Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

EditorialEl valor de la verdad

El valor de la verdad

Por LUIS FERNANDO CARDONA G

Por estos días ha habido una verdadera explosión de rechazo a la verdad en ciertos conglomerados sociales. Nos habíamos acostumbrado tanto a la mentira, el ocultamiento, la incertidumbre, que cuando ésta se presenta desnuda surgen voces enardecidas intentando cubrirla con el manto de la duda.
A la Verdad, según Wikipedia, los romanos la describieron personificada en la diosa Veritas, “una joven virgen, desnuda o vestida de blanco, a menudo asociada a objetos como el espejo (que significa que no debemos rehuir mirarnos en él y conocernos a nosotros mismos) o en relación con el citado pozo”.
Veritas («verdad» en latín) era, «el nombre propio de la diosa de la verdad en la mitología romana, hija de Saturno (el dios del tiempo) y madre de Virtus (la «virtud»). Se oculta en el fondo de un pozo sagrado por su naturaleza elusiva. Veritas, como nombre común, es el que recibe la virtud romana de la veracidad (o sinceridad), una de las principales que un buen romano debía poseer. En la mitología griega, la diosa de la verdad era conocida como Alétheia, precisa el Diccionario de la RAE.
La verdad, también es enseñada por Jesús a lo largo de su trágica existencia terrenal, y citada por Juan en el evangelio como aquel valor que nos conducirá a la libertad “Juan 8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
En la búsqueda de la paz, luego de más de medio siglo de confrontación armada, la verdad se propuso en Colombia como condición para ponerle fin a la guerra y poder combatir con ideas y no con armas. Asistir en el Congreso, foro de la democracia, al espectáculo de la oratoria, reemplazando el ruido de los fusiles. He ahí la alternativa para volvernos a encontrar como nación.
Fue una dura y larga negociación política para que los combatientes se reincorporaran a la vida social. No mediante el Perdón y Olvido. Sino a través de la verdad. Reconocer la falta para nunca volver a cometerla.
“Verdad, justicia y reparación”, propusieron inicialmente los entendidos, como fórmula para reincorporar a la vida civil a quienes ya habían adoptado las armas como su modo de vida. Propuesta cada vez más esquiva en cuanto los combatientes alentaban esperanzas de victoria.
“Verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición”, dijeron luego, esta vez apuntándole al objetivo más ambicioso, el de alcanzar una paz duradera que permitiera a unos y otros trabajar juntos por la reconstrucción de una patria sangrante y dolorida.
Paz que, dijeron, solo sería posible acompañada de la reconciliación. Como sucedió en Ruanda, y en otras naciones que padecieron conflictos similares.
Para sanar sus heridas, las víctimas merecen que el victimario pida perdón y muestre arrepentimiento sincero. Esa actitud por sí misma denota valentía y dignidad.
Quienes se oponen y claman porque persistan la mentira y el silencio, aquellos que solo reclaman castigos ejemplares deben entender que hay muchas formas de justicia. La del talión, el ojo por ojo diente por diente, que siembra vientos para cosechar tempestades y que ya fue desvirtuada por la revolución pacífica de Ghandy y por la lucha tesonera de Mandela.
Colombia, en la negociación política, adoptó una justicia restaurativa (también llamada justicia reparadora o justicia compasiva, una forma de pensar la justicia cuyo foco de atención son las necesidades de las víctimas y los autores o responsables del delito, y no el castigo a estos últimos ni el cumplimiento de principios legales abstractos). Y en cumplimiento de dichos acuerdos, se creó el Tribunal de la JEP, Justicia Especial para la Paz. Es a ellos, a quienes les corresponde aplicar la sanción legal, si la hubiere.
Ha emergido la verdad que por años se mantuvo oculta. Y aquellos que la reclamaban han rasgado sus vestiduras reclamando castigo no por el mal que antes causaron sino por la inoportuna irrupción de sus verdades. Que ahora deponen incertidumbres y en cambio iluminan las mentes. Bienvenida la verdad, aunque duela.

DEFINICIÓN DE VERDAD, SEGÚN EL DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA:

  1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna.
  2. f. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. 5. f. Cualidad de veraz.
  3. f. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende.

3 COMENTARIOS

  1. Si la verdad sale a la luz conseguiremos verdaderamente lo que necesitamos ,honradez sin actos de infamia ,sin falsos positivos, solo la verdad.

  2. Señor Director: un texto que tiene referentes teóricos sobre el significado de la Verdad.
    Cuando expone: » Colombia, en la negociación política, adoptó una justicia restaurativa……»
    Es la invitación a que la verdad es dolorosa, pero tiene que ver con que ella nos conduce a pensar que la política tiene que ser un ejercicio ético, guiado por la razón.
    La verdad para conseguir el bien común de los humanos, no el beneficio de un individuo o partido politico aislado, que ha pretendido mantenernos en un oscurantismo ( El eterno guerrerista y su centro demoníaco) para ocultar sus propios errores, masacres, corrupción.
    Como bien lo sustenta: la verdad debe salir a flote Y debe ser por parte de todos los actores del conflicto.

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