N. D. Con nuestro sincero agradecimiento a un lector de El Opinadero, el ciudadano Carlos Romero (cromero@utp.edu.co) quien, en respuesta al artículo titulado “El poeta es inmortal” del columnista Ferley Henao Ospina, en homenaje póstumo a nuestro hermano y compañero de labores en esta casa periodística Néstor Cardona Gutiérrez, escribió lo siguiente: “Bastante bueno y gran aporte. Son muchas las sensaciones para la paz y buenos corazones, infortunadamente la obcecación, desinteligencia (porque la avaricia es desinteligencia) e inhumanidad de unas castas centrodemocráticas que gobiernan, que nunca comprendieron: «qué era o de que se trataba la inteligencia del país», qué pretendía el liberalismo colombiano de mediados del siglo 19, el humanismo sería otro en Colombia. “Aprovecho para recordar a Carlos Castro Saavedra” Sin más preámbulos, nos animamos a reproducir este inmortal poema:
CAMINO DE LAPATRIA
Carlos Castro Saavedra (1924-1989), “el poeta de la paz”.
Cuando se pueda andar por las aldeas
y los pueblos sin ángel de la guarda.
Cuando sean más claros los caminos
y brillen más las vidas que las armas.
Cuando los tejedores de sudarios
oigan llorar a Dios entre sus almas.
Cuando en el trigo nazcan amapolas
y nadie diga que la tierra sangra.
Cuando la sombra que hacen las banderas
sea una sombra honesta y no una charca.
Cuando la libertad entre a las casas
con el pan diario, con su hermosa carta.
Cuando la espada que usa la justicia
aunque desnuda se conserve casta.
Cuando reyes y siervos junto al fuego,
fuego sean de amor y de esperanza.
Cuando el vino excesivo se derrame
y entre las copas viudas se reparta.
Cuando el pueblo se encuentre y con sus manos
teja él mismo sus sueños y su manta.
Cuando de noche grupos de fusiles
no despierten al hijo con su habla.
Cuando al mirar la madre
no se sienta dolor en la mirada y en el alma.
Cuando en lugar de sangre por el campo
corran caballos, flores sobre el agua.
Cuando la paz recobre su paloma
y acudan los vecinos a mirarla.
Cuando el amor sacuda las cadenas
y le nazcan dos alas en la espalda.
Sólo en aquella hora
podrá el hombre decir que tiene patria
Hermoso poema