Por VIGÍA CÍVICA
La actual pandemia nos ha revelado realidades que nos impactan con la fuerza de un rayo. La fragilidad de la vida humana, aunque conocida hace siglos, nos aturde cuando ya los muertos superan un millón; la imposibilidad de acelerar las vacunas, aunque exista la disponibilidad de invertirles millones de dólares, es otra que cuesta entender. Pero, la falta disciplina social, necesaria para ejecutar elementales medidas personales de bioseguridad, nos pone en el peor laberinto que, como especie en peligro, debemos cruzar.
Multitudes crecientes las ignoran, con un desdén criminal; generando una amenaza letal para otros miembros de la comunidad.
Casi cada día se informa de intervenciones de la Policía para disolver aglomeraciones o fiestas clandestinas en muchas ciudades de Colombia, pero esas acciones parecen escasas en nuestra región, a pesar de que aquí las rumbas distan mucho de ser clandestinas, pues se escuchan a cuadras, bien sea en los elegantes condominios de Cerritos o en humildes viviendas de La Laguna. Como consecuencia los contagiados crecen cada día.
En este contexto llegaremos a la versión nacional del “Halloween”, una mezcla de fiesta de disfraces para los niños y de descontrol y permisividad de un carnaval costeño, para algunos adolescentes y adultos. Tal mixtura, en época de pandemia, puede generar una escalada de contagios masivos, pues, sería imposible controlar que los niños, en la calle, se lleven a la boca cualquier cosa que caiga en sus manos y, por lo ocurrido en los últimos años, también parece imposible controlar a jóvenes y adultos que aprovechan los disfraces para dedicarse al vandalismo y a la liberación de apetitos antisociales.
Por esas circunstancias consideramos que los gobiernos municipales de nuestra zona, anticipadamente, deberían tomar las medidas necesarias para evitar lo que toda la comunidad teme y que en su nombre aquí expresamos: que en las calles aglomeren niños indefensos y adultos irresponsables.
Les recomendamos, eso sí, no enfrentar el problema con el discurso del autocuidado, o prohibiendo las máscaras. La experiencia local nos muestra que esas medidas no dan resultado y, dado que su violación pone en riesgo a la comunidad que rodea al infractor, confiar en ellas sería una forma de evadir la obligación constitucional, que tienen las autoridades, de velar por la vida de las personas y principalmente, de los niños.
* * *
Desde la Corporación VIGÍA Cívica expresamos nuestra felicitación a la Universidad EAFIT, al cumplir 25 años de actividades en el Eje Cafetero. Las ejecutorias de sus posgraduados dan fe de su robusta contribución al desarrollo de esta región.
EAFIT hace parte de VIGÍA Cívica y es propicia su celebración para agradecerle por su apoyo, permanente, a nuestra lucha contra la corrupción.