Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl daño ya está hecho 

El daño ya está hecho 

Si en las próximas elecciones yo me lanzara de candidato al Concejo Municipal, a la Asamblea Departamental o si me diera la ventolera de ser alcalde o gobernador, me tocaría hacer un esfuerzo enorme en publicidad para hacerme notar, para hacerme visible y llegar a tener algún  chance, no para que me conozcan porque por una campaña no se conocen los candidatos, de hecho, precisamente por no llegar a conocer bien a los aspirantes a un cargo de elección popular es que tenemos tantas y tan repetidas decepciones.   

En este juego de las posibilidades, quienes se lanzan al agua lo hacen porque son ampliamente conocidos, porque ya son personas públicas, porque tienen algo de fama, buena o mala, pero cuentan con algún reconocimiento o trayectoria, porque tienen muchos amigos o porque, además, cuentan con el respaldo de una organización.    

Muchos, metidos en su burbuja, creen que son más conocidos de lo que en verdad son; muchos creen que todos los que los conocen votarán por ellos y muchos creen que tendrán la capacidad de generar un nuevo estado de opinión alrededor suyo instalando un par de vallas, entregando unos cuantos miles de volantes y pautando una cuña en radio.    

Pero la realidad, es otra, salvo algunos casos excepcionales, como el del concejal Luchito en Bogotá, a la meta solo llegarán los más fuertes, los que puedan hacer la diferencia y logren cautivar el voto de los que suelen votar y, en nuestro medio, los que votan en su gran mayoría ya tienen el voto comprometido, amarrado por algún interés asociado a un candidato en particular, siendo muy poco probable que un buen discurso o una buena propuesta los haga cambiar de parecer.   

Y esa diferencia, además del amarre clientelista y las encuestas, se hace generando el ruido necesario que haga percibir al electorado que ya hay unos candidatos que van por encima, que van ganando de lejos y que ya no hay nada que hacer, aunque no se haya demostrado por qué son los mejores, lo cual se logra con publicidad en todas sus formas y, en este sentido, el tema económico cobra especial relevancia; el que tenga más recursos y logre un mayor nivel de exposición ganará, de la misma forma en la que el que tiene más saliva podrá comer más hojaldra. Es elemental.  

En este contexto, muy a pesar de las normas que se expidan y de los controles que apliquen las autoridades, yo encuentro un esguince y una falta moral y ética, además de representar una competencia desleal, muy parecida al dopaje en el deporte, en el hecho de que algunas campañas políticas, las más poderosas, las mejor financiadas, con recursos de quién sabe dónde, se vuelen los topes en materia de publicidad, por ejemplo excediendo el número de vallas, así después se desmonten las no autorizadas; aunque les cobren multa, siempre será tarde y el daño ya estará hecho. A eso juegan quienes incurren en esas prácticas, le apuestan a la lentitud de los controles para sacar ventaja y eso, de entrada, ya deja mucho que desear sobre la rectitud y la corrección con la que ejercerán el servicio público que la democracia les encargará.  

Hagan sus cuentas, y piensen en los candidatos que a punta de vallas, más de las permitidas, y carros pintados, se le han metido por los ojos al electorado y consideren si eso es justo, si eso está bien. 

1 COMENTARIO

  1. Excelentes reflexiones nos presenta James Cifuentes Maldonado en esta columna. Ojalá el ciudadano de a pie tuviera la oportunidad de leerla, comentarla y difundirla.

    La lógica y el sentido común nos deben hacer entender que quien gasta mucho dinero en una campaña va es a hacer negocio del cargo público al que aspira. Los electores deberían tener mucho cuidado.

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