PENSANDO EN VOZ ALTA.
Los inconvenientes sociales de dar becas a niños de sectores populares para que estudien en instituciones privadas de prestigio saltan como liebres. Hay ensayos suficientemente documentados en el sentido que a los estudiantes pobres los vapulean los chicos de estratos superiores y sólo unos cuantos valientes son capaces de sobreponerse a ese criminal matoneo. La mayoría no resiste y abandona el proceso, pierde interés por el estudio y sale a la calle presa de los malandrines que viven al acecho. Total, esa platica se perdió, como dicen.
Pero, en gracia de discusión, el candidato obtiene su beca la cual no incluye transporte, refrigerio, alimentación, útiles escolares, ni uniformes. De dónde una familia sacará para esos gastos, nada baratos y que en la mayoría de casos debe comprar en el mismo colegio. No hay salida por ese lado para mejorar la educación pública que, con mínimas excepciones, es lo más malo que tenemos.
Y, muchos docentes tampoco son garantía de cambio; primero, porque no creen en la educación pública así salgan a protestar. ¿Saben dónde estudian los hijos de una inmensa mayoría de maestros? En las instituciones privadas. Si confiaran en la educación pública le llevarían sus hijos. Sencillo, saben que, con esa jornada tan corta no sacarán los puntajes para ingresar a la educación superior. Y, la permanencia escolar es muy corta no sólo por el escaso tiempo de los estudiantes en actividad académica productiva, sino porque hay todas las disculpas para echarlos a la calle, sobre el fementido aforismo de “tengo derechos”. Y, cuándo dirán “tengo deberes”. Los niños no van a clases porque el docente saca permiso, ganado en la lucha-, dicen ellos, para ir a la reunión de la zona sindical, luego a la asamblea general; más tarde al paro de 24 horas, luego a la reunión de cooperativa; enseguida, los tres días de permiso, por causa justificada. Sigue el día de la familia y del trabajador sindicalizado. Súmele, en detrimentos del estudiante, que hay morosidad en nombrar los maestros para que el curso empiece justo con el calendario. Con este panorama, cómo podemos esperar mejoría en las pruebas once y en las PISA. Sigamos con el rosario: 10 o 12 materias por año en un bachillerato que es un atraco porque aplica el mismo rasero a todos, con desconocimiento de las inteligencias múltiples y las diferencias individuales. Y, qué tal el hacinamiento, las derruidas edificaciones y la carencia de material didáctico: Todavía hay un computador por cada cinco o seis estudiantes. No me jodás, como decía Maradona. Cuatro cosas son esenciales para superar el estatus indeseable en la educación pública: Excelente capacitación docente, jornada y canasta educativa completas, buen estímulo económico y disciplina a los educadores.
*Espero ardientemente que la gran Francia la coalición de fuerzas democráticas de centro e izquierda haya detenido la derecha extrema, xenófoba, racista y antieuropeísta.
Volveré sobre el tema educativo.
Jaime Bedoya Medina.