La humanidad no puede guardar silencio ante la magnitud del dolor y el daño que causa la violencia vial en todo el hemisferio, es una vergüenza que todos los días crezca la cifra de personas fallecidas por los siniestros viales y que las autoridades civiles y militares continúen recitando cifras y estadísticas como actos protocolarios, pero que no pase nada más. Es una vergüenza.
Colombia en el año 2021 sobrepasó la barrera de los 7 mil muertos en los hechos viales y el mundo superó la cifra de 1.3 millones de personas fallecidas, eventos que se pudieron evitar, vidas que se pudieron salvar tomando las decisiones correctas, conduciendo a la velocidad adecuada, usando los elementos de protección personal para evitar lesiones graves y mortales, adoptando la política de cero alcohol y drogas al volante, evitando el exceso de horas o las condiciones de fatiga, reduciendo todo o que distraiga a los conductores y mucho control en los hogares, las empresas y por supuesto de las autoridades en todo el territorio nacional.
Conducir irresponsablemente y sin observar las normas de tránsito es violencia vial, tan cruda y sangrienta como cualquier guerra, desesperanzadora, partera de pobres y miserables, que afecta a toda la sociedad y el futuro de una nación, quién conduce de manera temeraria es un criminal en potencia, es el momento de hacer un alto en el camino y convocar a todas las familias a recordar a nuestros seres queridos que han sufrido el dolor de una siniestro vial.
La asamblea General de la ONU por medio de la resolución n° 60 del año 2005, ha convocado a conmemorar en el tercer domingo del mes de noviembre, el día mundial del recuerdo de las víctimas de los siniestros viales, este importante evento nos ayudará a valorar el sacrificio de nuestros seres queridos y a conformar un equipo que luche contra la violencia vial.
El tercer domingo de noviembre, encienda una vela o pinte una estrella amarilla en memoria de las personas que han fallecido por esta causa, tenemos que sembrar la semilla de una nueva sociedad, no podemos seguir viviendo en ciudades que apestan con vehículos a toda velocidad o conduciendo embriagados ante los ojos de las autoridades.
Quedan convocadas todas las familias, las empresas, los colegios y las universidades, todas las comunidades en general, a construir una barrera más fuerte que la violencia vial.
La seguridad vial es compromiso de todos.