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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Actualidad"EL PRECIO OCULTO DEL PLACER FÁCIL"

«EL PRECIO OCULTO DEL PLACER FÁCIL»

 

La pornografía es una representación visual, auditiva o escrita de actos sexuales diseñada con la intención explícita de provocar excitación erótica, pero que despoja al cuerpo humano de su dimensión relacional, espiritual y simbólica, transformándolo en un objeto de consumo y no en un sujeto de encuentro. La pornografía estimula el sistema de recompensas cerebral de forma artificial y repetitiva, generando dopamina sin vínculo, placer sin encuentro. Esto puede llevar, con el tiempo, a una disminución de la sensibilidad emocional, a la dificultad para generar vínculos afectivos reales y a una relación disociada con el cuerpo propio y el de los demás.

Desde una perspectiva biológica, el sexo y el placer están intrínsecamente ligados al sistema de recompensas del cerebro, y que la dopamina juega un rol fundamental no solo en la sensación placentera sino también en el deseo de repetir una conducta. Sin embargo, el análisis no se queda en una mera descripción neuroquímica, sino que articula un argumento más amplio: el placer sin esfuerzo, especialmente el que ofrece la pornografía, genera una desconexión progresiva con otras fuentes de bienestar humano. Esto abre una reflexión ética importante: ¿qué tipo de placer nos humaniza y cuál nos reduce a meros mecanismos de consumo de estímulo? ¿Qué significa verdaderamente la intimidad en la era digital?

Hoy el problema del contraste entre el placer del sexo humano y el placer estimulado por la pornografía, radica en que mientras el sexo genera vínculos afectivos gracias a la liberación de oxitocina, la pornografía queda atrapada en una simulación, una ilusión de conexión sin el otro. Aquí el problema no es solo químico, sino existencial y relacional. El cerebro puede obtener placer, pero el alma queda huérfana. La pornografía satisface sin saciar; anestesia, pero no cura; y lo que parece liberar, al final encadena.

La pornografía no solo es una fuente de placer, sino también una estrategia de evitación emocional. Personas que evaden enfrentar la tristeza, el trauma, el rechazo o el vacío existencial, recurren a este recurso como un calmante inmediato. Pero este “anestésico emocional” no resuelve el dolor: solo lo posterga y lo agrava; surgiendo un nervio profundo de la condición humana que los expertos suelen llamar, “el miedo al silencio interior”: cuando se apaga el ruido del estímulo externo, emergen los fantasmas del alma. En lugar de acompañar esas emociones, el consumo compulsivo de pornografía enseña al individuo a escapar una y otra vez de su mundo interno.

En un mundo hiperconectado, el ser humano nunca ha estado tan solo; la epidemia de la soledad con el aumento en la adicción a la pornografía, y lo hace con un acierto punzante. El ser humano no solo necesita placer, necesita contacto, vínculo, pertenencia. El placer sin presencia, sin el otro, sin reciprocidad, se vuelve vacío. La oxitocina, esa gran olvidada en el placer pornográfico, nos recuerda que ser humano es también ser con otros.

Hoy más que nunca somos interpelados al tipo de placer que estamos consumiendo, el precio que pagamos por él y la desconexión humana que muchas veces esconde. Nos invita a pensar que quizás el verdadero problema no es la pornografía en sí, sino la forma en que la usamos para llenar vacíos que solo el amor, la presencia y el encuentro real pueden colmar.

La libertad no consiste solo en hacer lo que uno quiere, sino en entender por qué lo quiere. En ese sentido, esta reflexión nos desafía a revisar las raíces del deseo, a confrontar la soledad, y a buscar formas de conexión más humanas, más exigentes… pero también más auténticas.

 

Padre Pacho

 

 

 

1 COMENTARIO

  1. Buen día padre Francisco. Gran escrito.

    «El placer sin presencia», gran percepción de este tema de la pornografía, la cual es el cimiento y el insumo para otros vicios como la masturbación (Turbarse más), la visita y estadía en los burdeles, el uso de cualquier método de excitación, la fantasía desmedida, el infravalorar a la pareja al compararla con los actores y actrices porno según la tendencia sexual y muchas cosas más .

    La pornografía, mal terrible, con un empaque atrayente y gustoso pero cargado de maldad, en la cual la belleza interior no se equilibra con la belleza exterior por parte de todas las personas alrededor de esta industria.

    Muchas gracias y un feliz día le deseo padre Francisco.

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