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LUIS FERNANDO CARDONA
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ActualidadEL LEÓN NACIENTE DE MEDIO ORIENTE: ¿EL DESPERTAR DE UN CONFLICTO CANTADO?

EL LEÓN NACIENTE DE MEDIO ORIENTE: ¿EL DESPERTAR DE UN CONFLICTO CANTADO?

Si usted ha visto los noticieros y titulares en medio oriente de los últimos años, sabrá que el común denominador es siempre uno: Israel ataca, Israel escala o Israel arremete. En efecto, Israel es el menos querido de los vecinos de esa región, y, por ende, debe defenderse; básicamente todos sus vecinos han jurado destruirlo, pero, existe un vecino que incita a los demás y se trata de Irán, el brabucón del vecindario. Veamos qué paso.

La reciente Operación León Naciente, ejecutada por Israel contra instalaciones estratégicas en Irán, ha encendido nuevamente las alarmas de una guerra abierta en Medio Oriente. Aunque muchos analistas calificaban la tensión entre ambos países como un conflicto latente y contenido, esta ofensiva marca un cambio cualitativo: Israel ha pasado de la disuasión a la acción directa. Lo que estaba contenido, hoy se ha desatado.

Los objetivos del ataque no fueron menores. La ofensiva aérea, cuidadosamente planificada, destruyó infraestructuras clave vinculadas al programa nuclear iraní. El blanco más significativo fue la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, corazón del desarrollo atómico iraní. También fueron golpeadas bases aéreas, centros de lanzamiento de misiles balísticos y depósitos de drones de ataque. Pero el mayor impacto fue humano y simbólico: Israel logró abatir a Hossein Salami, jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica; Fereydoon Abbasi, exdirector de la Organización de Energía Atómica; y Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor del ejército iraní. Tres figuras centrales en la arquitectura militar y disuasiva de Teherán.

¿Por qué ahora?

La pregunta no es sólo qué ocurrió, sino por qué ocurrió ahora. En los últimos meses, la inteligencia israelí detectó un aumento alarmante en el enriquecimiento de uranio en Natanz y Fordow, alcanzando niveles cercanos al 90%, el umbral para uso militar. Irán, amparado en la ambigüedad del JCPOA (el acuerdo nuclear firmado en 2015), y con la supervisión debilitada del OIEA, avanzaba sin freno hacia la capacidad nuclear efectiva.

A este escenario se suma un entorno regional cada vez más agresivo. Las milicias islamistas respaldadas por Irán —Hamas en Gaza, Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen y grupos armados chiitas en Siria e Irak— intensificaron ataques contra intereses israelíes y estadounidenses. La reciente guerra  entre Israel y Hamas, con participación indirecta de Irán, fue el punto de ebullición.

Para Israel, se trataba de una amenaza existencial: dejar pasar el momento sería permitir que un régimen ideológicamente comprometido con su destrucción tuviera capacidad nuclear. La lógica de Tel Aviv es clara: actuar ahora y con contundencia, antes de que la ventana estratégica se cierre.

Una vieja enemistad, un nuevo capítulo

Las tensiones entre Israel e Irán no son nuevas, pero sí han mutado. Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán transformó su política exterior en una cruzada ideológica antiisraelí. El financiamiento de milicias, el negacionismo del Holocausto, y la doctrina de «resistencia armada» han sido pilares del régimen. En respuesta, Israel ha desarrollado una doctrina de acción preventiva que le ha llevado a atacar sistemáticamente blancos iraníes en Siria, Irak y el Líbano. Pero esta es la primera vez que ataca directamente el territorio iraní de forma tan profunda y letal.

El asesinato de Salami, Bagheri y Abbasi no sólo desarticula parcialmente el aparato militar iraní, sino que golpea el ego y la narrativa de invulnerabilidad del régimen. Para Teherán, esta es una agresión que no puede quedar sin respuesta.

¿Qué podría hacer Irán?

Desde el punto de vista geopolítico, Irán tiene varias opciones:

Escalada directa: responder con un ataque balístico sobre territorio israelí o intereses estadounidenses en la región. Esto significaría un paso hacia la guerra abierta, pero podría verse limitado por el temor a una represalia devastadora.

Guerra por delegación: activar a sus milicias aliadas para presionar a Israel desde múltiples frentes. Este es el escenario más probable en el corto plazo: más ataques desde el sur del Líbano, más lanzamientos de misiles hutíes en el Mar Rojo, y sabotajes encubiertos.

Movilización diplomática: aunque menos probable, Irán podría apelar a la ONU y a potencias como Rusia o China para condenar el ataque, buscando aislar diplomáticamente a Israel. No obstante, su historial y su opacidad nuclear juegan en contra.

La posición interna del régimen también se verá tensionada. Las pérdidas sufridas no son solo militares, sino simbólicas. El liderazgo iraní deberá mostrar fuerza o arriesgarse a perder legitimidad ante su propio pueblo y su red de aliados regionales.

Estados Unidos, entre la contención y la complicidad

Aunque la Casa Blanca ha pedido contención, fuentes del Pentágono confirmaron que Israel notificó a EE.UU. sobre la operación antes de ejecutarla. La ambigüedad de Washington es estratégica: por un lado, no puede aparecer como cómplice directo del ataque; por otro, tampoco puede permitirse un Irán nuclear, ni ver debilitado a su principal aliado en la región.

Escenarios futuros

El tablero geopolítico se reorganiza rápidamente. Varios escenarios están sobre la mesa:

Guerra regional limitada, con escaladas en el Líbano, Gaza y Siria, pero sin enfrentamiento directo masivo entre Israel e Irán. Aquí, EE.UU. actuaría como freno suave, pero plenamente a favor de disminuir la capacidad nuclear de Irán

Intervención diplomática de actores externos, como Rusia o China, que ven en el conflicto una oportunidad para mediar y ganar influencia global. Sin embargo, su capacidad real de contención es limitada.

Disuasión renovada: Irán ha sido estratégico. Si bien, sufrió golpes vitales, la infraestructura militar y nuclear iraní está lejos de ser arrasada. ¿Por qué?, la gran mayoría de instalaciones relevantes están 500 metros bajo tierra, reforzadas por capas de concreto y hormigón. Solo una operación excepcionalmente planificada y calculada, sumada con tecnología de punta, que solo la posee los Estados Unidos, podría, si acaso, hacerle cosquillas a las “caletas” de armas de Irán

Conclusión

La suerte está echada. Irán ya respondió con una legión de drones que fueron interceptados por el escudo antiaéreo de Israel. El conflicto sigue escalando hasta lo que pareciera una guerra sin cuartel. Por ahora, el mundo mira expectante un conflicto que parece haber perdido toda clase de contención

1 COMENTARIO

  1. Excelente análisis, mi apreciado amigo. Desde ki punto de vista creo que los EEUU utilizaron, mas bien, a Israel como proxy para que hicieran ellos lo que podria ser algo mas complicado para los EEUU, ya que Irán no habia probocafo a EEUU directamente. Al mismo tiempo, el acuerdo firmado y ratificado durante la administración de Barrack Obama en el 2015, disminuia considerablemente el desarrollo de armas nucleares por Irán. Pero si recuerdas, este acuerdo fue anulado por la primera administración de Trump, permitiendo así que Irán siguiera el desarrollo de su programa nuclear.

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