El reciente anuncio de los cambios en la restricción de circulación de vehículos por el numero de la placa, denominado popularmente “pico y placa”, tuvo una secuencia que llama la atención, el pasado 19 de febrero el periódico El Tiempo publicó: “Al Alcalde de Pereira le gustaría que el pico y placa rigiera durante más de 12 horas” y solo unas horas más tarde se anunció que la Junta Directiva del Área Metropolitana Centro Occidente, AMCO, había decidido que desde el 26 de febrero, la medida se iniciará a las 6:00 a.m. y terminará a las 8:00 p.m. Pero luego, el 26 de febrero, apareció el Decreto 540 de la alcaldía de Pereira convierte en norma la supuesta decisión de la Junta Directiva del Área Metropolitana. A partir de estos hechos no es necesario cavilar mucho para concluir que la medida fue improvisada.
En varios escenarios hemos sostenido que las administraciones municipales de Pereira, en los últimos 20 años, han recurrido a la contraproducente restricción de la circulación de los vehículos, para soslayar su obligación de dotar a la ciudad de las vías que su habitantes necesitan para desplazarse, medida que es una de las causas del excesivo crecimiento del parque automotor de la ciudad, pues ante la necesidad de proteger su actividad cotidiana, muchos ciudadanos se han visto obligados a tener más de un automotor, así sea una motocicleta, para asegurar su desplazamiento diario.
Como lo reconoce el Decreto 540, mencionado atrás, “en los últimos 10 años en Pereira el incremento del parque automotor para autos fue del 156% y para las motos del 200%”, pero desde que la alcaldesa Martha Elena Bedoya construyó la Avenida Belalcázar, Pereira no ha tenido ninguna obra que contribuya significativamente a remontar el atraso de su red vial y ha gastado sumas importantes de dinero en solucionar problemas viales de puntos específicos, con obras que han sido insuficientes, por mal diseñadas o por estar inconclusas.
Por ejemplo, el anillo longitudinal, aun sin terminar, con sus pobres especificaciones técnicas en poco contribuye a descongestionar la Avenida 30 de Agosto; la vía al Parque Industrial, con un buen puente sobre el Otún, tiene acceso limitado por una calle estrecha y serpenteante; la Avenida del Rio, a la que le falta el segundo carril; la más imperfecta, que es la intersección de Corales, colapsada la mayor parte del día y ahora la Avenida de los Colibríes que, dadas las circunstancias que la afectan, soporta la amenaza con quedar inconclusa.
Pereira, que en la publicidad oficial suele hacer gala de ser el centro de un conglomerado de más de dos millones de habitantes, suele tener administradores con una visión miope que no pasa de los veinte kilómetros que mide el largo de la zona urbana y, como en el caso de los actuales, no les importa que la nueva versión del “pico y placa” vaya a generar graves inconvenientes a la vida diaria de muchos ciudadanos que diariamente deben llevar sus hijos al colegio, o venir a trabajar desde poblaciones vecinas, o realizar operaciones comerciales inaplazables o a atender temas vitales de salud, viniendo de los demás municipios de Risaralda.
Esto hará que los únicos beneficiados con la nueva medida sean los dueños de vehículos de servicio público, legal o ilegal, puesto que las personas que necesitan ir a un sitio un día y en una hora determinados, si no lo pueden hacer en su vehículo lo tendrán que hacer en un taxi o en mototaxi, lo que producirá el mismo efecto sobre la congestión vehicular para llegar a ese punto.
Un estudio de la Universidad de los Andes nuestra, sobre datos, la inutilidad del pico y placa extendido a 15 horas, en Bogotá: «El estudio da una idea sobre el impacto en general de medidas drásticas de prohibición, y da luces de las respuestas de los usuarios de distintos modos de transporte a esta. Se hace evidente que no ha sido efectiva a la hora de disminuir los niveles de congestión. Por una parte y pese a lo drástico de la medida esta no logro modificar los tiempos de desplazamiento (…). Esto podría indicar que el PYPE (pico y placa extendido) no genera los beneficios esperados.» Algo similar va a ocurrir en Pereira como efecto del nuevo “pico y placa” extendido.
Hubiera sido preferible que antes de perjudicar a los miembros de la comunidad que necesitan desplazarse todos los días, se hubieran aplicado simples medidas de control para sacar de las vías obstáculos como las carretas, el estacionamiento en doble fila, el paqueo en los dos costados de una calle, evitar que los conductores, públicos y particulares, se detengan obstruyendo los cruces o bajen o recojan pasajeros obstruyendo el tráfico y la muy elemental de sincronizar los semáforos, además de reparar la malla vial para que permita desplazamientos más rápidos.
Habla el Decreto de: «garantizar que el transporte público cuente con buenos niveles de servicio que permitan ser una alternativa de viaje para los usuarios cuyo vehículo tenga restricción de pico y placa, se aclara que en horas de máxima demanda las rutas de transporte público colectivo presentan una frecuencia entre 5 y 15 minutos». Mientras las autoridades toleren que vehículos de todos las clases invadan el carril del SITP, este objetivo no pasara de ser una buena intención.
Todo lo anterior no parecen entenderlo los burócratas que, exclusivamente por politiquería, desde siempre, han sido “colocados” para administrar el tránsito vehicular en la extensa ciudad actual, sin ninguna preparación técnica en un asunto tan complejo.