PENSANDO EN VOZ ALTA.
Aquel 11 de septiembre de 1973, llegué a la facultad de educación. Todos los profesores, directivos, estudiantes y personal administrativo estaban de luto. En la mañana, una monja betlemita me informó del golpe militar contra el presidente Salvador Allende Gossens, salido de un proceso unitario formado para las elecciones del año 70, en las que había sacado mayoría, pero la constitución establecía que, de no haber triunfador absoluto, el congreso escogería entre los dos más votados: Salvador y Jorge Alessandri; éste, del derechista Partido Nacional. En el congreso de la Unidad Popular, los comunistas llegaron envalentonados a imponer al gran Pablo Neruda y él con un acto de grandeza les dijo que la persona indicada era el médico Allende, bien formado y brillante orador. Yo, no sé hablar en público, comentó. La única vez que lo hice fue en San Petersburgo, en español, ante unos obreros que, no me entendieron. Con esa modestia el sublime poeta despejó la carretera política y se consolidó la Unidad Popular. La Democracia Cristiana de Frei, jugó un papel histórico y limpio en la decisión, respetó la voluntad del pueblo que había ungido a Allende. Pero la derecha no se quedó quieta. Primero, mató en un atentado horrendo al comandante del ejército, general René Schneider, partidario de Allende, para enviar un feroz mensaje al partido del presidente en ejercicio. Allende que, valga decir no era comunista, sino socialista liberal de izquierda, se posesionó, pero la falange y los gringos le hicieron la vida imposible, a pesar de que, en las elecciones intermedias del año 73, la Unidad Popular confirmó las mayorías. En junio, hubo levantamiento de una guarnición militar, comandada por el coronel Roberto Souper, conocida como el tancazo que, midió fuerzas para el asalto final en septiembre, pero fue reprimida por el ejército, aún leal a las instituciones.
La debacle chilena empezó con la renuncia del general Carlos Prats, sucesor de Schneider. Como vio preocupado al presidente, le dijo que Pinochet era un hombre leal y no había reparos en ascenderlo a la comandancia del ejército. Prats, después del golpe fue asesinado con una bomba en Argentina. Volviendo la vista atrás como dice el escritor y, comparando el desastre de Pinochet en materia de derechos humanos, me parece que, a pesar de la pesadilla, al fin resultó un angelito frente a los abusos de nuestra bien celebrada democracia. Allá, tres mil víctimas entre asesinados y desaparecidos más un millón de asilados. Acá, unos cuatrocientos mil y ocho millones de desplazados. Allá, pudieron reinstaurar la democracia en un modelo significativo que se llamó La Concertación. Aquí, le hicieron tramoya al candidato Petro y, hoy no lo dejan gobernar. Allá, juzgan y condenan a los militares responsables. Aquí, la JEP lo intenta y le ponen la ponen palos a las ruedas de la justicia.
Exactamente, veintiocho años después, en el 2001, el terrorismo islámico golpeó el corazón económico mundial, con saldo de miles de muertos. Paz en la tumba de unos y otros.
*La orden de captura contra Arturo Char nos permite decir: Vargas, Lloras.
Jaime Bedoya Medina.