Cuando un amigo tiene un deseo que puedes complacer, pero al mismo tiempo ese deseo enriquece tu acervo y se presta para recargar tus energías y, por si fuera poco, fortalece tu relación de pareja, entonces el regalo te lo estás dando tú mismo.
Sucedió cuando mi dilecto amigo Danilo Salazar me comunicó que, como regalo de cumpleaños sus hijos le habían obsequiado un paseo a Santander, la tierra de sus amores, y que deseaba hacer el viaje en mi compañía y la de mi esposa Solángel.
Esa sumatoria de circunstancias, como cuando los astros se alinean, nos llevó a un soñado viaje por los caminos de la Revolución Comunera.
En bus, como los existencialistas mochileros de los años sesenta, viviríamos una experiencia irrepetible aunque ojalá en esto me equivoque, no una sino muchas veces.
No caben en estos pocos renglones tantas experiencias vividas en esta amorosa expedición histórica, al epicentro de nuestra rebelión comunera.
Bástenos saber que detrás de la gira se esconde el deseo de un maestro (de la historia y de la vida) por ver en persona a quienes fueron sus compañeros de trabajo, sus alumnos o sus vecinos en la tierra donde creció personal y profesionalmente, al punto de graduarse como licenciado y traer al mundo dos de sus amados hijos.
Danilo tiene el corazón dividido. Nació en Marsella, vive en Santa Rosa de Cabal y sus años de juventud los vivió con toda intensidad en esa bella población localizada al oriente de la Serranía de los Cobardes, hoy más conocida como Serranía de los Yariguíes, donde se encuentran las zonas escarpadas que rodean los valles de los ríos Suárez, Fonce y Sogamoso.
En ese entorno está ubicado el municipio de San Gil, más exactamente en el costado oriental del Río Fonce (antes conocido como Mochuelo), según se lee en la cartilla del Banco de la República https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-363/san-gil
Cuenta la historia que “Cuando las Reformas Borbónicas fueron puestas en marcha, durante la segunda mitad del siglo XVIII, San Gil hacía parte del área de influencia de Zapatoca, una de las cuatro principales factorías de tabaco de la Nueva Granada (junto a Girón, Ambalema y Candelaria). Esas reformas tuvieron efectos adversos para San Gil. Así, en 1776, las autoridades virreinales ordenaron la reducción de los distritos de siembra del tabaco.
“En un comienzo, las jurisdicciones de Socorro y Vélez quedaron excluidas, y el cultivo se centró en Girón, San Gil, Zapatoca, Charalá y Simacota. Más adelante, en 1778, solamente Girón y Zapatoca conservaron ese derecho y el descontento popular resultante desembocó en la rebelión de los Comuneros.”
Inició aquí nuestro viaje por el túnel del tiempo en busca de pueblos construidos en cal y canto, con techos de teja de barro y calles empedradas, por donde parecen escucharse las pisadas de los rebeldes que se levantaron en contra de la coronal española protestando por los altos impuestos y que fueron la simiente de nuestra independencia.
San Gil tiene una población no mayor a los cien mil habitantes, según el Dane, aunque el movimiento comercial y la percepción del visitante dicen otra cosa.
Es sede de un colegio inmenso con una historia aún más inmensa y una tradición que llena de orgullo a sus egresados; de una catedral enorme que da fe de una tradición inquebrantable; de sinuosos caminos empedrados que conducen a una gruta donde se venera a la Virgen y de calles empinadas que sólo se pueden caminar en zigzag. También allí está ubicado el parque El Gallineral, un sitio de interés turístico de inmensas ceibas y donde se rinde tributo a la hormiga culona; en el San Gil de hoy conviven las arquitecturas tradicionales que dan cuenta de siglos memorables al lado de modernos centros comerciales que avizoran un futuro de progreso. Aquí comenzamos a andar con las mochilas al hombro.
Esta fue la primera escala de una correría de diez días. Mil gracias por su hospitalidad a nuestra anfitriona en San Gil, la señora Esperanza Méndez. Algún día esperamos retribuir su gentilieza recibiéndola en nuestra casa y compartiendo las bellezas del Eje Cafetero. Será hassta entonces.
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Gracias Danilo por compartir su magnífica experiencia en compañía de sus amigos, gracias don Luis Fernando por su invitación. Cuando deseen volver con gusto serán bien recibidos, Danilo sabe que son acogidos como familia. Bendiciones
Esprancita, muy por el contrario, gracias a usted por su generosa hospitalidad y sepa que en Dosquebradas, Risaralda, le tenemos reservado un lugar para que pase unas buenas vacacioneds en el Paisaje Cafetero, que es patrimonio cultural e inmaterial de la Humanidad.
Saludos Danilo.
Excelente escrito.
Viendo las imágenes, Santander es un museo en el cual se conserva y nos recuerda la historia de Colombia. Con relación a este escrito y escritos anteriores, observando ciertas imágenes, francamente en ese tiempo Santander era un polvorìn, una calentura completa, necesaria para lograr lo que se logró.
Muy bonitas las imágenes.
Los integrantes del opinadero deberíamos organizar un viaje con Danilo que conoce para nosotros conocer también esas tierras tan hermosas y cargadas de historia. Yo creo que el estar allá me haría retroceder en el tiempo.
Feliz día .
Siga escribiendo Danilo.
Que experiencia tan maravillosa, gracias por compartirla!
Que bonito relato de historia, compañerismo, bellos recuerdos y amistades inquebrantables…. bendiciones
Sin duda, una expedición a lo más íntimo del corazón humano.