Homero, en la Odisea, describe el conflicto entre Aqueos y Troyanos el cual surge de París enamorar a Elena, esposa de Menelao, rey de Esparta, quien declara la guerra a Troya; ante esa traición de su enamorada al no poder vencerlos en combate opta por lo que se describe como el Caballo de Troya, símil utilizado por muchos gobiernos o gobernantes para infiltrarse y obtener réditos sin que se sospeche que son los causantes de esos eventos que, de una u otra forma, generan crisis para aparecer como salvadores de ellas, sin advertir que son estrategias ideadas perversamente para lograr el poder político, económico o social.
Podríamos decir hoy sin temor a equivocarnos que, en Colombia nuestro hermoso país, donde el cambio del modelo político, social y económico se ha venido gestando a través de un gobierno Progresista en cabeza de Gustavo Petro, el gobernante afronta cientos de Caballos de Troya en todos los ámbitos del poder, ya sea Ejecutivo, Legislativo o Judicial.
Lo vivimos a diario con funcionarios que no atienden a las comunidades para lograr una verdadera reforma agraria integral, obtener una vivienda digna o mejorar la que se tiene, acceder a una salud preventiva, ingresar a una educación superior sin temor a quedarse en la mitad del camino por falta de recursos, derrotar la corrupción de muchos funcionarios en los proyectos presentados, que para viabilizarlos se debe pagar la coima como era lo común y corriente en gobiernos anteriores, donde lo viví en carne propia no me lo han contado.
Hablando de lo Judicial, allí abundan los caballos de Troya que se visten de Toga desde las altas cortes, los funcionarios de otros rangos inferiores que utilizan ese poder judicial para bloquear todo lo que se pretenda reformar o cambiar para millones de colombianos que no tienen los privilegios de los cuales ellos gozan, ni qué decir de lo Legislativo una cloaca de senadores, representantes, diputados y concejales que les niegan a los colombianos de a pie o ciudadanos invisibles cambiar lo inequitativo a través de las reformas, estado cooptado por el narcotráfico y la corrupción en todas las esferas del poder, para concluir los medios de información o comunicación son los gigantes caballos de Troya que, a diario con sus mentiras y desinformación, tratan de vender la narrativa que el país arde, se empobrece, está quebrado, campea la corrupción; en fin, en otras palabras las siete plagas de Egipto son pequeñas comparadas con la situación actual de nuestra hermosa Colombia.
Presidente, está en sus manos de demócrata el sacar a los caballos de Troya que no permiten un cambio desde lo territorial o periferia, donde la oposición se infiltra; como en el Catatumbo para hacer del arte de la guerra un instrumento para volver al Poder del cual añoran retornar a lo mismo de siempre: un narcoestado con privilegios solo para las élites que no permiten las verdaderas reformas sociales, políticas y económicas que se necesitan.
Oscar Cruz Ramírez