Antes de hablar recuerda…

El termino prudencia proviene del latín “Prudentia”, cualidad que consiste en actuar o hablar con cuidado, de forma justa y adecuada, con cautela, con moderación, con previsión y reflexión, con sensatez y con precaución para evitar posibles daños, dificultades, males e inconvenientes, respetando así, los sentimientos y las libertades de los demás.

Es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación. La prudencia es sinónimo de sensatez, mesura, templanza, cautela o moderación; virtud que lleva a alguien a desenvolverse de modo justo y adecuado. La persona prudente es reflexiva, sabe cuándo tiene que decir las cosas, en que contexto y en qué momento.

Los egipcios solían representar la prudencia como una serpiente de tres cabezas: de león, de lobo y de perro: se decía que el prudente tiene la astucia de la serpiente, el vigor y la fuerza del león, la agilidad y rapidez del lobo y la paciencia propia del perro.

El libro de los Proverbios nos dice que en los labios del prudente se halla sabiduría; mas la boca del necio es calamidad cercana. Quien es prudente no participa de conversaciones toxicas, observa antes de hablar, para no herir susceptibilidades; no juzga si lo suyo es bueno o malo, lo toma como una postura más; pide permiso antes de proponer algo que no nos han pedido; sabe escuchar y pide el turno para hablar.

El apóstol Santiago afirma que, en el hablar encontramos al hombre perfecto, A los caballos les ponemos el bocado para que nos obedezcan, y así dirigimos a todo el animal; fijaos también en los barcos: por grandes que sean y por recio que sople el viento, se gobiernan con un timón pequeñísimo y siguen el rumbo que quiere el piloto. Eso pasa con la lengua: como miembro es pequeño, pero puede alardear de muchas hazañas. Mirad cómo una chispa de nada prende fuego a tanta madera. También la lengua es una chispa; entre los miembros del cuerpo, la lengua representa un mundo de iniquidad, contamina a la persona entera, pone al rojo el curso de la existencia, y sus llamas vienen del maligno.

Debemos ser prudentes al pensar, no hacer juicios precipitados y poco o nada fundamentados; prudentes al hablar, el lenguaje genera realidades y que a partir de lo que aclaramos o afirmamos, creamos mundos distintos, cambiando el rumbo de las cosas y de nuestras relaciones; y prudentes al actuar, ello genera ambientes restrictivos, que nos permiten crecer y transformarnos o involucionar y causar daño.

El mayor problema de la indiscreción es que no tiene vuelta atrás. Aquello de que las palabras se las lleva el viento es falso, una sola palabra puede echar por tierra nuestra reputación. Una palabra o un mal comentario no solo lastiman, sino que pueden herir el alma.

 Puede ser interesante presentar una colección de frases sobre este tema, porque bien se ve que todo el que ha buscado sabiduría o ha tendido seriamente a la santidad, ha pasado por la escuela de aprender a callar.

 Nada hay en la tierra más difícil de sostener que la boca. (Edward Balser.); Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio. (Proverbio indio.); Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para escuchar más y hablar menos. (Zenón de Citión.); Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar. (Ernest Hemingway.); Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice. (Píndaro.); A medida que avanza una discusión, retrocede la verdad (Anónimo.); El objeto de toda discusión no debe ser el triunfo sino el progreso. (J. Joubert.); Todos los hombres que no tienen nada importante que decir, gritan. (Jardiel Poncela.); Escucha! O tu lengua te volverá sordo. (Adagio Cheroqui.); El que sabe hablar, sabe también cuándo. (Arquímedes.); No es necesario decir todo lo que se sabe, pero es necesario saber todo lo que se dice. (Anónimo); No hables, en manera alguna, hasta que tengas algo que decir. (Caryle).

Padre Pacho