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LUIS FERNANDO CARDONA
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EL DESAFÍO DE LOS BRICS: ¿UN NUEVO ORDEN MUNDIAL O UN ECO DISTANTE?

 

Cuando uno se refiere al G7, inequívocamente se entiende que se está aludiendo a las siete economías más avanzadas del mundo. Este influyente bloque, compuesto por Estados Unidos, Francia, Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia y Japón, tiene un objetivo primordial que trasciende cualquier otra consideración: mantener el actual orden mundial, un sistema del que todos, en mayor o menor medida, somos partícipes. Durante décadas, su poder económico y su influencia geopolítica han sido indiscutibles, dictando las pautas de la agenda global y asegurando una estabilidad, aunque a menudo cuestionada, que ha regido las relaciones internacionales. Se estima que, a pesar de los desafíos, la economía de Estados Unidos, el principal motor del G7, se proyecta como la de mejor desempeño dentro del grupo en 2024, con un consumo robusto que impulsa su crecimiento.

En paralelo, desde hace poco más de una década, otro grupo de poder ha emergido con la ambición de nivelar la balanza y jugar de tú a tú con el G7. Me refiero al grupo de los BRICS, una alianza inicialmente conformada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La principal característica de estos países es ser economías emergentes de significativa relevancia, con la manifiesta intención de sacudir el tablero global. En los últimos años, este núcleo original ha expandido su círculo, invitando a otros Estados a unirse a su visión. Con la reciente expansión a principios de 2024 para incluir a Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos, y con la participación de Arabia Saudí en reuniones, el bloque ha fortalecido su presencia. Colombia, por ejemplo, ha accedido a recibir financiamiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), la herramienta más importante de los BRICS para hacer contrapeso a Occidente y a instituciones financieras tradicionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Este paso de Colombia, y de otras naciones, no es trivial; marca una señal clara de que el atractivo de una alternativa financiera y geopolítica está creciendo. El NBD se ha consolidado como una alternativa de financiación, habiendo aprobado proyectos por más de $30 mil millones de dólares desde su creación.

La pregunta más relevante que el lector debe hacerse, teniendo presentes estos datos, es: ¿Pueden los BRICS descolgar al G7 y redefinir el orden mundial? La respuesta, como muchas en geopolítica, dependerá del juicio y la perspectiva que usted, estimado lector, se forme. Sin embargo, permítame soplarle algunos datos cruciales que le ayudarán a construir su propia conclusión.

El G7 es un grupo geopolítico consolidado; sus miembros comparten características políticas y económicas similares, además de relaciones y lazos diplomáticos y comerciales forjados a lo largo de mucho tiempo. Han desarrollado visiones comunes que les han permitido fijar objetivos compartidos para la agenda global, mostrando una cohesión que ha sido su principal fortaleza. Sus cumbres anuales no solo son encuentros de líderes, sino foros donde se articulan estrategias que impactan desde la seguridad internacional hasta la economía global.

Por otro lado, los BRICS, si bien abarcan alrededor del 43% de la población mundial y su participación en el PIB mundial (medido por Paridad de Poder Adquisitivo) ya supera a la del G7, proyectándose en un 40% en 2024 y posiblemente alcanzando el 41% en 2025, presentan una realidad más compleja: son un grupo notablemente menos cohesionado. Esta falta de uniformidad es su talón de Aquiles. Tomemos, por ejemplo, a sus miembros con mayor población: China e India. A pesar de formar parte del mismo bloque emergente, mantienen sus propios conflictos geopolíticos, especialmente desde que Pekín ha estrechado lazos con Pakistán (eterno rival de la India). A su vez, India es miembro activo del QUAD, un foro estratégico que incluye a Estados Unidos, Japón y Australia, cuyo objetivo implícito es limitar la influencia de China en el Pacífico. Esto genera una paradoja: mientras la India busca unirse a los BRICS para desafiar el orden occidental, al mismo tiempo coopera con potencias occidentales para contener a su socio BRICS.

