Por LUIS GARCÍA QUIROGA
Ya era inmarcesible e inmutable crítico del sistema, de la corrupción, del régimen, de la clase política tradicional y de todo aquello que le pareciera injusto o mal manejado.
El plato fuerte del ingeniero industrial Aurelio Suárez Montoya es la economía, conocimientos que le han permitido penetrar los insondables vericuetos de las relaciones del poder político con el gran capital y la concentración de la riqueza, sin duda, punto neurálgico de los grandes males que provocan la explosión social de nuestro tiempo en casi todas las latitudes donde la injusticia social campea.
En Mañanas Blu radio, lo hemos escuchado en su papel de contrapeso y abogado del diablo (el mismo que le toca a Héctor Riveros) casi siempre ambos ahí, a regañadientes de Néstor Morales, el impotable y conveniente director de esa nueva cadena radial del grupo Valorem (Santo Domingo) también propietario del Canal Caracol, de Cine Colombia y El Espectador, entre otras empresas.
Y no es que lo hayan contratado para que vaya siempre en contravía. Lo haría de gratis porque le nace, le gusta y le encanta. La oposición en él es como el oxígeno al agua.
Cuando en las décadas del 70 y 80 después de haberse graduado como ingeniero en Los Andes, se vino a vivir a Pereira y su estilo fue siempre el mismo. Con el ingeniero civil Carlos Alfredo Crosthwaite llegaron a conformar una dúo presente y combatiente contra el gremio político local dueño del poder desde que amanece hasta que llega la noche a estas calles donde el alumbrado público brilla por su ausencia.
Los sobrevivientes de esa época (por estos días se debe hablar así) conocemos a Aurelio en cuerpo y alma. De tal manera que ni nosotros, que ya lo vivimos, lo sufrimos o lo disfrutamos, les advertimos a Néstor Morales, Felipe Zuleta Lleras y demás panelistas de Blu radio, que no esperen que el tiempo termine domando los ímpetus divergentes e iconoclastas de Aurelio.
Si se quiere, ese comportamiento político de ser fiel a sus ideas, sus enfoques y sus causas. Es lo que le da sentido a la hora de roer el hueso de la opinión, porque en eso consiste la libertad y la independencia de la opinión, en analizar, en pensar, en dudar, en preguntar qué hay detrás, en no tragar entero, en ruñir, en hincarle el diente al hueso después de que alguien se ha quedado con la parte carnuda. O para impedir que ello ocurra.
Incomodar es un arte incomprendido por aquellos que no identifican más opciones que la que siempre han tenido y solo quieren escuchar lo que quieren oír.
Esos enfoques que permiten conocer las dos caras de la moneda son los que alimentan la democracia y los que con el paso de los días (“que uno tras otro son la vida”, según Aurelio Arturo, el poeta) se forme una cultura política donde la justicia social, la cultura ciudadana y la armonía social no sean el sueño de la Arcadia, sino un logro supremo de la sociedad.
Tal vez siguiendo al otro poeta (Barba Jacob) que dijo “Quizás bajo otro cielo la gloria nos sonría”, Aurelio Suárez un día se fue a Bogotá al lado del senador Jorge Enrique Robledo de quien se dice es su alter ego. Allí lo vi un par de veces en 2010 caminando por el centro capitalino embutido en su negro abrigo londinense. La versión del Aurelio en persona es totalmente diferente del ácido y corrosivo analista económico y político.
Los políticos de Risaralda tan bien conocidos por Aurelio, todavía no se han liberado de su escrutinio, pues se le ve en estos lares de cuando en vez, porque además le cuesta abandonar la semilla que dejó sembrada en un sector del gremio cafetero y otros sectores que asesoró por largo tiempo.
Casi para cumplir 70 años de edad, con una larga carrera de consultor, autor de más de una docena de libros y documentos especializados, aún se le ve en buena forma física y con la misma agilidad mental de repentista y contestatario que siempre ha sido, generalmente bien documentado con datos y cifras que desarman las improvisadas argumentaciones de sus contendores.
Personalmente me divierte escuchar sus enfoques y posturas irreconciliables, bien documentadas y atrevidamente reales. Me asiste a la convicción de que estamos frente a un personaje de los que Wilde señalaba como de la estirpe “de los que van más allá de la simple existencia, porque viven intensamente su propio tiempo”.
Habrá quienes digan que Suárez está equivocado en su enfoque de país. Habrá quienes estén de acuerdo con sus análisis y posturas. Lo que no se puede poner en duda es que el incómodo Aurelio Suárez Montoya es de los viven para dejar su testimonio de indomable pensamiento crítico, tan necesario y vital en cualquier sociedad.
Esta persona es de las que debemos tener en cuenta para las próximas elecciones y que ojalá sea miembro del PACTÓ HISTÓRICO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Aurelio es un gran amigo y admirable persona a quien conozco desde hace muchos años, siempre se destaca en todo lo que hace, desde bachillerato permaneció en el primer lugar.
Tuve la fortuna de recorrer con el, varios municipios de Risaralda cuando empezó a germinar UNIDAD CAFETERA y doy fe de su indeclinable deseo de servir a los mas necesitados, aquellos cafeteros arruinados por la burocracia de la federación nacional y dptal de cafeteros pero su insaciable deseo de sacar adelante esta organización lo llevaron a ganarse el respeto no solo de los campesinos sino de la misma federación que lo veía como la piedra en el zapata.
Muy buen comentario. Quienes compartimos alguna vez con el profesor Aurelio, sabemos que su agudeza critica y sentido para compartir sus cosas, le vienen de su formación, y aprendizajes con los que contradijo al gremio cafetero
Bien descrito AURELIO, así es. Y lo bueno ahora es que le deben pagar por ser como es y por vestirse embutido en un abrigo negro londinense sin tragar entero.
Ser irreverente cuesta.
Muy buena nota Luís.
Uno de los mejores economistas de colombia y sobre todo defensor de los cafeteros