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¿Cómo reactivar a Pereira? Parte 1

Por JUAN NICOLÁS GAVIRIA B.

En las siguientes columnas me ocuparé de analizar algunos sectores productivos de nuestra ciudad y hablaré un poco de nuestro territorio «El Eje», no abordaré muchos sectores, solo dos; pero son los que considero podrían ser el motor de la reactivación económica de nuestro territorio. Anticipo que no voy a hablar de industria o comercio, esos se pueden y deben defender solos. Así que empecemos por el principio, hablemos de “vocación”.

La vocación del territorio puntualmente, el santo grial de las estrategias regionales de competitividad. Todos lo andan buscando, pero ella toma tantas formas que al final no sabemos cómo, o qué es; que deriva de las ventajas comparativas y competitivas del territorio dicen los académicos. Yo creo que un antropólogo podría diferir y advertir que se debe hilar más fino.

Es por lo anterior que la vocación de un territorio no puede ser una sola cosa. Un territorio resulta de un crisol de culturas y dinámicas sociales, con lo cual etiquetar la vocación de una ciudad en una sola cosa resulta imposible, como imposible resultaría hacer confluir a todo un territorio a una sola cadena de valor.

La teoría académica sobre estrategia y competitividad regional nos lleva por casos como el de México. Este país con su estrategia de clúster ha logrado crear más de 38 clusters a lo largo y ancho de su territorio. Y los tiene de todo tipo, color y sabor, como los tacos.

Para poner un par de ejemplos, tenemos el turístico en Quintana Roo, el Aeroespacial en Querétaro, el Automotriz en el Estado de México, entre otros. Estos clúster nos cuentan una historia increíble de superación de obstáculos políticos, sociales y empresariales. Pero también nos cuenta la historia de cómo es que se crece a partir de desarrollo económico.

El caso de México nos habla de la triada que debe operar cual reloj Suizo, entre la universidad, la empresa y el estado. Nos cuenta cómo se despojaron de egos y se articularon todos, en pro a una meta común consolidada y analizada entre todos los actores.

Lo anterior resultó de procesos de análisis rigurosos, y estudios bastante profundos con el fin de identificar las ventajas competitivas y comparativas de cada estado. Sin embargo como advertí al inicio, también resultó de un análisis riguroso de las características de sus pobladores.

Es por eso que la vocación de un territorio no siempre nos dice dónde invertir los recursos; pero las características de su gente nos van dando luces. 

Resulta que el Eje Cafetero y particularmente los pereiranos, tenemos algo que pocas ciudades del país tienen y, de sobra, carisma.

Y es eso lo que considero la vocación misma del territorio. Para nuestro caso particular, nuestra vocación no es otra que la de servir, cuidar del otro, garantizar su bienestar, sin esperar nada a cambio. Bien podríamos ser la mamá de Colombia, la que está el corazón de todos y en el centro de todo.

El reconocimiento al carisma y la calidez de nuestra tierra se remonta a su fundación misma; somos la ciudad sin puertas, la querendona. En fin, una cantidad de adjetivos maravillosos que hablan de la calidad humana de nuestra gente y sobre todo, de su vocación al servicio. Ojo, sin dejar de lado a nuestro vecinos, que están hechos con la misma tela que se hizo «la capa del viejo hidalgo».

Bueno y ¿para qué sirve “servir”? Pues bien, resulta que esa es la cualidad más importante que se necesita a la hora de hablar de servicios, o a la hora de considerar el “cómo” de la estrategia de relacionamiento de cualquier modelo de negocio, y muchas otras cosas más.

Pero eso no es lo único que nos diferencia del resto del país y la región. Resulta que Pereira y sus hermanas Manizales y Armenia, tiene a su haber otros capitales, que digo capitales, patrimonios que no hemos considerado y que damos por sentados.

Con esto me refiero a nuestra biodiversidad e historia. Nuestro territorio es inmensamente rico en ambas; pero quien no sabe lo que tiene, no se da cuenta que lo pierde. Y exactamente eso nos pasa a nosotros.

La historia de nuestro territorio dejaron de contarla. Por ejemplo, sabían que en Pereira a principios del 1.900 se fundó la primera empresa tecnificadora de café de Colombia. Esto de la mano de Luis Jaramillo Walker, manizaleño él, emprendimiento con lo cual bien podría decirse que se cimentó la piedra angular del desarrollo por venir jalonado por el café, entre otras historias parecidas de la época. Historias que habla de nuestras capacidades como industriales y la pujanza de su gente.

O que el 95% de nuestro territorio es rural, y no cualquier clase de ruralidad. Contamos con varios tipos de biomas y lo que ello supone en términos de biodiversidad y acceso a recursos hídricos. Esto, entre otra cantidad de maravillas naturales que consideramos dadas, pero que a los ojos de cualquiera ajeno a nuestro territorio resultan ser una joya.

De lo anterior podemos concluir que no solo somos comercio e industria, y que si bien nuestra industria desapareció en buena medida, aún tenemos capitales increíblemente potentes por desarrollar. Solo tenemos el problema de quien no quiere salir de la zona de confort.

Estudios locales sobre la materia existen y muchos, sin embargo están engavetados en algún despacho gremial, municipal o departamental, como el estudio preliminar al proyecto «Pueblos con Encanto» de la Gobernación de Risaralda, el cual no comparten, pues por allí algún genio dice que es información confidencial! Hagame el … favor ! 

Señoras y señores de lo público, nadie mejor que el ciudadano para entender qué es lo que duele y por donde deja de doler. Hablemos de pluralidad, hablemos de ciudad, pero hablemos todos. 

Liberen estos estudios e información engavetada, compartan el conocimiento, tal vez así damos un paso adelante. Al final se pagaron con dinero de todos.

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