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EconomíaAlfredo Hoyos: ¿Quién dijo miedo?

Alfredo Hoyos: ¿Quién dijo miedo?

Por JAIME CORTÉS DÍAZ

Tan especial personaje que se levantó con instinto, fue un hombre libre y de buenas costumbres que predicó principios y dio ejemplo de ellos con sus acciones en el ejercicio de vida y las relaciones que orientan el saber, el comportamiento y la dignidad. Proveniente de un tronco laborioso honró con creces su formación familiar, el respeto por los demás, la consideración y el trabajo como fuentes inspiradoras de éxito, reconocimiento y paradigma de ciudadano prolífico.

Romántico en el sentido de combinar el idealismo con la practicidad de la vida, hizo su aureola más visible ante propios y allegados dando magnetismo a su entorno en la identificación de que nada de lo humano le era ajeno, como decía Terencio, el africano.

Don Alfredo era una mente predispuesta para medir riesgos en la aventura de proyectos novedosos que, al final de cuentas, se convertían en aciertos. La clave esencial como insignia de sus buenos resultados, estaba en la transformación  y con esa impronta seguirán sus sucesores, principalmente  su amantísima esposa Liliana Restrepo, motor de todo ese engranaje maravilloso de estructuras coalinderadas. De allí que ella le dijo a Leonardo Aguirre, director editorial de ese precioso libro testimonial Una historia de amor llamada Frisby: “con los hombres emprendedores como Alfredo, solo se pueden hacer dos cosas: apartarse para no estorbar su ímpetu creativo o amarrarse bien los zapatos para compartir su camino sin miedo…”

El instrumento de la innovación fue la brújula de su trasegar industrial, comercial y de servicios (todo en uno) y gracias a las  reflexiones constantes, a noches de desvelos, de aprendizajes, de lecturas, indagaciones del por qué y para qué, que lo llevaban a una mayéutica socrática para parir connotaciones y métodos, unos inopinados y otros inéditos, que resumía  en su lema de combate al señalar que “Nadie lo hace como Frisby lo hace”.

Su ascenso también  ha tenido que ver con la permanente capacitación de socios y personal para que los proyectos se den, se vuelvan tangibles, medibles y percibidos, de tal suerte que la pasión por realizar las cosas bien se conviertan en la razón de los esfuerzos conducentes a crear calidad, riqueza, empleo, bienestar social, comunitario y excelente atención al cliente. Es la filosofía hecha existencia como una concepción empresarial para producir rentabilidad extendida, por ejemplo, mediante el funcionamiento de una Fundación que subsidia, entre otras causas un 70% al Instituto Tecnológico de Dosquebradas (ITD) con énfasis en formar liderazgo y aprendizaje mediante el arte. Entonces la reciprocidad proveniente de utilidades es uno de los elementos que informan el capitalismo consciente que con tanto ahínco pregonó y practicó.

Francisco Guzmán, exgerente de la compañía, manifestó en el libro mencionado, refiriéndose al pensamiento de don Alfredo: “¿usted sabe cuánta falta le hace a un país como el nuestro una orientación ideológica que demuestre que el compartir ciertos bienes con el colectivo no es contrario a la generación de ganancias?”

Hoyos Mazuera recorría el mundo en ferias del sector, en seminarios de relumbradas universidades, aprendiendo en la investigación, la teoría y la práctica, la versatilidad y conocimiento para agregar valor a los procesos en marcha, aprendizajes que compartía con los centros educativos superiores  a los cuales entregaba las últimas obras publicadas en el exterior para que se difundieran entre docentes y estudiantes. Él se preocupó mucho por la conjunción Empresa–Academia con mira a establecer ciencia y tecnología en productividad y competitividad como coadyuvantes del crecimiento. En tal sentido lideró encuentros, dictó conferencias y acercó a los industriales con los claustros. Aseveraba “que las universidades de Colombia enseñan el emprendimiento como un simple plan de negocios” y preguntaba: “¿Dónde está la base humanística que predique que no esté aquí con un propósito  transformador?”

El grandioso Alfredo fue dirigente cívico, gremialista insigne, maestro y filántropo que con Liliana construyó tejidos empresarial y social. Su memoria seguirá siendo inspiradora.

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