“Al fin y al cabo, no son los rasgos fisionómicos los que hacen diferentes a los sujetos, sino sus historias, sus gustos, sus pasiones, sus aberraciones” (Carne para caníbales)
URIEL ESCOBAR BARRIOS, M.D.[1]
El alma humana es la conjunción de polaridades, por un lado, los instintos con su larga cadena evolutiva que luchan por aflorar en cualquier instante; y por el otro, la moral impuesta por la sociedad que dictamina lo que es bueno y lo que es malo en el actuar del individuo. Calmar los instintos que siempre desean ser satisfechos produce placer, en cambio, reprimirlos, aplazarlos, desplazarlos o sublimarlos provoca una sensación de vacío existencial. Carne para caníbales, la primera novela escrita por Wilmar Ospina Mondragón, nos acerca a las complejidades de la psique humana. La psicología, especialmente desde los aportes de Sigmund Freud, quien levantó una topografía del funcionamiento de la mente cuando describió los procesos inconscientes, ha tratado de entender esa compleja urdimbre que es el comportamiento del individuo con sus ilusiones, sus luchas, sus fracasos, y principalmente, esas zonas oscuras en las cuales es la propia persona la que tiene acceso a ella y le provoca el placer oculto de poder realizar actos socialmente reprobables.
A ese mundo de la compleja psiquis humana se puede llegar a través de la vía racional, analítica, comparativa; como lo hacen los investigadores en el área de la psicología y de la psiquiatría, o por medio de las vivencias en el acto creativo. Los artistas y particularmente los escritores tienen la agudeza y la gran capacidad perceptiva para describir los dolores, los sufrimientos, los placeres y las perversiones que se alojan en esa infinita dimensión que se ha denominado como lo oculto o inconsciente. Para algunos analistas, quien ha descrito de una forma más certera las realidades del alma, no han sido reconocidos investigadores del área como Wundt, James, Freud, Wertheimer, Kôler, Koffka, Lewin o Watson; ¡no! Quien mejor la ha descrito es alguien que se acercó a la mente y sus complejidades a través de su propio sufrimiento, el cual sublimó y plasmó en obras literarias de extraordinaria belleza estética. El jugador; Crimen y castigo; El idiota; Los endemoniados y Los hermanos Karamazov; no solo son reconocidas como íconos de la literatura universal, sino que son un tratado exhaustivo de la psicopatología presente en todos los seres humanos. Fiódor Dostoievsky, desnudó sus más profundos conflictos interiores y los plasmó en los personajes que constituyen su portentosa obra.
Carne para caníbales es una novela que envuelve al lector, al mejor estilo del género del suspenso, en una trama que no solo lo “engancha” para que siga devorando las páginas unas tras otras, sino que lo acerca a las oscuridades, conflictos, perversiones que están latentes en el interior de cada ser. Wilmar Ospina, utiliza para expresar con profunda agudeza psicológica a través de personas del común que desarrollan diversas actividades sociales, pero que en el fondo se ven confrontadas con sus dolores, carencias, vacíos. Todas ellas son un pretexto para que el escritor haga un análisis crudo, descarnado de la civilización actual. Pereira, la ciudad donde viven y sueñan sus personajes, es apenas una representación de lo que vive el humano actual. ¿De dónde surgen las vivencias de cada uno de estos personajes? Nadie mejor que el propio autor para responder: “Total: detrás de cada ser siempre hay un libro por narrar; por leer; una vida por descifrar; una palabra por descodificar, un Frankenstein por comprender”.
La novela comienza como una sinfonía donde se van trazando en las primeras páginas los iniciales acordes, que luego, en la medida en que el lector se sumerge en la lectura, alcanza el culmen de su interés por descifrar cuál de los personajes que se van describiendo magistralmente desde el punto de vista literario, es el responsable del asesinato de Karina Lagos. Ella, en un sueño premonitorio le describe a su secretaria lo que en días posteriores se convirtió en una fatídica realidad. Esos son los sueños según el autor: “un misterioso tabú que vaticina el futuro”. El misterio permanece latente en toda su lectura, al mejor estilo de Horace Walpole, en su novela, El Castillo de Otranto. También aparece para aumentar el interés del lector, el Sherlock Holmes de Conan Doyle, personificado por el detective Fernández.
Carne para caníbales, además de novela es un tratado de psicopatología que describe los conflictos a que se encuentra sometido el ser humano. A diferencia de los tratados clásicos de esta área; Wilmar Ospina recrea con una prosa exuberante el relato, el contexto y especialmente, los más profundos pensamientos, sentimientos, deseos que caracterizan la condición humana. Sumergirse en la lectura de su novela es identificarnos con experiencias que hemos vivido y que las recreamos en lo oculto de nuestra interioridad. El ser humano está conformado por sueños, ilusiones; pero también por pulsiones ancestrales que hacen parte de su herencia filogenética y que son constituyentes de su condición como humano. La conducta perversa de Genaro Estepa, le permite a Wilmar Ospina trazar una cartografía de las complejidades de la mente y del alma humana, tal como lo expresa a través de su personaje.
“El mal o la hostilidad contra el bienestar de algo, no importa qué, es una conducta absolutamente moral que soporta la utópica concepción del bien, bastante arraigada en nuestra especie. La naturaleza, en cambio, es perfecta porque en sus múltiples dimensiones no cabe, por sospecha, ni el bien ni el mal”
[1] Médico. Especialista en Psiquiatría; Gerencia en Sistemas de Salud y aspirante a Especialista en Acompañamiento Transpersonal en Adicciones. Máster en Adicciones. Escritor. Columnista. Presidente de Psico Salud y Transformación y Fundación Dejando Huella. Gerente Fundación Proyecto Alma.