Un fanático puede ver a su líder violando una niña, y luego sale a decir que la niña lo provocó. Un caso real sucedió en el municipio de Pueblo Rico en Risaralda cuando unos soldados prestaban servicio y vieron que una niña indígena se encontraba cerca al campamento. Al verla los soldados se le acercaron y le condujeron con engaños a una carpa, donde fue violada por estos héroes. Por fortuna la justicia ya dio cuenta de ellos, y hoy se encuentran a buen recaudo. Este suceso de unos soldados y la niña indígena, pareciera parte del paisaje si tenemos en cuenta que es apenas una estadística de los cientos de casos similares de las que son víctimas las niñas y niños de las comunidades indígenas.
Esta violación de la niña indígena, generó una serie de comentarios y aseveraciones de las gentes de bien en la zona urbana de Pereira y el resto del país, los más fanáticos, esos que siguen considerando a los indígenas animales por carecer de alma, tal como lo afirmaron los españoles durante la conquista, opinaron que la niña entró voluntariamente al interior de la carpa para que los soldados tuvieran sexo consentido con la niña indígena. Ese fue el relato que cogió fuerza y que fue amplificado por la gente de bien. Por fortuna no toda la sociedad hace parte de esos grupos que consideran que los sectores más vulnerables siguen siendo inferiores en cuerpo y alma.
El fanático solo sigue y amplifica las palabras de su máximo líder. En la pasada campaña por la presidencia de Colombia se enfrentaron Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. La mayoría de los líderes contrarios a Petro, enfilaron su discurso buscando valores del candidato Hernández, únicamente para que Petro no ganara la palabra anticorrupción fue la que el fanatismo alistado en las huestes del presidente del partido “Liga contra la corrupción”, encontró para convalidar los valores éticos y morales del candidato Rodolfo que cursaba una demanda por actos de corrupción, que hoy lo tienen condenado y en la casa por cárcel.
Por supuesto nada de lo que se pudiera decir del candidato Rodolfo Hernández, iba a hacer cambiar de opinión a esa manada de fanáticos seguidores de este folclórico personaje. Por fortuna Rodolfo Hernández perdió las elecciones frente al presidente Petro.
EL caso que considero más emblemático por ser el jefe de la ultraderecha a nivel mundial es el expresidente Donald Trump. Sus fans, fanáticos y seguidores incondicionales de todo el mundo ya empiezan las cadenas de oración y a producir relatos en favor del hoy candidato Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Este expresidente, culpable de 34 cargos criminales, ha creado una base electoral fanatizada, como lo dijo Sergio Otálora: “Trump ha creado un ecosistema de matoneo digital y de medios tradicionales de extrema derecha que reproducen y amplían las mentiras, montajes y amenazas de un líder a los más violentos y agresivos fundamentalistas”.
Pero que Trump esté condenado y siga acusado por diferentes delitos, incluyendo la participación violenta de sus fanáticos en la toma a la fuerza del capitolio, nada de eso importa. Sus seguidores fanáticos siguen diciendo que esto no es verdad, que Trump es el máximo jefe de la ultraderecha y punto. Nada de lo que se diga que afecte los intereses de la campaña Trump a la presidencia de los Estados Unidos, será escuchado. El fanatismo nunca va a admitir ningún otro concepto que no sea dicho por su líder.
JAIRO ARANGO GAVIRIA
Junio 2024