A la noticia local sobre la inclusión de Pereira en el ranking de 25 ciudades que el portal Bloomberg recomienda visitar en 2022, le falto decir que la ubicaron como quinto destino, solo por debajo de la isla de Madeira, en Portugal; Melbourne, en Australia; la zona turística de Costalegre, en México y Bucarest, en Rumanía.
Pero, aun sin esta precisión ha provocado comentarios destemplados en las redes sociales, desde el vecindario, donde quejosos, con desconfianza velada por el inexistente papel de los pereiranos detrás de la publicación, reclaman porque algunos de los atractivos turísticos que el portal atribuye a Pereira están en ciudades y poblaciones vecinas.
Es una forma parroquial de ver la situación pues, pese a lo que diga la nota, los turistas que se guíen por ella irán donde estén los sitios de interés, sin que les importen las enrevesadas divisiones político-administrativas colombianas y toda la región se puede beneficiar de la promoción gratuita que generará la publicación.
En las aplicaciones virtuales de mapas todos los sitios turísticos que relaciona el artículo y muchos que no nombra, son visibles dentro de los 70 kilómetros, por carretera, desde el aeropuerto de Pereira, que tiene acceso cotidiano de vuelos internacionales, elemento de peso para los turistas extranjeros.
Claro que la visión del territorio a través de los mapas virtuales, que hoy son la guía universal de viajes, no solo es ajena a los vecinos reclamantes, sino también a nuestros gobiernos locales, que no parecen entender el potencial turístico que se sigue destruyendo por falta gestión: La vía más corta entre Pereira y los parques del Quindío es la que va por Alcalá, pero recorrer sus 50 kilómetros toma más de dos horas, dado su deterioro.
La zona turística relativamente desarrollada que tiene Risaralda es la de Termales. En la temporada que está terminando su estrecha carretera colapsa frecuentemente porque turistas maleducados e inciviles, generalmente capitalinos, no tuvieron reparo en estacionarse sobre la calzada mientras almorzaban, sin que nadie les llamará al orden.
Pero sin ninguna duda, en esta temporada, el peor daño al turismo lo generaron los abusos de algunos arrendadores de alojamientos en Risaralda, Quindío y Norte del Valle, pues no solo exageraron los precios, sino que después de publicar en la internet fotografías de mansiones idílicas y haberse embolsado el pago por anticipado, alojaron a los turistas en celdas estrechas, sucias y carentes de toda comodidad.
Lo menos que deberían hacer los gobernantes del Eje Cafetero y el Norte del Valle, después de reconocer que todos en la región somos socios en el turismo, sería propiciar algún control o autocontrol gremial, a tales arbitrariedades, porque el Ministerio del ramo, además de recibir las inscripciones en el Registro Nacional de Turismo, nada vigila.
Es que se tienen que guiar esos medios, por la ciudad más representativa de dicha región!