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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLA DESHONRA MILITAR

LA DESHONRA MILITAR

 

En el contexto militar, el honor representa el valor más sagrado y respetado. No es una simple cualidad personal sino un principio estructural que cohesiona la disciplina y la confianza dentro de las Fuerzas Armadas. Los valores como la lealtad, la valentía, la obediencia, la disciplina y, por sobre todo, el respeto al mando, hacen parte del entramado moral que guía la conducta militar. Por todo lo anterior, resulta inaceptable la presencia del Mayor General Pedro Arnulfo Sánchez Suárez como integrante de un Gobierno corrupto, que ha violentado y socavado la integridad de nuestras Fuerzas Armadas. Difícil entender cómo un general de la República, permite y tolera la desinstitucionalización del cuerpo armado al que perteneció y juró defender hasta con su propia muerte. El diario accionar de grupos terroristas en toda la geografía colombiana, con unas fuerzas militares amarradas, presenciando la entrega de regiones a los delincuentes, es la mayor de las atrocidades del Gobierno Petro que, bajo la bandera de la “paz total”, negocia sin escrúpulo alguno con bandidos de todas las condiciones, mientras nuestros soldados y policías son rodeados con palos y machetes, secuestrados y afrentados por unas turbas enardecidas que empujadas por el discurso del odio del guerrillero que nos gobierna, en muchas ocasiones deben dejarse asesinar con los fusiles en las manos. Lo sucedido el pasado 3 de septiembre en Villagarzón Putumayo, en un operativo antidroga para destruir un laboratorio de cocaína, en donde dos soldados fueron atacados con gasolina por un grupo de civiles que les prendió candela, es un hecho criminal derivado de los errores y fracasos de esta política. El secuestro, que no retención de 34 soldados por cuatro días, por orden de “Iván Mordisco”, da una clara idea de esta gobernanza criminal de Petro. Lo insólito, es que el Gobierno con el ministro de Defensa Pedro  Sánchez celebró la liberación como un triunfo. Hay quienes piensan que una respuesta de nuestros soldados hubiese empeorado la situación. Sin duda alguna, pero se impone restablecer el respeto por la autoridad, así implique más muertos en ese momento, en la seguridad de que se preservarán  más vidas a futuro.  Nuestras Fuerzas Armadas arrodilladas, sometidas y ultrajadas, no pueden seguir siendo el triste espectáculo nacional. La muerte de un puñado de militares helitransportados en Antioquia y la explosión en las inmediaciones de la Fuerza Aérea Marco Fidel Suárez, en Cali, son solo dos hechos de envalentonamiento que  demuestran el ataque alevoso a nuestra Fuerza Pública sin  temor alguno. La cereza de pastel, sin duda, lo constituyó el vergonzoso “tarimazo” presenciado por el país el pasado 21 de junio en la plazoleta La Alpujarra de Medellín, cuando Petro lideró un encuentro con los jefes de las estructuras criminales de la región, sacados de la cárcel de Itagüí, con presencia del ministro de Defensa; general Pedro Sánchez, para quien la fidelidad a su jefe exguerrillero pesó más que el Juramento de Bandera. Deshonrar la institución que lo formó y a la que juró lealtad hasta su muerte, es inaceptable. La palabra de un soldado vale tanto como su desempeño en el campo de batalla. Violar los principios militares, implica traición al deber y a la confianza depositada por sus superiores, compañeros y la nación misma. Su renuncia, jamás devolverá el esplendor al mancillado uniforme, que con orgullo vistiera, el servil militar.

 

Alberto Zuluaga Trujillo.                                                     Alzutru45@hotmail.com

 

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