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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadDIME QUE LEES Y TE DIRÉ QUE QUIERES

DIME QUE LEES Y TE DIRÉ QUE QUIERES

 

Fui a la biblioteca a reclamar el libro “La ira y el perdón” de Martha Nussbaum, que Iván Cepeda, el candidato de mi predilección  le recomienda al señor cuyo nombre no quiero pronunciar. Al entrar me encontré con un cineasta y escritor, muy talentoso, a quien conocí en su adolescencia en un festival de teatro.

  • ¡Que tiempos! dije.
  • Ni siquiera nos soportamos a nosotros mismos, replicó.
  • A que te dedicas, me preguntó.
  • En el sueño le arrebato a Perseo la cabeza de la medusa y avanzo temblorosa, luego desciendo por unas escaleras, huyo, con unos inmensos tacones rojos; al volver a retomar la calle, sin zapatillas encendidas, me encuentro con una gran amiga que vive en Barcelona, ella aparece entre aglomeraciones con un vino y unas flores en un armazón unido, desde la distancia sirve el vino en una copa, se riega un poco, ¡Ah! y dibujo un bestiario. (risas)

Me recomendó un cuento sobre una hormiga que ingiere un gramo de cocaína, de Juan José Arreola.

  • ¿Y qué lees?
  • Dime que lees y te diré que quieres, respondí.

Leer a Héléne Cixous es zarandear los tentáculos de la realidad, desbordarse de poesía y reflexión filosófica, estar alerta, reventar los códigos, retóricas, logocentrismos. Es oler la carne de la vida, las lágrimas, la sangre, las ruinas, el despojo, el duelo, “ríos de lava derramándose por las roturas del alma”. Remiendos de realidad, jirones de recuerdos, el susurro de las cicatrices, el silencio que habla, circundar lo imposible e irrealizable. Estar en el borde, expulsados, extraños, descolocados, irresolutos.  Incomodarse y desacomodarse  “…por todas partes donde yo solo estaba de infracción, intrusa la pequeña de otra parte que yo era siempre en alerta”. Puesta en marcha la vacilación y la duda, “hacemos lo que acabamos de decidir que no haremos. Somos el lugar de una infidelidad estructural. Para escribir tenemos que ser fieles a esa infidelidad”.  

 

Leer a Héléne Cixous es transitar por los infranqueables mares de la feminidad, recuperar el cuerpo y desatar su potencia. Embriagarse de lucidez, con su lenguaje desjerarquizado, deslumbrante y desgarrador, como un hilo que se une y se rompe sutil, finamente. “Cuando sucede un acontecimiento que nos expulsa de nosostros mismos no sabemos “vivir”, pero hay que vivir”.   Ponerse en frágil y ágil paradoja: “Mi vida y yo encontramos dificultades extraordinarias y facilidades extraordinarias”. Dejarnos ir hacia los fecundos mundos de la ternura, de la bondad “con emoción y nostalgia toco el dulce y feroz tacto de Thea la gata”.

 

Héléne Cixous hace crujir las alas de mi imaginación y hace elevar mi espíritu en deseo de escritura. Me hace ir a las profundidades, no pasar la página por favor, retrocede, vuelve a empezar, siempre hay que volver a empezar, completa las palabras que se te aprisionan, saca todo, retrocede, vuelve a preguntar, ve hasta el fondo de tus verdades, de tus vacilaciones, emanaciones, ábrele las costillas al viento, híncate en el vientre de la tormenta, empújate a los brazos de la luna, desde el principio, para aprender de nuevo.“Escribo también sin parar con una pulsión de restablecimiento de la verdad, para sacudir los cimientos de la insensatez y la injusticia”. Hay que ser fieles a nuestro sentir.

Aleida Tabares Montes

 

 

2 COMENTARIOS

  1. Excelente escrito tan profundo y sutil a la vez, visceral y honesto en su interpretación de la lectura tenaz que invocan ciertos autores a realizar, porque sacuden los cimientos del espíritu y nos muestran realidades que nunca se hubiesen descubierto. Aleida merece un reconocimiento por este sesudo trabajo de introspección que invita a la reflexión sobre ese imperativo que debería ser …escribir desde el alma.

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