Las tensiones no terminan ahí. Recientemente, el grupo ha incorporado a países como Arabia Saudí e Irán, naciones con profundas divisiones culturales y religiosas, marcadas por la histórica fractura entre islamistas Sunitas y Chiitas. Esto hace preguntar qué pasaría en caso de una escalada de conflicto en Oriente Medio; ¿cómo gestionarían los BRICS estas contradicciones internas? Por otro lado, miembros como Brasil o Sudáfrica, geográficamente distantes y con agendas regionales propias, parecieran tener poco en común con el resto de los miembros asiáticos o con Rusia, más allá de su estatus de economías emergentes. Rusia, por su parte, prioriza sus relaciones internacionales según le favorezca, mostrando una pragmática flexibilidad que a veces choca con la idea de una alianza monolítica.

Pero quizás el dato más relevante que subraya la falta de cohesión de los BRICS son sus sistemas políticos dispares. Rusia es una autocracia, China un estado unitario centralizado bajo el comunismo; mientras que India, Brasil y Sudáfrica son democracias participativas. Esta diversidad en la gobernanza se traduce en visiones y prioridades que no siempre convergen, dificultando la formulación de una estrategia conjunta y unificada para «enderezar el tablero de poder global». Pareciera que sus posibilidades de éxito son escasas si cada miembro ejerce esfuerzos por separado.

Sin embargo, sería ingenuo subestimar el potencial de los BRICS. Hay que tener en cuenta una debilidad reciente en el G7 que podría jugar a su favor: Estados Unidos y su política arancelaria agresiva, que ha generado fricciones incluso con algunos de sus socios más cercanos. Este unilateralismo podría fragmentar el bloque occidental, haciendo que sus miembros empiecen a mirar hacia otras latitudes en busca de estabilidad económica y alianzas estratégicas.

Además, los BRICS y sus invitados poseen una particularidad muy importante: son países con un potencial energético formidable, y la mayoría son líderes y referentes en sus respectivas regiones. Especialmente con la posible incorporación formal de Arabia Saudí, el bloque BRICS controlaría casi el 45% de la producción mundial de petróleo. Esta base de recursos les confiere una influencia significativa en los mercados globales y una capacidad de negociación que no puede ser ignorada. No solo hablamos de petróleo y gas; también de minerales críticos y vastas reservas de materias primas que son esenciales para la economía mundial.

Hasta ahora, habíamos dicho que los BRICS tienen agendas divergentes, pero si tienen una clara y ambiciosa meta compartida: quieren destronar al dólar y al sistema de pagos mundiales, proponiendo su propia moneda de reserva. Esta medida, si llegara a materializarse, les permitiría ampliar drásticamente la influencia que ya tienen, permitiendo que un número creciente de países del mundo accedan a un sistema financiero y de pago diferente al actual. El comercio entre China y los países BRICS, por ejemplo, alcanzó los $32.8 mil millones de dólares en 2024, mostrando el creciente volumen de intercambios dentro del bloque. Esto es especialmente atractivo en un momento en que Estados Unidos parece remar por su cuenta, utilizando la hegemonía del dólar como herramienta de política exterior, lo que ha generado descontento en muchas naciones.

Entonces, volviendo a nuestra pregunta inicial: ¿Serán los BRICS los arquitectos de un nuevo orden mundial, o su heterogeneidad interna y sus contradicciones geopolíticas intrínsecas terminarán por diluir su ambición en el vasto océano de las relaciones internacionales? A pesar de la formidable expansión de su peso demográfico y económico, superando al G7 en participación del PIB global y sumando un creciente número de países a su órbita, ¿será la profunda divergencia en sus sistemas políticos e intereses estratégicos el obstáculo insuperable que impida a los BRICS consolidar una visión unificada y, con ella, sacudir el tablero geopolítico mundial a su favor de forma definitiva? La respuesta, sin duda, definirá gran parte del siglo XXI.

2 COMENTARIOS

  1. Mate, lo acabo de leer, muy bueno el análisis. Sirve sobre todo para que si alguien no lo tiene claro, entienda cuáles son los equipos que se enfrenta en el juego económico a nivel global.

  2. Son muchas felicitaciones a Mateo por esos artículos tan llenos de contenido y cultura general . Realmente son muy bien escritos , de actualidad . Es edmirable

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