“Hemos maltratado la confianza que veníamos creando desde febrero con la Segunda Marquetalia”, dijo el comisionado de Paz Otty Patiño en la instalación de los diálogos de paz entre el gobierno Petro y esta guerrilla, el pasado 24 de junio en Caracas, Venezuela. Patiño ofreció rendidas disculpas al grupo guerrillero por la muerte del comandante “Hermes” ocurrida el día anterior, y visiblemente afectado le dijo a Iván Márquez: “La muerte de sus hombres es lamentable. Quiero darle un abrazo sincero por la capacidad de superar la crisis. Reciba mis condolencias porque superada esta situación, podremos avanzar con pie firme y mayor entendimiento. La muerte del comandante Hermes es un hecho fatídico y así lo entienden el presidente Petro, el ministro de Defensa y el alto mando de las Fuerzas Militares”. El comisionado de Paz se refería a una operación de las fuerzas especiales del Ejército Nacional en el departamento de Nariño, donde fueron dados de baja el comandante Hermes Guerrero, cuarto jefe del bloque “Alfonso Cano” de la Segunda Marquetalia y dos guerrilleros más. Vergonzoso proceder del comisionado de Paz, compañero de crímenes en el M-19 del exguerrillero Petro, quien con su actuar, a nombre de su jefe y ministro de Defensa, comprometiendo a la cúpula de las fuerzas del orden, una vez más humillaron el honor de las Fuerzas Militares, de las innumerables víctimas y del país en general. El jefe del Estado lamentando la muerte de un guerrillero dado de baja en combate, sin que mediara un cese al fuego bilateral, es algo salido de lo normal, solo explicable a la luz del pensamiento criminal que une al jefe del Gobierno con los grupos insurgentes y bandoleros, a quienes saca de las cárceles y de sobre mesa los nombra Gestores de Paz, con sueldo y muy seguramente con protección oficial. Como si fuera poco, el comisionado de Paz Otty Patiño pidió a las autoridades una severa investigación que aclare la muerte del bandido, pues más que un combate, se trató de una operación especial, pensada y planificada, reiterando que con ello se maltrató la confianza que desde febrero se venía trabajando con la organización de “Márquez”. Desde luego, este vergonzoso hecho es un maltrato, no con Márquez sino con la institucionalidad y el pueblo colombiano, que a diario ven como su mandatario hace lo que le viene en gana, violando la Constitución que no permite aplicar la justicia transicional a miembros de grupos armados que, “una vez desmovilizados, sigan delinquiendo” (Acto Legislativo 01 de 2012). También con rango constitucional, en 2017 se estableció como condición el principio de no repetición. El Acuerdo de Paz de La Habana enfatiza que quienes incumplieren lo pactado a partir del 1° de diciembre de 2016, perderían todos los beneficios. Para abundar, la prórroga de la ley de orden público (llamada Ley de Paz Total) señaló que los desertores solo pueden acogerse al sometimiento, aplicándose las sanciones ordinarias contempladas en la misma JEP. Como respuesta de Márquez a Patiño en el acto de instalación, el jefe de la Segunda Marquetalia fue claro en manifestar su respaldo a la constituyente de Petro, pidiéndole al Gobierno que insista en ella pues “Colombia nos pertenece” finalizó el guerrillero. ¡Qué pasa! ¿Qué sucede en el Congreso que aparte de escucharse voces aisladas señalando los graves hechos, a la hora de la verdad, nada pasa, nada ocurre? Clarísimo ha quedado para la historia el pupitreo a los proyectos de reforma a la salud y la pensional, los que en su afán de complacer al reyezuelo, se violaron principios reglamentarios del debate, a más de trámites procedimentales. ¿Y qué decir de su tarea principalísima, cual es la del control político? Su ejercicio tiene como propósito impedir que los abusos de poder y la corrupción pongan en peligro el sistema democrático que hoy más que nunca corre inmenso riesgo, por la forma autoritaria y déspota con que Petro está gobernando, comprando al poder legislativo que enmermelado, come de su mano, permitiendo que los presidentes de ambas cámaras continúen dirigiéndolas, cuando sobre ellos pesan maletas repletas de billetes, empacadas cuidadosamente en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), entidad dependiente de la presidencia, a más de enfrentar a un poder judicial al que chuza y acorrala con un pueblo enardecido. Un Congreso que hunde las mociones de censura a los ministros de Salud y Defensa, e incapaz es de iniciarle al Presidente las investigaciones que reposan en la Comisión de Acusaciones, más que un Congreso de arrodillados, es un Congreso de vergüenza.
Alberto Zuluaga Trujillo. Alzutru45@hotmail.com