encuentran los medios, las comunidades de origen, la pedagogía y la cultura. Coordina el grupo Enfokados y pertenece al grupo de investigación Acdm, Análisis crítico del discurso multimodal.