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Actualidad“SI AÚN HAY HUMANOS, QUE SEAN DE VERDAD”

“SI AÚN HAY HUMANOS, QUE SEAN DE VERDAD”

 

 MENSAJE PARA LOS PEREIRANOS DEL 2061

Por Javier Ríos Gómez

 

Hoy, en el año 2061, cuando la Universidad Tecnológica de Pereira celebra su primer centenario, se abre esta cápsula del tiempo que hace treinta y seis años depositamos con esperanza.

Dentro de ella viajó este mensaje que escribí en el 2025, en nombre de quienes creímos en la fuerza de la palabra, en la educación como semilla de futuro y en la humanidad como destino compartido.

Escribí, desde una época en la que la ciencia y la tecnología avanzaban a un ritmo vertiginoso.

La inteligencia artificial comenzaba a transformar nuestras formas de aprender, trabajar y comunicarnos.

Las redes sociales alteraban el tejido de nuestras relaciones, y la polarización política ponía en riesgo el diálogo y la convivencia.

Vivíamos, sin duda, en un mundo acelerado, donde lo esencial parecía perder terreno ante la inmediatez y la distracción.

En medio de ese torbellino, muchos seguimos creyendo que la educación, la cultura y las humanidades eran los pilares indispensables de toda sociedad verdaderamente humana.

Desde Pereira, ciudad laboriosa, soñadora y profundamente creativa, defendimos el arte como refugio, la palabra como puente y la universidad como espacio sagrado de pensamiento y transformación.

Este mensaje, que hoy se lee en el marco del centenario de la UTP, fue mi forma de agradecer y dejar testimonio.

Agradecer al rector de ese entonces doctor Luis Fernando Gaviria Trujillo, a las directivas, al cuerpo docente, a los trabajadores y a todos quienes, con vocación y entrega, hicieron posible una universidad que formaba profesionales íntegros, sensibles y comprometidos con el desarrollo humano, social y ambiental de la región y del país.

Mencionar con especial afecto a mi hija, Olga Liliana Ríos Trejos, docente de esta casa de estudios, con la esperanza de que hoy —al abrirse esta cápsula— aun siga vinculada y pueda leer estas palabras con el mismo amor con que fueron escritas.

En aquel 2025, me preguntaba si ustedes, los habitantes de este 2061, habrían logrado superar los dolores que nos aquejaban:

la soledad de los mayores,

el desprecio por la palabra honesta,

la indiferencia ante la pobreza,

la banalización de la política,

el olvido de la historia,

la violencia disfrazada de ideología.

¿Habrán aprendido a convivir sin destruirse?

¿Habrán comprendido que el desarrollo no se mide solo en cifras, sino en dignidad compartida?

Esas preguntas, que entonces eran inquietud, hoy deseo que sean lección aprendida.

Siempre sostuve que la memoria no era un lujo, sino una necesidad; que la vejez no debía vivirse como castigo, sino como legado; que el conocimiento no podía ser privilegio, sino derecho; que la espiritualidad no era evasión, sino raíz; y que la democracia no se defendía solo en las urnas, sino en el respeto cotidiano por la diferencia.

Y advertí también, con una mezcla de esperanza y melancolía:

“Si algún día la humanidad coloniza otros planetas, si la conciencia humana se replica en máquinas, si las ciudades flotan sobre el mar, que no se pierda el valor de una palabra dicha con el alma, el aroma del café recién hecho, el canto de los pájaros al amanecer, la costumbre de contar historias, de llorar por amor y de luchar por justicia.”

Hoy, en este 2061, esas palabras resuenan más vivas que nunca.

Porque, aunque la tecnología haya alcanzado horizontes inimaginables, seguimos necesitando lo esencial, la humanidad, la ternura, la memoria y la esperanza.

Escribí entonces que hubo un tiempo en que escribir era un acto de resistencia y enseñar, un acto de fe; que desde estas montañas del eje cafetero creímos que la belleza podía salvarnos, que la poesía era herramienta y no adorno, que la ley podía ser puente y no trampa, y que la universidad era, por encima de todo, un compromiso con la vida.

Hoy, al abrir esta cápsula del tiempo, deseo que estas palabras no sean solo un recuerdo, sino un llamado.

Que los pereiranos de hoy de este futuro —ustedes— nunca olviden quiénes son, de dónde vienen y qué vale la pena defender.

Desde el corazón de mi tiempo, desde ese mundo desconocido que es la eternidad que hoy me revive al leer este escrito, con respeto, amor y esperanza,

 

Javier Ríos Gómez

Gestor y periodista cultural

Pereira, año 2025

 

(Para leerse en la conmemoración del Centenario de la Universidad Tecnológica de Pereira — 2061)

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