El estrecho margen en la votación de la consulta popular, donde 49 votos por el no se impusieron sobre 47 por el sí, precedida por la resurrección de la reforma laboral, da una idea clara sobre la turbia compra del Senado , en el que al final el Gobierno dio un sorpresivo giro de 180 grados al solicitarle a la plenaria de la Corporación, a través de los Ministros Armando Benedetti y Antonio Sanguino, el primero del Interior y el segundo del Trabajo, llegar a un acuerdo en el trámite de la iniciativa antes del 20 de junio, planteándose en ese momento serias dudas sobre el futuro de la consulta popular que estaba próxima a definirse. Sin lugar a dudas la inclusión en el orden del día de la votación del informe de apelación, reviviendo la reforma laboral, fue una hábil estrategia de quienes se oponían a la consulta, logrando su cometido. Su alto costo, estimado entre 700 y 800 mil millones de pesos, a más de la extrema presión del gobierno Petro, incidió de forma determinante en la decisión final del Senado. Informado de su derrota el presidente Petro realizó una desafortunada alocución desde China, en la que habló de un supuesto fraude en la votación del Senado, arremetiendo contra el presidente de esa célula legislativa Efraín Cepeda y del secretario de la misma, Guillermo González. Y decimos intervención desafortunada, porque fue una clara amenaza al país, convocando a las centrales obreras, comunidades indígenas, juntas comunales, estudiantes y al pueblo en general a un estallido social para responder con firmeza y decisión a la negativa de la consulta popular, ordenando como Comandante en Jefe a la Policía Nacional no proceder frente a la acción del pueblo que libremente debe manifestarse. Con este llamado irresponsable pretende volver a incendiar el país como lo hizo como senador el 28 de abril de 2021 acolitado por su movimiento la Colombia Humana, en el que por espacio de dos meses sus fanáticos de la Primera Línea, interrumpieron el normal desenvolvimiento de las actividades económicas en el territorio nacional, causando pérdidas y destrozos económicos que superaron los US 3.000 millones de dólares, $11 billones de pesos, fuera de las vidas humanas, en un acto criminal y salvaje como respuesta a una reforma tributaria bajo el gobierno de Iván Duque. Este presidente, con minúscula, formado en los delitos de la subversión, ha dado muestras de sobra de no importarle la situación social y económica del país y con su enorme ego, agravado y multiplicado con sus adicciones a las drogas, según lo denunciado por su ex canciller Leyva Durán, se cree empoderado por fuerzas supra terrenales que lo convierten en un ser “intergaláctico y sideral”, que una vez más convoca a la destrucción de nuestra nación, por el solo hecho de no aceptar nuestra democracia, la que juró cumplir y respetar en su posesión como mandatario. El director nacional de la Policía sabe bien, que órdenes contrarias a su formación como general de la República, así provengan del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, no solo no debe cumplirlas, sino que su obligación está en defender la institucionalidad, impedir el desbordamiento de las acciones de hecho de los manifestantes, protegiendo la propiedad privada a más de la pública y, por sobre todo, ordenar a sus hombres salvaguardar la vida de todos los colombianos.
Alberto Zuluaga Trujillo. Alzutru45@hotmail.com


